Hace algunos años, escribí en una columna sobre los amigos... la amistad, así, sin género, edad ni ideologías. Para mí, siempre ha sido sagrada, y se me iluminó la vida cuando conocí a un terapeuta irlandés. Fue durante mi primer intento de recuperación del alcohol y las drogas, cuando no veía la salida del túnel por ningún lado. Todo era negro, y la única salida parecía ser la muerte, ya que no había horizonte ni luz.

Inicié la terapia y acepté ir a los Grupos de esa secta extraña que se llamaba A. A. Pasaron meses, y en una ocasión le comenté sobre el tema. Repito sus palabras: “la amistad, Aura Lucía, es la forma más delicada del amor.”

Para mí, lo es. Es algo intangible, que se va tejiendo como una filigrana. No es pasión. No es deseo. No es una emoción momentánea. Va mucho más allá. Es misterio y luz. Es frágil. Es fuerte. Es abrir el corazón sin reservas a carcajadas y llantos; es permitirnos ser vulnerables, confidentes, compartir del alma. Es estar para el otro y saber que están siempre.

Pareciera que la amistad se compone de energías que, al menos yo, no sé explicar de dónde nacen ni por qué. No se escogen a dedo ni pasan un examen de admisión. Simplemente existen y son eternas, aunque muchas ya no estén presentes. No se desgasta con el tiempo ni tiene necesidad de una presencia continua.

Compartir carcajadas, ser cómplices, confrontar, aceptar fortalezas, debilidades, esperanzas y frustraciones... sin máscaras ni apariencias. Es una especie del Yo extendido en otros. Siempre presente.

Los años van cobrando factura, pero jamás entrará la soledad al alma si existen los amigos. Repito, sin importar su género, edad, ideología. Jamás nos abandonarán ni los abandonaremos. Hilos invisibles nos mantienen unidos para siempre. Hilos sagrados que nos regaló la vida atados en nudos marineros desde siempre y para siempre.

Algunos ya han partido y nos acompañan desde otra dimensión. Los extraño, pero siempre están presentes a través de recuerdos, anécdotas, enseñanzas y esa energía que nunca muere.

Tengo la fortuna de, además de mi familia nuclear, tener otras familias extendidas, disímiles pero complementarias: la global de Alcohólicos Anónimos, la de algunos vecinos y la de mis amistades incondicionales. Y si le añado los libros que me rodean siempre a mano, jamás sentiré el dolor de la soledad.

Acordémonos de que la vida se va sin despedirse. Por eso, quiero decirles a mis amigos del alma gracias por los soles, las lluvias y las carcajadas compartidas, que espero sigan siendo muchas más.

QOSHE - Amigos y carcajadas - Aura Lucía Mera
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Amigos y carcajadas

8 1
12.12.2023

Hace algunos años, escribí en una columna sobre los amigos... la amistad, así, sin género, edad ni ideologías. Para mí, siempre ha sido sagrada, y se me iluminó la vida cuando conocí a un terapeuta irlandés. Fue durante mi primer intento de recuperación del alcohol y las drogas, cuando no veía la salida del túnel por ningún lado. Todo era negro, y la única salida parecía ser la muerte, ya que no había horizonte ni luz.

Inicié la terapia y acepté ir a los Grupos de esa secta extraña que se llamaba A. A. Pasaron meses, y en una ocasión le comenté sobre el tema. Repito sus palabras: “la amistad, Aura Lucía, es la forma más........

© El Espectador


Get it on Google Play