Colombia tiene una vocación civil gracias a la cual se convirtió en una de las democracias más estables de América. No dudo en afirmar que la Unión Republicana y la Generación del Centenario, grandes protagonistas políticos de las reformas de 1910, recuperaron la simiente del 20 de julio y la esparcieron un siglo después. El Frente Nacional la regó en 1957 y la Asamblea Constituyente cosechó sus frutos y sembró nuevas semillas en 1991. Lo que hasta ahora aporta el siglo XXI es más bien negativo. Resultó tan sobreideologizado como el siglo XX, o más aún, y está privilegiando el odio al enemigo sobre el diálogo con el adversario.

Es curioso: la civilización enseñó que la política es el sustituto de la guerra, pero los políticos no aprendieron que la civilidad supone construcción de tejido social. Hoy nadie iza las banderas blancas que garantizan el funcionamiento del pacto social suscrito en la Constitución del 91. Por el contrario, opositores y amigos del Gobierno privilegian la confrontación. Tienen un carácter excluyente que les impide aceptar la visión de “los otros”. Estamos sitiados por un mar de populismo que prefiere la demagogia sobre la democracia y los estados de opinión sobre el Estado de derecho.

La Academia Colombiana de Jurisprudencia (ACJ) y la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (SMOB) son dos de las pocas instituciones colombianas que siguen escribiendo, con éxito, su propia historia centenaria. Ambas suelen insistir en la necesidad de superar el enfrentamiento en beneficio del diálogo. En la ACJ se han hecho llamados a defender una democracia de consenso. En la SMOB, a superar el antagonismo entre civilidad y conflicto. No es fácil. Por desgracia, son más los incendiarios que los bomberos, y las voces que reclaman por la civilidad son más débiles que los ruidosos gritos de guerra.

El martes anterior la SMOB presentó en el Museo del Chicó su libro Ciudadanía y Civilidad, escrito por Carlos Roberto Pombo Urdaneta y Gonzalo Mallarino Flórez, en un conversatorio en el cual participaron el periodista Elber Gutiérrez, el académico Moisés Wasserman, la politóloga Edna Bonilla y el sacerdote Mauricio Uribe. Como presidente de la SMOB, Carlos Roberto reiteró que la entidad a su cargo no representa ningún interés económico, ningún ideario político, ninguna fe religiosa: “Solo el ademán natural e instintivo de la ciudadanía: la civilidad”.

Julio Carrizosa Umaña pone de presente en el prólogo que el nombre del libro recoge dos conceptos más bien familiares para los colombianos: “El primero lo conocemos por nuestra tendencia nacional hacia lo político. El segundo, apela a nuestros sentimientos y a comprender más profundamente hasta qué punto la construcción de ciudades ha ayudado a que los colombianos, como dice el libro, ‘vivamos en armonía’ y logremos hacer posible ‘el sueño de ser dignamente humanos’ de ‘relacionarnos los unos con los otros armónicamente’.

El libro subraya la responsabilidad social de la SMOB y anota que tiene poderosas razones históricas para congregar y avivar a la ciudadanía. Además, reitera que el gran derrotero de la SMOB en estos tiempos tan complejos como inciertos, es “la generación de armonía ciudadana a través de la construcción de civilidad”. De acuerdo: ese debería ser el gran propósito nacional.

QOSHE - Ciudadanía y civilidad - Augusto Trujillo Muñoz
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Ciudadanía y civilidad

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01.03.2024

Colombia tiene una vocación civil gracias a la cual se convirtió en una de las democracias más estables de América. No dudo en afirmar que la Unión Republicana y la Generación del Centenario, grandes protagonistas políticos de las reformas de 1910, recuperaron la simiente del 20 de julio y la esparcieron un siglo después. El Frente Nacional la regó en 1957 y la Asamblea Constituyente cosechó sus frutos y sembró nuevas semillas en 1991. Lo que hasta ahora aporta el siglo XXI es más bien negativo. Resultó tan sobreideologizado como el siglo XX, o más aún, y está privilegiando el odio al enemigo sobre el diálogo con el adversario.

Es curioso: la civilización enseñó que la política es el sustituto de la guerra, pero los políticos no aprendieron que la civilidad supone construcción de tejido social. Hoy nadie iza las........

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