*Invitamos a nuestros columnistas a contarnos de las ideas que defendieron y que, ahora, perciben de manera diferente. Esta columna es parte del especial #CambiéDeOpinión.

Cambié de opinión sobre quien fuera uno de mis héroes periodísticos, guía de la ruta que yo aspiraba a recorrer en este oficio, ejemplo de las metas que deseaba conquistar cuando pudiera acercarme, siquiera un poco, a sus calidades en el ejercicio de informar y opinar con fundamentos sólidos, independencia editorial y altura intelectual, tal como lo hizo durante años y años hasta ahora, cuando decidió disolver su imagen y transformarse en un ser a quien, dicho con franqueza, no me interesa conocer. Cambié de opinión sobre Alberto Donadío, un portento de periodista que hizo historia con las denuncias sobre corrupción oficial o particular, publicadas en la primera unidad investigativa que se incorporó a un medio nacional (El Tiempo, años 80), creada por él y por otro escritor admirable, Daniel Samper Pizano, su colega y amigo. Donadío era temido en el mundo político y económico porque sabía desentrañar, como ninguno, los escándalos financieros que sacudían al país, por ejemplo, en su libro El cartel de Interbolsa (premiado en 2013) sobre la pérdida de $1 billón de pesos en manos de los administradores de cuello blanco de la firma comisionista más importante de la Bolsa de Valores que, por especular en el mercado bursátil con fines de enriquecimiento personal, terminó estafando a miles de personas, la mayoría, de escasos recursos.

Los artículos y libros de Donadío llegaron a ser lectura obligada en la rama judicial y en las facultades de derecho y comunicación, además de convertirse en textos de consulta escondida en los despachos del Congreso y la Casa de Nariño. Esa era su dimensión. Era, digo, porque desvalorizó su categoría inmensa en el momento en que aceptó escribir para una publicación que jamás podrá alcanzar el prestigio que él tuvo, entre otros motivos, porque el objetivo de sus propietarios, los multimillonarios banqueros Gilinski, jamás fue el de sostener un periodismo valiente como el que Donadío representó, sino que siempre ha sido la multiplicación de sus dineros y su incidencia en la recuperación del poder ejecutivo para la ultraderecha en la que residen sus negocios. En gracia de discusión, podría decirse que mientras un autor de opiniones pueda expresarse con libertad, no importa en dónde lo haga. Lo que no admite debate y resulta inmoral es que Donadío dedique su columna a alabar a uno de los dueños del medio que aloja sus palabras y, por si fuera poco, que lo elogie desmesurada, vergonzosamente.

El investigador riguroso de ayer ni siquiera incluyó una línea de advertencia en que alertara a sus lectores sobre quién es el sujeto de su veneración, algo así como “Jaime Gilinski, a quien dedico estas líneas, es el propietario (o padre del mayor accionista) de la revista”. Donadío, el extraño relator de hoy, tituló como “Bueno, bonito y barato”, su comentario sobre el exitoso negociante comparándolo con Warren Buffett ¡Por favor! Inició su loa con la descripción de dos galardones presuntamente honoríficos que recibió Gilinski: en el año 2022 y entregado por el rey de España, “reconocimiento al esfuerzo… al hacer, a través de las ofertas públicas de adquisición de Grupo Nutresa, Grupo Sura, y Grupo Argos, las inversiones más relevantes… en el sector… colombiano…”, y “el Premio a la excelencia empresarial 2023 otorgado por la revista Forbes”. El estricto investigador del pasado, olvidó añadir que la primera distinción para Gilinski (Premio Enrique V. Iglesias al desarrollo empresarial iberoamericano) es invención de sus compañeros de actividad comercial y aliados, los empresarios latinoamericanos con que el galardonado se codea; y que la revista que le otorga el segundo premio, también por las adquisiciones de Nutresa, Sura, etc., es Forbes Colombia, una pequeña dependencia con derecho de uso de la firma Forbes, inc., y cuyo contenido no se relaciona con el del medio estadounidense de la Quinta Avenida de Nueva York. “Gilinski… en una economía desarrollada sería considerado (no como un mero empresario sino) con más precisión, un gran inversionista”, concluye el nuevo Donadío. Me he negado, desde hace meses, a cambiar de opinión por el inmenso respeto y aprecio que tuve por el profesional original. Incluso, intenté cerrar los ojos ante las descabelladas columnas que suscribió en defensa del condenado defraudador del sistema de salud, Carlos Palacino, el de Saludcoop EPS, a quien el Tribunal Superior de Bogotá, en sala de varios magistrados, condenó, en segunda instancia, a nueve años de cárcel por el delito de peculado por apropiación en favor de terceros, más el pago de una multa de $112 mil millones. Y a quien otro juez acaba de imponerle una segunda condena por falsedad en documento privado, fraude procesal y estafa. El monto de esta pena se sabrá en enero ¿Qué le pasó al Donadío que admiré? ¿Qué opinaría Silvia Galvis, su esposa, la periodista rebelde, inquieta, valiente, conocida como “la voz independiente”? Cambié de opinión. Y, al admitirlo finalmente, me vestí de luto.

QOSHE - Cambié de opinión y me vestí de luto - Cecilia Orozco Tascón
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Cambié de opinión y me vestí de luto

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29.11.2023

*Invitamos a nuestros columnistas a contarnos de las ideas que defendieron y que, ahora, perciben de manera diferente. Esta columna es parte del especial #CambiéDeOpinión.

Cambié de opinión sobre quien fuera uno de mis héroes periodísticos, guía de la ruta que yo aspiraba a recorrer en este oficio, ejemplo de las metas que deseaba conquistar cuando pudiera acercarme, siquiera un poco, a sus calidades en el ejercicio de informar y opinar con fundamentos sólidos, independencia editorial y altura intelectual, tal como lo hizo durante años y años hasta ahora, cuando decidió disolver su imagen y transformarse en un ser a quien, dicho con franqueza, no me interesa conocer. Cambié de opinión sobre Alberto Donadío, un portento de periodista que hizo historia con las denuncias sobre corrupción oficial o particular, publicadas en la primera unidad investigativa que se incorporó a un medio nacional (El Tiempo, años 80), creada por él y por otro escritor admirable, Daniel Samper Pizano, su colega y amigo. Donadío era temido en el mundo político y económico porque sabía desentrañar, como ninguno, los escándalos financieros que sacudían al país, por ejemplo, en su libro El cartel de Interbolsa (premiado en 2013) sobre la pérdida de $1 billón de pesos en manos........

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