Hace rato la liga de fútbol de Colombia pide a gritos un cambio de formato. Es cierto que hay que cumplir con un número de partidos para los dueños de los derechos de televisación y también lo es que hay que competir todos los meses del año por la misma razón. Pero todo se puede discutir y aun cumpliendo con ese acuerdo se puede mejorar el espectáculo.

Para comenzar, los grandes escenarios están siendo prestados para conciertos y esos espectáculos mueven la economía local de una manera que el fútbol hoy ya no lo hace. Según cifras oficiales, durante la gira de conciertos de RBD y las dos fechas recientes de Karol G en Medellín aumentó casi al tope la ocupación hotelera, se crearon miles de empleos formales y se movieron cerca de US$7 millones en cada capítulo.

En las grandes ciudades no hay más que un escenario para cumplir con expectativas de conciertos y finales de fútbol y esto es responsabilidad de las administraciones locales, pero también de los clubes. Ojo, que no se puede culpar a la pobreza de nuestra economía. En Perú, Chile, Uruguay y Ecuador la mayoría de los clubes grandes tienen escenarios propios que además alquilan para otros propósitos, aumentando así sus ganancias. Es triste ver la manera como partidos de fútbol definitivos de nuestra liga tienen que disputarse en escenarios como el de Itagüí, caso del DIM vs. Millos del otro día. Esto pasa porque hay tantos partidos programados, que es imposible ponerse de acuerdo con los de los conciertos y la administración local, que es la que, en últimas, dispone del gran estadio.

Por otra parte, Millonarios y Nacional van a cerrar el año con casi ochenta partidos disputados, algo así como un juego cada cuatro días en promedio. Así es imposible trabajar para mejorar. Hoy a duras penas se respeta el período de vacaciones de los jugadores de quince días hábiles a final de año. Entre el final de la primera y el comienzo de la segunda liga, este año, por ejemplo, hubo cinco días de diferencia. Es como si ser parte de los mejores se convirtiera en un castigo. La semana pasada salió el calendario de las copas Sudamericana y Libertadores. Desde febrero se competirá en el primer semestre prácticamente todas las semanas. Por lo menos, deberían tener ese calendario en la mano al programar la liga y la copa locales.

Ahora, los cuadrangulares hace rato perdieron su emoción. Casi siempre se llega a la quinta fecha con cuatro o cinco equipos eliminados. Los estadios en un alto porcentaje se ven vacíos y el miedo a perder prima sobre la determinación de ganar. Entran equipos con menos del 50 % de rendimiento —pasó este semestre con el Deportivo Cali—, y en las finales se nota la diferencia. Apenas pueden participar con altura.

Dar espacio suficiente entre fechas brindaría la posibilidad de ver mejores equipos, árbitros menos malos y emociones más apasionantes, pero nada de eso va a pasar. Son tercos y con ganas.

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Fútbol colombiano, hay que cambiar: columna de Antonio Casale

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04.12.2023

Hace rato la liga de fútbol de Colombia pide a gritos un cambio de formato. Es cierto que hay que cumplir con un número de partidos para los dueños de los derechos de televisación y también lo es que hay que competir todos los meses del año por la misma razón. Pero todo se puede discutir y aun cumpliendo con ese acuerdo se puede mejorar el espectáculo.

Para comenzar, los grandes escenarios están siendo prestados para conciertos y esos espectáculos mueven la economía local de una manera que el fútbol hoy ya no lo hace. Según cifras oficiales, durante la gira de conciertos de RBD y las dos fechas recientes de Karol G en Medellín aumentó casi al tope la ocupación hotelera, se crearon miles de empleos formales y se........

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