Monseñor Luis José Rueda, presidente de la Conferencia Episcopal se ofreció, cándido él, a “acompañarlos en el diálogo” al presidente Petro y al saliente fiscal general, el monigote que Duque, juguete de Uribe, y la Corte Suprema de hace cuatro años – ávida de canonjías a cambio de sus votos -, pusieron en ese antro de desperdicio de dineros y grosera manipulación de expedientes en que se ha convertido la Fiscalía en este periodo que, por fin, concluye. Tres días antes de que salgamos de él, el monigote se despide de la corte echándoles “carreta” sobre sus supuestas obras a los envarados miembros de la Sala Plena. Ellos fingirán que le creen, subyugados con la lambonería típica de quien simula grandeza siendo pequeñito, y se inclinarán a concederle otro deseo: que su vicefiscal permanezca unos meses más en el ente investigador mientras destruye, oculta o desfigura las pruebas de los abusos en que ambos incurrieron (que son muchos y graves).

El monigote se despide también del país con dos actos que lo retratan de cuerpo entero: el primero, descubierto por El Espectador, un basural de 5.500 tomos con 11 libros, tres kits empacados en “estuche revistero, cartón corrugado, esmaltado brillante y termosellado”: uno, de tres libros y 1.108 páginas; otro, de cinco libros, 400 páginas y el tercero, de tres libros, 240 páginas, que mandó a imprimir el susodicho sujeto haciéndole honor a su recatada personalidad, para distribuir en todas las sedes de la Fiscalía a razón de 68 ejemplares en cada una. Hasta en el más recóndito municipio de Colombia se recibirá el mamotreto con fotos y el nombre “Francisco Barbosa”. El costo del armatoste fue de más de $181 millones que dizque Estados Unidos aportó en su honor (pero “en caso de que el valor aumente, la Fiscalía suministrará los recursos faltantes”, de acuerdo al contrato). No se sabrá nunca el valor equivalente al salario de 15 funcionarios públicos que tuvieron que dedicarse a su elaboración, quién sabe durante cuántos meses (ver). El segundo acto del adiós del monigote, que se precia de su dominio de la Corte, los medios, la opinión pública y el mundillo político, fue el de poner placas con su nombre y apellidos en letras de gran tamaño, en unas instalaciones de la Fiscalía, por ejemplo, la de Tunja, por el grandioso regalo de “adecuar esta sede” pero en donde solo se “arreglaron las baterías sanitarias”. “Las placas aparecieron o fueron puestas en ceremonias lideradas por el mismo fiscal”, averiguó La Silla Vacía (ver).

Una parte minoritaria y valiente de la prensa colombiana también ha recordado en voz alta, refiriéndose a esta era corrupta, la verdadera herencia que nos queda más allá de su bonito maquillaje. Como aquella que deberá ser resuelta por quien llegue al búnker: la de la protección ilícita de la cúpula Barbosa-Mancera a funcionarios de su círculo contaminados con bandas del narcotráfico, denunciada con pruebas directas por Daniel Coronell (ver). Y, ¿Estados Unidos, dedicado a financiar vanidades? Aunque algunas se han publicado antes, el pasado fin de semana se conocieron otras evidencias serias sobre la responsabilidad de la próxima fiscal general encargada que prolongará, por semanas o meses, la presencia contaminante del monigote que se ha creído héroe político cuando apenas es el mensajero de quienes le dan las órdenes: en estos días, la de que explote antes de que pierda su vitrina, la bomba nuclear sobre una Casa de Nariño aturdida, dividida y debilitada. Un Petro desconcertado, que no ha terminado de asumir la majestad de su cargo, deja pasar el tiempo sin gobernar. En cambio, ha preferido bajarse a la calle a liarse a puños con cualquier monigote. Petro alega, alega, alega, mientras pierde seguidores y margen de maniobra. Denunciarle al mundo que se está fraguando un “golpe de Estado blando” no lo hará desaparecer. Lo neutraliza si lidera, une y suma voluntades. Presidente, no le dé categoría de interlocutor a un monigote que apenas cuenta con unas horas más de publicidad. Trabaje y dele dignidad a su silla entregando resultados.

QOSHE - El monigote y el presidente - Cecilia Orozco Tascón
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El monigote y el presidente

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07.02.2024

Monseñor Luis José Rueda, presidente de la Conferencia Episcopal se ofreció, cándido él, a “acompañarlos en el diálogo” al presidente Petro y al saliente fiscal general, el monigote que Duque, juguete de Uribe, y la Corte Suprema de hace cuatro años – ávida de canonjías a cambio de sus votos -, pusieron en ese antro de desperdicio de dineros y grosera manipulación de expedientes en que se ha convertido la Fiscalía en este periodo que, por fin, concluye. Tres días antes de que salgamos de él, el monigote se despide de la corte echándoles “carreta” sobre sus supuestas obras a los envarados miembros de la Sala Plena. Ellos fingirán que le creen, subyugados con la lambonería típica de quien simula grandeza siendo pequeñito, y se inclinarán a concederle otro deseo: que su vicefiscal permanezca unos meses más en el ente investigador mientras destruye, oculta o desfigura las pruebas de los abusos en que ambos incurrieron (que son muchos y graves).

El monigote se despide también del país con dos actos que lo........

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