Solipsismo es un vocablo escaso o rebuscado, de poco uso en el lenguaje coloquial, muy apreciado por algunos académicos universitarios y de todo mi gusto, columnista de ficción. Mero latinajo. Viene de solus ipse: “uno mismo solo”. Según el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, es una “forma radical de subjetivismo según la cual solo existe aquello de lo que es consciente el propio yo”. O sea, dicho con sarcasmo, lo mío es mío y lo tuyo también. Es un hábito que encarna en individuos de distintas calañas, raleas o calibres.

Dos botones bastan de muestra, los demás a la camisa. Primero, Su Eminencia Prudentísima Álvaro Uribe Vélez, canalla eterno de la godarria paisa. Para él sólo existen tres huevitos, bien podridos, eso sí: la seguridad seudodemocrática, la desconfianza inversionista y la cohesión antisocial. Sólo es escrupuloso con sus graves asuntos ante la justicia, dizque inventados por clanes maléficos del río o cepedas* de vereda tropical. Ni aunque quisiera se daría cuenta de que sus actos u omisiones son genuinos trances de cinismo moral o político.

El segundo botón es Gustavo Petro. Sólo alguien con episodios de vulgar solipsismo sería capaz de pregonar en la Asamblea General de la ONU que la “misión” del “ser humano” es “expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”. ¿En serio? ¿Se la fumó verde? ¿Ya mandó el guion a Netflix? ¿A HBO? ¿Ya tomó consciencia de la estupidez de semejante proclama? Puro antropocentrismo* a la enésima potencia.

Ahora bien, según dicen los taciturnos en sus escritos, casi todos tenemos que soportar nuestras propias rachas de solipsismo. Escarbar alrededor del ombligo: a eso se parece la vaina. Creer que nuestra verdad es única y absoluta. Pensar que nuestras creencias, por fantasiosas que sean, son ciertas, incontrovertibles o estáticas. Asumir que nuestra realidad es ejemplar. Suponer que los otros tienen que aceptar y entender nuestras pataletas, barbaridades, insensateces. Por ejemplo, contra un variado surtido de evidencias, yo sostengo que fuera de la ficción no hay salvación. Tal cual. Es mi fe. Es mi pasión. Mi solipsismo. Mi manera de ser consciente del propio yo.

Tengo una intención para el 2024. Reducir mi solipsismo a sus justas proporciones, como alguna vez planteó el espabilado Julio César Turbay Ayala con la corrupción. ¿Lograré mi propósito? ¿O yo también deberé mandar un guion a Netflix?

Vademécum:

*Cepeda: Lugar en que abundan arbustos y matas de cuyas cepas se hace carbón.

*Antropocentrismo: Teoría que afirma que el hombre es el centro del universo.

*Hombre: Ser animado racional, varón o mujer.

Rabito: “La severidad enmascara el propio enternecimiento, la propia debilidad”. Giorgio Scerbanenco. Venus privada. 1966.

Rabillo: “El destino está pulverizando las preocupaciones y los propósitos humanos, las pequeñas rencillas, las ambiciones, los odios y los amores que constituyeron nuestras vidas”. Octavio Escobar Giraldo. Cassiani. 2023.

Página 70: “Doña Eulalia, la mujer del encomendero, sonreía como nunca la había visto sonreír Suánika. […] la había oído hablar con el esposo muchas veces sobre eso, doña Eulalia estaba agotada de vivir allá, en la soledad de la mina, rodeada de tanto indio. Quería vivir en Bacatá, donde estaba la gente de bien, donde sería posible oír las músicas y vivir de las charlas con las damas que han venido del otro lado del mar”. Alejandra Jaramillo. Las lectoras del Quijote. 2022.

@EstebanCarlosM

QOSHE - Hurgar alrededor del ombligo - Esteban Carlos Mejía
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Hurgar alrededor del ombligo

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13.01.2024

Solipsismo es un vocablo escaso o rebuscado, de poco uso en el lenguaje coloquial, muy apreciado por algunos académicos universitarios y de todo mi gusto, columnista de ficción. Mero latinajo. Viene de solus ipse: “uno mismo solo”. Según el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, es una “forma radical de subjetivismo según la cual solo existe aquello de lo que es consciente el propio yo”. O sea, dicho con sarcasmo, lo mío es mío y lo tuyo también. Es un hábito que encarna en individuos de distintas calañas, raleas o calibres.

Dos botones bastan de muestra, los demás a la camisa. Primero, Su Eminencia Prudentísima Álvaro Uribe Vélez, canalla eterno de la godarria paisa. Para él sólo existen tres huevitos, bien podridos, eso sí: la seguridad seudodemocrática, la desconfianza inversionista y la cohesión antisocial. Sólo es escrupuloso con sus graves........

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