Durante años, nuestro país ha trabajado para reducir la gestión violenta de los conflictos y avanzar hacia la paz. Aunque se ha puesto énfasis en temas económicos, políticos y jurídicos, se ha relegado un elemento fundamental: las heridas psicológicas y sociales provocadas por más de seis décadas de confrontación continua. Estas heridas no sanan rápidamente y alimentan a múltiples actores que prolongan las salidas violentas. En muchos conflictos prolongados, los procesos de transición hacia la paz involucran justicia transicional, que incluye reparaciones y compromisos para cerrar estas heridas y prevenir su repetición.

La investigación ha demostrado consistentemente que el perdón y la reconciliación desempeñan un papel central en la reducción de acciones violentas como estrategia de gestión de conflictos. Es crucial entender y caracterizar estos dos procesos.

En primer lugar, es necesario reafirmar que el perdón y la reconciliación, aunque entrelazados, son procesos distintos. El perdón implica emociones y pensamientos que surgen cuando somos víctimas de alguien que nos ha causado daño sin que hayamos tenido intervención alguna. Esta condición, traumática y dolorosa, genera emociones difíciles de afrontar y produce heridas profundas.

Las heridas varían según la magnitud de la acción. No es lo mismo el dolor por la pérdida de un ser querido que fue desaparecido o asesinado que la pérdida de un objeto, al igual que no es lo mismo ser víctima de violación o tortura que ser víctima de un insulto. También influye la relación con quien nos causó el daño: la confianza depositada en esa persona o actor distante modifica la experiencia.

Estas heridas traumáticas alteran nuestra vida diaria, generan incertidumbre, malestar constante, e incluso provocan ira y deseos de venganza. El perdón emerge como una forma de mitigar esas emociones y pensamientos. Sin embargo, estas heridas psicológicas se arraigan en nuestra memoria, la cual no es un simple depósito de recuerdos, sino un proceso que cambia y afecta nuestra vida. La memoria puede alimentar, recrear e incluso modificar esas heridas, por eso es crucial explorar la conexión entre memoria y perdón. La investigación sugiere que el acto de perdonar mejora la salud de las víctimas sobrevivientes y promueve la disposición para la reconciliación. Por ello, es vital comprender y explicar este proceso.

Por otro lado, la reconciliación es igualmente difícil, implicando la convivencia con aquellos que nos han causado daño. No siempre implica perdonar, pero sí permite aprender a vivir con quienes nos han herido. Se manifiesta a través de acciones de convivencia y de las formas como nos relacionamos con los otros. Las investigaciones sobre reconciliación identifican diversos niveles, desde un simple saludo hasta colaborar, compartir e incluso restablecer la empatía hacia quien causó el daño. Este aspecto es fundamental en los procesos de justicia restaurativa. Aquí es recomiendo el libro recientemente Compilado por Rettberg y Ugarritza: “Reconciliación: experiencias en Colombia y el mundo”.

Existe un elemento común entre el perdón y la reconciliación: ambos dependen de garantizar que las víctimas sean reparadas, cuidadas y respaldadas por la sociedad en el proceso de sanar sus heridas. En este sentido para profundizar recomiendo el numero recientemente editado dedicado al tema en la revista de estudios sociales “perdón y memoria: oportunidades para la reconciliación”.

La evidencia muestra que, aunque el perdón y la reconciliación sean procesos distintos, son complementarios. El perdón mejora la disposición para la reconciliación e incluso puede cambiar la percepción de las acciones que nos causaron daño. Por lo tanto, avanzar hacia la paz implica invertir en procesos que abarquen la memoria, el perdón y la reconciliación.

* Profesor titular facultad de Psicología Pontificia Universidad Javeriana. lopezw@javeriana.edu.co.

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¿Podemos perdonar o reconcilarnos en el conflicto colombiano?

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13.12.2023

Durante años, nuestro país ha trabajado para reducir la gestión violenta de los conflictos y avanzar hacia la paz. Aunque se ha puesto énfasis en temas económicos, políticos y jurídicos, se ha relegado un elemento fundamental: las heridas psicológicas y sociales provocadas por más de seis décadas de confrontación continua. Estas heridas no sanan rápidamente y alimentan a múltiples actores que prolongan las salidas violentas. En muchos conflictos prolongados, los procesos de transición hacia la paz involucran justicia transicional, que incluye reparaciones y compromisos para cerrar estas heridas y prevenir su repetición.

La investigación ha demostrado consistentemente que el perdón y la reconciliación desempeñan un papel central en la reducción de acciones violentas como estrategia de gestión de conflictos. Es crucial entender y caracterizar estos dos procesos.

En primer lugar, es necesario reafirmar que el perdón y la reconciliación, aunque entrelazados, son procesos........

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