Los 13 acuerdos a los que llegó la Asamblea Cafetera convocada la semana pasada, y a la que no asistieron los representantes legítimos elegidos por el gremio rural más importante del país, no fueron, de lejos, un significativo aporte a la “agenda de los próximos 100 años de la caficultura”. Fueron más bien una colección de lugares comunes y de retos obvios de cualquier cadena agrícola y se constituyen en un flojo aporte del diagnóstico de los retos del sector cafetero, con énfasis en lo coyuntural, y una nula contribución en términos de visión y estrategia.

También es cierto que muchos de esos retos planteados de manera genérica ya han sido acometidos en algún grado por la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y su institucionalidad. En el difícil frente de valor agregado, ningún otro gremio de cafeteros (e incluso de otros productos) del mundo tiene una marca como Juan Valdez ®, que ya factura cerca de 200 millones de dólares entre regalías y ventas, o una operación industrial como Buencafé, que también superó los 200 millones de dólares en ventas en el 2023. Este esfuerzo colectivo de generación de valor agroindustrial y de mercadeo al parecer se ignora en la propuesta de la Asamblea, que piensa que el valor agregado es un derecho obvio que no implica trabajo, estrategia, economías de escala y persistencia, lo que sugiere la baja profundidad de su análisis.

Temas como “la activación del fondo de estabilización”, que precisamente existe gracias a la FNC, las estrategias (¿cuáles?) para jóvenes y mujeres cafeteras, el fortalecimiento social de la caficultura, de la extensión agrícola, el turismo, la gestión del riesgo son retos obvios en los cuales se ha avanzado, no sin inmensas dificultades y a veces con errores. Fue precisamente la FNC y su Comité de Quindío, por ejemplo, quienes crearon el exitoso Parque del Café que detonó el turismo rural en Colombia. En el campo social y productivo no hay ninguna otra institución que tenga la cobertura y efectividad para liderar e implementar programas de alto impacto en el sector rural colombiano. Mas allá de los temas productivos, la FNC ha sido el socio natural de los últimos gobiernos, sin importar su ideología o partido, para implementar ambiciosos programas sociales y ambientales en todo el territorio nacional, y de paso ejecutar recursos que el Estado no tiene la capacidad de ejecutar. Se equivoca el gobierno Petro en abrir, o reabrir, el frente cafetero como otra de sus disputas con el llamado “establecimiento”, dejando atrás oportunidades de dejar una huella tremenda en el campo colombiano si colabora de manera armónicamente con la institucionalidad cafetera.

La estrategia de sostenibilidad del cultivo también ha sido una labor que la FNC viene adelantando hace varios años. Un ejemplo a destacar ha sido el programa de cafés especiales certificados, uno de los más importantes para los caficultores, no solo por el beneficio ambiental que ha traído consigo, sino por los ingresos adicionales para ellos y sus familias.

Ahora bien, también es cierto que el sector cafetero está en mora de realizar una profunda reflexión sobre sus prioridades y derroteros, quizá no de los próximos 100 pero sí de los próximos 10 años. Es con esa periodicidad que se han desarrollado las diferentes “comisiones cafeteras”, algunas con grandes aportes como el llamado Libro Verde, y parecería oportuno desarrollar una reflexión interna, sopesada, con aportes externos, sobre cuáles han de ser las prioridades gremiales, institucionales y sectoriales del inmediato futuro. El desarrollo de una visión y derrotero que aglutine ha permitido dejar legados de importancia, como el de la diferenciación del café colombiano de Jorge Cárdenas Gutiérrez, la estrategia de valor agregado de Gabriel Silva o la reconversión de la caficultura que lideró Luis Genaro Muñoz.

La dirigencia cafetera, que goza de la legitimidad que otorgan las elecciones entre los productores del grano, bien haría en comenzar este tipo de reflexión evitando el vacío que deja no tener una estrategia articulada y coherente, que otros actores lo llenarán con ideas vagas. Dicho ejercicio, debe surgir del interior del gremio y no debe ser impuesto por comisiones y académicos que traigan sesgos ideológicos o ideas que se alejen de la realidad, de la captura de valor por parte del productor como eje central estratégico y de la frontera de lo posible de un mundo complejo y globalizado donde hacer es mucho más complejo que criticar o arengar.

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La necesidad de una nueva visión cafetera

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10.04.2024

Los 13 acuerdos a los que llegó la Asamblea Cafetera convocada la semana pasada, y a la que no asistieron los representantes legítimos elegidos por el gremio rural más importante del país, no fueron, de lejos, un significativo aporte a la “agenda de los próximos 100 años de la caficultura”. Fueron más bien una colección de lugares comunes y de retos obvios de cualquier cadena agrícola y se constituyen en un flojo aporte del diagnóstico de los retos del sector cafetero, con énfasis en lo coyuntural, y una nula contribución en términos de visión y estrategia.

También es cierto que muchos de esos retos planteados de manera genérica ya han sido acometidos en algún grado por la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y su institucionalidad. En el difícil frente de valor agregado, ningún otro gremio de cafeteros (e incluso de otros productos) del mundo tiene una marca como Juan Valdez ®, que ya factura cerca de 200 millones de dólares entre regalías y ventas, o una operación industrial como Buencafé, que también superó los 200 millones de dólares en ventas en el 2023. Este esfuerzo colectivo de generación........

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