Esta semana inicia la Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas, la más importante sobre el cambio climático. Luego de la primera en Berlín, en 1995 (COP1), la conferencia anual del 2023 (COP28, Dubái) espera “corregir el curso y acelerar las acciones para abordar la crisis climática”. La premisa fundamental es que la producción de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) debe declinar rápidamente y que la capacidad de energía renovable a nivel mundial (hídrica, solar, eólica y geotérmica) tiene que triplicarse en los próximos siete años para poder tener un clima en favor de la vida. Cosa del pasado son los tiempos medidos en siglos o décadas que hacían pensar que el tema daba espera.

Estamos ante un panorama en el que convergen la crisis climática y crisis migratoria, alimentaria, de salud, energética y geopolítica. En términos de la COP27, se trata de una era de policrisis, interconectadas y de escala planetaria. En la dirección correcta, pero aún sin la intensidad correcta, las agendas de los gobiernos, las instituciones internacionales y de las organizaciones no gubernamentales han sido ajustadas para atender las nuevas demandas políticas sobre temas socioambientales por parte de los ciudadanos de la aldea global, que exigen cambios con expectativas que superan las de los activistas de hace 50 años. Lo que antes era apenas imaginable, hoy es una realidad: acciones humanas sobre la naturaleza que se reflejan con severidad en inundaciones, sequías y enfermedades resultado de la polución y las alteraciones del hábitat de los animales. Y no hay que ignorar el efecto asimétrico en la sociedad: la policrisis golpea primero y con más fuerza a los más pobres.

La estrategia para enderezar el rumbo no puede ser menor en tamaño al desafío. El Banco Mundial enfatiza ahora, por eso, la importancia de la provisión de los bienes públicos globales —supranacionales y con economías de escala— para poder cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) junto con la eliminación de la pobreza extrema. Esta visión tiene que concretarse con más y mejor financiamiento para que los países, en especial los de ingresos bajos y medios, tengan la capacidad de contribuir a los retos de mitigación y adaptación del cambio climático con grandes inversiones en infraestructura, sin olvidar las ambiciosas tareas sociales que ya tienen pendientes. Como mencioné en la columna pasada, el Fondo Monetario Internacional ve en la aceleración de la “transición verde”, además, una oportunidad de reactivar la economía mundial en medio de la desaceleración.

Con mayor y mejor financiamiento de la banca multilateral, Colombia podría aportar más rápidamente a los bienes públicos globales de acuerdo con sus ventajas comparativas, con la expansión de la infraestructura en energías renovables, la protección de reservas ambientales, construcciones para proteger a la población del embate climático y con transportes masivos que usan energía limpia. Estas inversiones vienen acompañadas de empleo y creación y asimilación de conocimiento, ciencia y tecnología. Es la velocidad en la implementación de estas inversiones la que debe marcar la velocidad de la transición energética del país, sin renunciar al actual aprovechamiento económico de los recursos fósiles que, al funcionar la estrategia global contra la crisis climática, tendrán luego los días contados.

*Exviceministro técnico de Hacienda y Crédito Público. Profesor titular de Economía de la Universidad Javeriana. @G_HernandezJi

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COP28

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28.11.2023

Esta semana inicia la Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas, la más importante sobre el cambio climático. Luego de la primera en Berlín, en 1995 (COP1), la conferencia anual del 2023 (COP28, Dubái) espera “corregir el curso y acelerar las acciones para abordar la crisis climática”. La premisa fundamental es que la producción de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) debe declinar rápidamente y que la capacidad de energía renovable a nivel mundial (hídrica, solar, eólica y geotérmica) tiene que triplicarse en los próximos siete años para poder tener un clima en favor de la vida. Cosa del pasado son los tiempos medidos en siglos o décadas que hacían pensar que el tema daba espera.

Estamos ante un panorama en el que convergen la crisis climática y crisis migratoria, alimentaria, de salud, energética y geopolítica. En términos de la COP27, se........

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