Es hora de reconocer que hay dos corrientes o visiones sobre la población afro en Colombia.

En una sociedad libre y pluralista es normal que existan al menos dos corrientes sobre un mismo asunto importante. En Colombia pasa con el tema de la población negra o afrocolombiana, aunque por una combinación de factores se cree que existe solamente una visión.

La corriente que se ignora viene desde antes de la República, a finales del siglo XVIII, y la corriente dominante no tiene 50 años y su hito interpretado es la Constitución de 1991. “No quitarse el sombrero” y el “código de vestuario” son evidencias que nos ayudan a entender.

Por necesidad, la Corona española tuvo que meter descendientes de africanos en las milicias disciplinadas y allí los oficiales pardos o morenos debían quitarse el sombrero ante los oficiales blancos del mismo grado.

Cuenta el historiador Allan Kuethe que “todos los esfuerzos pardos para librarse de este símbolo de inferioridad social fueron vanos”. Era algo que se tomaban muy en serio. Querían ser tratados como iguales.

Por eso, cuando llegó la guerra de independencia y los patriotas ofrecieron la “igualdad ante la ley”, “los libres de todos los colores” (el 46% de la población) que tenían instrucción militar pocas dudas podían abrigar: estaban hartos de la discriminación legal por el color de la piel del régimen de castas de la Corona. Querían ser tratados como iguales.

Adviértase que la historia de los esclavos, el 8 % de la población, es distinta: para ellos la promesa era la libertad, ser dueños de sí mismos.

Como descendiente de un pequeño cacaotero norte-caucano que los domingos andaba a caballo con saco y corbata bajo el inclemente sol, no creo que mi abuelo Liberato hubiese votado por un senador afro caucano que tenemos por razón del “código de vestuario”.

Ese que tampoco habrían entendido los chocoanos y cartageneros negros y mulatos que se ven sobrios y altivos en fotos bogotanas de mitad del siglo XX: el código “exótico africano”, como piden las tarjetas de invitación de algunos eventos de la actualidad. Queriendo ser vistos y tratados como diferentes.

Por supuesto, el proyecto de invención étnica es legítimo, el querer convertir a la población negra en un “pueblo étnico” como los indígenas, cuando la diferencia cultural de unos, los negros, es expresiva, y la de otros, los indígenas, es sustantiva.

Sería una violencia intentar instalar a las comunidades indígenas en la modernidad cambiando sus cosmovisiones y su organización social, casi tanto como lo es buscar sacar a los negros de la modernidad, a la que acogieron hace siglos porque no tuvieron otra opción (de idioma, de religión, de cultura).

A pesar de monopolizar el discurso y los recursos desde hace lustros, el proyecto de invención étnica no ha podido cambiar la realidad cultural profunda de la mayoría de la población afrocolombiana: la aspiración de ser tratados con respeto como iguales.

Deberían reconocer eso y conformarse con un nicho, sin tomarse la representación cultural y política de toda la población afrocolombiana.

@DanielMeraV