Voy en contravía de innumerables sucesos que ocurren diariamente en este país, si es que podemos llamarlo así. Un país que parece estar agradecido con los secuestradores. Un país de secuestros que ocupan las primeras páginas y causan conmoción internacional. Un país de secuestrados y asesinados sin nombre, sin foto, sin lápida, sin nada, todos los días, sin que nadie se inmute.

Un país que asesina a sus líderes sociales. Un país donde el narcotráfico y el sicariato llevan las riendas. Un país de impunidad total para sus políticos corruptos, donde el escándalo de ayer se olvida y se tapa porque el escándalo de hoy es más importante. Un país que permite, sin que nadie reaccione, que se debiliten sus Fuerzas Armadas y que los “disidentes” gobiernen en ciertos municipios y veredas. Un país que no respeta a su Policía y, al contrario, la agrede.

Un país desorientado, sin brújula, presidido por un buen orador y pésimo administrador, con alma revanchista y algunas metas retorcidas, otras incoherentes. Estaríamos en una situación muy diferente si el presidente hubiera sido Iván Cepeda, Antonio Navarro Wolff o Jorge Robledo, de izquierda y partidarios convencidos del cambio que tanto se necesita, pero con los pies en la tierra y el cerebro despejado. Apoyo el cambio, pero no de esta manera irracional e improvisada, así me lapiden los fundamentalistas del mesías.

Pero me desvío. Quiero referirme al libro Escritos en contravía, del poeta y novelista Eduardo Escobar, donde nos regala algunas de sus columnas escritas en El Tiempo.

Es una selección que abarca reflexiones sobre la vida cotidiana, el arte, la literatura, la filosofía, la educación, la historia y la política. Todos estos temas se ven desde su perspectiva, muchas veces controversial, pero siempre cargada de profundidad y en prosa brillante. Como él mismo afirma: “Son pensamientos políticamente incorrectos”.

Me encantó este párrafo sobre las relaciones: “Quizá tenemos la pareja que merecemos. Tal vez Sartre tenía razón y el infierno son los demás, incluida esa persona que una vez confundimos con el Edén”.

Son capítulos cortos en los que se respira historia, cultura, anécdotas y críticas acerbas. Un libro gourmet —atención, no gourmand, que son dos cosas muy diferentes para los amantes de la buena mesa—. Sus páginas se deslizan suaves y nos van dejando gotas en el alma, porque toda la prosa de Eduardo está impregnada de poesía.

No sé si sigue viviendo en la vereda de San Francisco, donde lo visité la última vez. El mismo Eduardo que conocí hace años, cuando irrumpía en el nadaísmo, cuando nos reíamos e intentábamos cambiar al mundo, inventar revistas y se estrenaba la vida cada día. Siempre divertido, sarcástico, nostálgico, transparente. Rodeado de libros, papeles, colillas y vasos. Amigo eterno, aunque nos veamos poco.

Escritos en contravía es un deleite para el pensamiento, para recordar, para degustar y no olvidar.

QOSHE - En contravía - Aura Lucía Mera
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En contravía

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14.11.2023

Voy en contravía de innumerables sucesos que ocurren diariamente en este país, si es que podemos llamarlo así. Un país que parece estar agradecido con los secuestradores. Un país de secuestros que ocupan las primeras páginas y causan conmoción internacional. Un país de secuestrados y asesinados sin nombre, sin foto, sin lápida, sin nada, todos los días, sin que nadie se inmute.

Un país que asesina a sus líderes sociales. Un país donde el narcotráfico y el sicariato llevan las riendas. Un país de impunidad total para sus políticos corruptos, donde el escándalo de ayer se olvida y se tapa porque el escándalo de hoy es más importante. Un país que permite, sin que nadie reaccione, que se debiliten sus Fuerzas Armadas y que los........

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