A veces hay explicaciones opuestas que, sin embargo, se refuerzan mutuamente.

Este es el caso de la crisis de salud, donde unos dicen que se robaron la plata y los del frente dicen que la plata no alcanzaba. Pues sucede que las dos cosas son ciertas.

Vamos por partes. Carolina Corcho es una autoridad académica en salud y ha estudiado por años el sistema colombiano, por eso hay que creerle cuando dice que entre enero y diciembre del año pasado se acumuló un faltante de más de $13 billones entre las ocho principales EPS. Platas “que no aparecen” y que en años recientes se han debido buscar en los bolsillos de Carlos Palacino, los de los dueños de Coomeva, de Saludvida, de Capresoca, de Asmet, de los 67 casos comprobados de corrupción entre 2016 y 2020, de los políticos tramposos que montaron el negocio cuando era el gran negocio, de los colados al Sisbén, los contratistas, los calanchines, los no pocos funcionarios encargados del control. El sistema apesta.

La otra parte no necesita detectives, sino una calculadora de bolsillo: el producto total de Colombia no alcanzaba y cada día alcanza menos para costear la salud que alegremente ordenan la Constitución, las leyes y los fallos de los jueces. Esto se debe a que no somos Suecia ni Estados Unidos, a que la población envejece, a que las cirugías y el cuidado de las enfermedades degenerativas son muy costosas, a que los tratamientos de punta son costosísimos, a que la Corte Constitucional lleva años de ordenar más bellezas, a que la Ley Estatutaria mandó curar todos los males, a que la pandemia hizo mucho daño a la salud, a que el Gobierno no se queda con todo el producto nacional, a que tenemos otros gastos que atender, a que los no cotizantes no cotizan y la plata de los otros no da abasto, a que existe la inflación, a que hay gastos administrativos y a los errores de gestión sin mala fe que son humanos.

Es al revés de lo que dicen muchos: deberíamos celebrar el esfuerzo financiero y las virtudes de un sistema de salud que ha afiliado a todo mundo, que provee atención con pocos gastos de bolsillo y donde el más humilde tiene la posibilidad de operarse del corazón si gana la lotería que aquí llamamos tutela.

El único defecto serio del sistema es que no se podía mantener. Llevamos 30 años de hacer maromas y pedirle a Pedro para pagarle a Pablo, pero estaba cantando que el sistema se iba a reventar. Esta es precisamente la conclusión de la doctora Corcho… y su remedio sorprendente es reventarlo de una vez: que el Estado se haga carga del muerto, y así salimos de los intermediarios.

A lo cual, por supuesto, se añadían las medidas loables de pagarle mejor al personal de salud, tomar en serio la salud preventiva y abrir hospitales en el medio país donde faltan.

Los congresistas se hicieron los remolones durante 14 meses, pero llegó la hora de la verdad… y utilizaron sus calculadoras. Ni siquiera ellos pudieron pasarse por la faja la aritmética.

El hueco de la corrupción es muy feo, pero el hueco estructural es intapable. Y este Gobierno trata de tapar el uno al mismo tiempo que agiganta el otro.

¿Me dirán irrespetuoso si me acuerdo de ese gran colombiano que escribió: “Vio un montón de tierra que estorbaba el paso/ y unos preguntaban: ¿qué haremos aquí?/ ‘Bobos’, dijo el niño resolviendo el caso:/ que abran un grande hoyo y la echen allí”?

*Director y editor general de “Razón Pública”.

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Reforma a golpes

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07.04.2024

A veces hay explicaciones opuestas que, sin embargo, se refuerzan mutuamente.

Este es el caso de la crisis de salud, donde unos dicen que se robaron la plata y los del frente dicen que la plata no alcanzaba. Pues sucede que las dos cosas son ciertas.

Vamos por partes. Carolina Corcho es una autoridad académica en salud y ha estudiado por años el sistema colombiano, por eso hay que creerle cuando dice que entre enero y diciembre del año pasado se acumuló un faltante de más de $13 billones entre las ocho principales EPS. Platas “que no aparecen” y que en años recientes se han debido buscar en los bolsillos de Carlos Palacino, los de los dueños de Coomeva, de Saludvida, de Capresoca, de Asmet, de los 67 casos comprobados de corrupción entre 2016 y 2020, de los políticos tramposos que montaron el negocio cuando era el gran negocio, de los colados........

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