Juan Carlos Echeverri se preocupa, como tantas otras personas de su generación –la de los baby boomers–, por los jóvenes. Constantemente se dirige a ellos y los interpela a través de sus redes sociales; a veces paternalmente, pero las más de las veces y de forma creciente en los últimos tiempos el influenciador se dirige a la juventud para regañarla, corregirla e incluso burlarse de ella. Siempre con un dejo de sorna busca “poner el dedo en la llaga” y señalar cómo los jóvenes, para él, son casi una especie de subhumanos que no razonan y que están llevando a la humanidad al abismo…

Hace unas semanas este adalid de los valores de antaño citó un texto de Albert Camus en el que el gran pensador francoargelino, nacido en 1913, destacaba los esfuerzos y los sacrificios que había tenido que vivir su generación –la “generación grandiosa”– para beneficio de toda la humanidad. Y sí, la generación de Camus tuvo que vivir en un contexto de dureza y dificultad mucho mayores que las generaciones posteriores (incluida la de los boomers). Empero, con la condescendencia que caracteriza sus comunicaciones públicas, el exministro, exdecano y excandidato asumió las palabras del escritor como si la generación de Echeverri hubiese hecho algo análogo a la de Camus, endosándole a su generación los triunfos de la del escritor francés y recriminándoles una vez más a los jóvenes su supuesta pereza y debilidad.

Como tantas otras gentes nacidas y criadas en los buenos años del siglo pasado, durante el desbordado optimismo posterior a la Segunda Guerra Mundial, la “Generación Yo”, como también es llamada la de Echeverri (de 1946 a 1964), ha podido vivir una vida cómoda, predecible y por tanto fácil, gracias a que heredó, por gracia del esfuerzo de generaciones precedentes, un gigantesco repositorio de riquezas intelectuales, culturales y materiales de sus padres y de sus abuelos. En otras palabras, han vivido de herencias. Y esto no está mal. Lo malo es que el heredero piense que fue él el gestor de la fortuna y se comporte como tal, cuando él es un mero beneficiario de lo que otros hicieron… La generación de los “dirigentes influencers” ha asumido con el tiempo que las grandes gestas de generaciones anteriores les son propias y por eso, sin ningún recato, se han adueñado de los laureles de aquellos que, esos sí, transformaron por su propia bizarría y tenacidad el mundo.

La opulencia que ha rodeado a los boomers los ha tornado en personas acomodadas y también los ha convertido en seres egoístas y sin el más mínimo espíritu crítico (por eso no les cabe en la cabeza que los jóvenes no se porten como ellos quieren). Algunos actúan como niños consentidos, con casi 70 años, acostumbrados a lo largo de sus vidas a que el mundo se acomode a ellos y por ello ni siquiera se esfuerzan en comprender por qué a sus hijos y nietos les toca lidiar con una realidad completamente diferente a la que a ellos les tocó vivir.

Infortunadamente en Colombia el pensamiento conservador está cada vez más desdibujado por sus autoproclamados adalides, muchos de los cuales, como el influencer que cita a Camus para vilipendiar jóvenes, han ido transformando las derechas conservadoras en derechas atávicas, retrógradas, violentas, cortoplacistas y muy peligrosas. Mientras que el conservadurismo implica valorar aquello que ya funciona, proteger las instituciones decantadas por el paso del tiempo para mantenerlas y para que una sociedad perdure, el atavismo pretende perpetuar o traer de vuelta instituciones nocivas, que ya han sido o deberían ser superadas pues han demostrado no ser convenientes para la adecuada evolución de la sociedad (la insistencia en seguir fumigando cultivos ilícitos con glifosato para acabar con el flagelo de las drogas, pongamos por caso, es un reflejo de atavismo).

Tratar de imponerles a las generaciones nóveles dinámicas vetustas o contraproducentes para su propio futuro es injusto, pero sobre todo es estúpido hacerlo desde la ignorancia de la historia, desde la incorporación superficial y deformada de valores de antaño y desde su conveniente utilización, para seguir justificando y manteniendo el atavismo que tanto daño le ha hecho ya a nuestra sociedad.

@Los_Atalayas

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Los “boomers”: del conservadurismo al atavismo

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08.02.2024

Juan Carlos Echeverri se preocupa, como tantas otras personas de su generación –la de los baby boomers–, por los jóvenes. Constantemente se dirige a ellos y los interpela a través de sus redes sociales; a veces paternalmente, pero las más de las veces y de forma creciente en los últimos tiempos el influenciador se dirige a la juventud para regañarla, corregirla e incluso burlarse de ella. Siempre con un dejo de sorna busca “poner el dedo en la llaga” y señalar cómo los jóvenes, para él, son casi una especie de subhumanos que no razonan y que están llevando a la humanidad al abismo…

Hace unas semanas este adalid de los valores de antaño citó un texto de Albert Camus en el que el gran pensador francoargelino, nacido en 1913, destacaba los esfuerzos y los sacrificios que había tenido que vivir su generación –la “generación grandiosa”– para beneficio de toda la humanidad. Y sí, la generación de Camus tuvo que vivir en un contexto de dureza y dificultad mucho mayores que las generaciones posteriores (incluida la de los boomers).........

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