El 21 de marzo se designará al rector de la Universidad Nacional (tras seis años de ejercicio de la primera mujer rectora, no se presentó ninguna candidata, lo que no deja de ser frustrante). Aunque por cuestiones estatutarias al rector lo escoge un cuerpo colegiado, el Consejo Superior, el peso del Gobierno Nacional en la decisión es predominante.

El desafío que tiene el ejecutivo en esta ocasión es quizás mayor al de hace 80 años cuando el presidente Alfonso López Pumarejo nombró al primer rector, en 1936. Entonces las democracias se encontraban en vilo y se asomaba la guerra. A esto se suma hoy la incertidumbre creada por otros conflictos armados, la crisis ambiental, la concentración de la población mundial y la discriminación.

La UNAL puede ser, como quería López, la palanca de la racionalidad, pertinencia y necesidad de profundas reformas sociales. Para eso, además de aumentar cobertura, sobre todo en las regiones donde tiene presencia pero sus sedes son pequeñas, hay que apoyar la producción y uso de conocimiento en el diseño e implementación de proyectos nacionales y regionales. Por ejemplo, las sedes en Tumaco y Palmira pueden ser líderes en los planes del Pacífico, y las de Arauca y Leticia en los proyectos contra el calentamiento global.

El Consejo Superior deberá examinar las propuestas en ese amplio marco geopolítico. Eso requiere el liderazgo de un rector con capacidad de gestión, lo que debe demostrar con los resultados y manejo de finanzas de cargos previamente ocupados, y una visión política y académica que no se circunscriba a su área de experticia. El papel del rector debe estar en la educación y la investigación para las transformaciones de la nación. Otros sectores le corresponden a otras instituciones, aunque se solapen con las funciones de la UNAL.

Mejorar las condiciones de la UNAL no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para ser el eje de la transformación nacional: el horizonte debe ser más amplio y el vuelo más alto. Esa visión la deberán evaluar el Consejo y el Gobierno.

No se trata, pues, de cambiar rector, sino de entender a la UNAL como un poderoso aliado para proyectos y para promover la educación política de las nuevas generaciones, es decir, alcanzar la madurez para tomar decisiones autónomas y razonadas que construyan paz.

Si el presidente Petro ve en López Pumarejo una inspiración, no puede relegarla a ser una universidad estatal más. Cuando López creó el campus en Bogotá no buscaba solo levantar una universidad más. La UNAL debía ser el motor intelectual, científico y cultural de su “Revolución en Marcha”. Esperaba, además, precipitar el despegue de Bogotá hacia el occidente, para extenderla sobre la Sabana. Era, pues, un gran proyecto urbanístico, como lo debería seguir siendo en todas sus sedes.

Los análisis de los intelectuales descollan por la falta de creatividad para entender una nueva realidad social que se expresa en la elección del actual Gobierno. Una UNAL fuerte permite contribuir a entender lo que está sucediendo política y culturalmente. Esperamos que el presidente aproveche el potencial que tiene la UNAL para todo el sistema de educación y para los cambios que el país demanda en sus múltiples dimensiones.

* Alexis de Greiff A. es profesor y exvicerrector general de la Universidad Nacional de Colombia y director del Centro para la Educación Política - CEP.

** Fernando Viviescas es profesor y exvicerrector de la Sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia y miembro del Centro para la Educación Política - CEP.

Las opiniones aquí expuestas no comprometen ni reflejan la posición del CEP y son exclusivamente responsabilidad de los autores.

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Porque esta vez no se trata de cambiar rector

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06.03.2024

El 21 de marzo se designará al rector de la Universidad Nacional (tras seis años de ejercicio de la primera mujer rectora, no se presentó ninguna candidata, lo que no deja de ser frustrante). Aunque por cuestiones estatutarias al rector lo escoge un cuerpo colegiado, el Consejo Superior, el peso del Gobierno Nacional en la decisión es predominante.

El desafío que tiene el ejecutivo en esta ocasión es quizás mayor al de hace 80 años cuando el presidente Alfonso López Pumarejo nombró al primer rector, en 1936. Entonces las democracias se encontraban en vilo y se asomaba la guerra. A esto se suma hoy la incertidumbre creada por otros conflictos armados, la crisis ambiental, la concentración de la población mundial y la discriminación.

La UNAL puede ser, como quería López, la palanca de la racionalidad, pertinencia y necesidad de profundas reformas sociales. Para eso, además de aumentar cobertura, sobre todo en las regiones donde........

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