Perdimos los Juegos Panamericanos de Barranquilla. El Mundial de 1986 no pudimos organizarlo por dos razones básicas: primera, la incapacidad de nuestra dirigencia política de comprometerse con un megaproyecto de largo plazo, y segunda, los cambios estructurales que tuvo el Mundial y la FIFA misma que nos otorgaron la sede en 1974 y la renuncia en 1982. Lo de Barranquilla se relaciona exclusivamente con lo primero. Seguimos teniendo una dirigencia política incapaz de lidiar con proyectos de largo plazo.

Cuando perdimos el Mundial, buena parte del país salió a despotricar contra la FIFA por habernos cambiado las reglas del juego. Una estrategia que apoyaron y promovieron los dirigentes políticos de la época, porque les convenía que la sociedad culpara al de allá, nunca al de acá. En realidad, la inoperancia de Colombia durante ocho años (entre 1974 y 1982) hizo que los cambios que sucedieron en el mundo y en la FIFA nos comieran casi naturalmente.

Aun como presidente electo, Alfonso López Michelsen afirmó en 1974 que “es una vieja aspiración colombiana coronada con éxito.” No se escatimarían esfuerzos para “que esa Copa del Mundo que organizara Colombia se presentara de manera decorosa”. Décadas después, Petro trinaría “los Juegos Panamericanos se harán en todo el Caribe colombiano. Colombia será campeón en medallas”.

Tras años sin hacer nada, Julio César Turbay Ayala, presidente en 1981, sostuvo que: “A mi juicio, el país no tiene dinero suficiente para dedicar entre $10 y $15 mil millones al campeonato de fútbol. Tenemos otras necesidades más importantes que ver jugar fútbol”. Equivale a lo que, según la exministra de Deportes María Isabel Urrutia, Petro le habría dicho: “Le dije al presidente y me dice que eso es mucha plata, me dice que esa plata hay que invertirla donde tenemos que llegar y en el conflicto armado”.

Belisario Betancur, presidente electo, salió en julio de 1982 con que “si el Mundial le ha de servir a Colombia, se hace. Pero si de lo que se trata es de que Colombia deba servirle a la gran empresa comercial que es el Mundial, no se hace”. Por esa época se hablaba ya de las escuelitas y hospitales que se construirían con la plata del Mundial. Petro, aunque tras bambalinas parece no querer los Juegos, no ha sido explícito. Pero gente de su partido sí. Ocampo, representante a la Cámara, escribió en X que con “esos casi $2 billones (que costarían los Panamericanos) podemos garantizarle la práctica deportiva a UN MILLÓN TRESCIENTOS MIL NIÑOS durante cuatro años” (mayúscula en el original). No hubo escuelitas ni hospitales, ni habrá plata para los niños.

Como país, como sociedad, no podemos desarrollar proyectos de largo plazo. En 1982 Colombia intentó aplazar la sede a 1994. Ahora dependemos de una reunión extraordinaria en febrero. El cambio no es más que un eslogan. La diferencia es que antes no pudieron organizar el evento más grande del planeta, ahora son incapaces de girar unos recursos que ya existían.

X @JorgeATovar

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Columna de Jorge Tovar: Desidia Panamericana

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09.01.2024

Perdimos los Juegos Panamericanos de Barranquilla. El Mundial de 1986 no pudimos organizarlo por dos razones básicas: primera, la incapacidad de nuestra dirigencia política de comprometerse con un megaproyecto de largo plazo, y segunda, los cambios estructurales que tuvo el Mundial y la FIFA misma que nos otorgaron la sede en 1974 y la renuncia en 1982. Lo de Barranquilla se relaciona exclusivamente con lo primero. Seguimos teniendo una dirigencia política incapaz de lidiar con proyectos de largo plazo.

Cuando perdimos el Mundial, buena parte del país salió a despotricar contra la FIFA por habernos cambiado las reglas del juego. Una estrategia que apoyaron y promovieron los dirigentes políticos de la época, porque les convenía que la sociedad culpara al de allá, nunca al de acá. En........

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