El legado silencioso de varias familias en Colombia es que a través de generaciones han construido país salvando vidas, educando, formando y capacitando a personas vulnerables para trabajar y tener un futuro con esperanza y progreso. Lo han hecho sin ostentaciones ni caridades, no regalando peces sino enseñando a pescar.

En el último año las fundaciones familiares han beneficiado y preparado a más de un millón de personas en 24 departamentos, particularmente en Antioquia y el Valle del Cauca, según la Asociación de Fundaciones Familiares y Empresariales (AFE) que dirige Aura Lucía Lloreda Mera.

Su labor no es repartir ayudas ni regalos para tranquilizar conciencias. Se trata de un trabajo estructural comprometido con estudiar a fondo las problemáticas, aprender de otras experiencias, construir alianzas y medir rigurosamente el impacto de sus programas para garantizar que el cambio de vida sí se logre.

Aunque nadie es profeta en su tierra, el trabajo de estas fundaciones es ampliamente reconocido en el ámbito internacional por su seriedad y resultados. En otros países copian muchos de sus modelos para solucionar problemáticas similares.

Los gobiernos regionales deberían conocerlas a fondo y trabajar de la mano de ellas, para no tratar de inventar la rueda cada cuatrienio.

Lo mismo debería hacer el Gobierno nacional, en lugar de mirarse el ombligo —con un centralismo despiadado, ajeno e ignorante de lo que acontece en las regiones— y de hacer peroratas de polvos cósmicos en foros internacionales, que no pasan de ser divagaciones etéreas sin contenido de fondo. Así definió Mauricio Cárdenas la intervención de Petro en Davos, en su columna publicada en El Tiempo el sábado 20 de enero: “Quedó la imagen de un país atrasado, violento y excluyente; un país mal gobernado, que se ha equivocado al desarrollar las industrias extractivas y cuyo sector empresarial no merece ser destacado”.

Menciono algunas de estas fundaciones familiares que sí han cambiado la vida de miles de colombianos: Alvaralice, Corona, Carvajal, Aurelio Llano Posada, Berta Martínez de Jaramillo, Saldarriaga Concha…

Los invito a conocer más sobre ellas y aprovecho esta columna para felicitar a la Fundación Alvaralice en sus 20 años de aportar al cambio real de miles de vallecaucanos. Fue creada por los hermanos Elena, Emma, María Eugenia y Enrique Garcés Echavarría en memoria de sus padres, Álvaro Garcés Giraldo y Alice Echavarría Olózaga.

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El cambio real

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23.01.2024

El legado silencioso de varias familias en Colombia es que a través de generaciones han construido país salvando vidas, educando, formando y capacitando a personas vulnerables para trabajar y tener un futuro con esperanza y progreso. Lo han hecho sin ostentaciones ni caridades, no regalando peces sino enseñando a pescar.

En el último año las fundaciones familiares han beneficiado y preparado a más de un millón de personas en 24 departamentos, particularmente en Antioquia y el Valle del Cauca, según la Asociación de Fundaciones Familiares y Empresariales (AFE) que dirige Aura Lucía Lloreda Mera.

Su labor........

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