Bueno, esto terminó. Lo que se fue al traste se fue al traste. La revolución quedó exasperada, pero no ofrece ningún peligro, toda vez que ella ya se tomó el poder. Esconde su cara de vergüenza al verse desairada, reconocida y, a todas luces, como torpe e inadecuada. Esto no era un juego, este país a cualquiera le queda grande.

Colombia, a diferencia de Cuba o de Venezuela, es país de tradición democrática. La nación volvió por sus fueros: aquí la violencia se da, pero no se asienta. Eso de primeras líneas (confundiéndose la del metro con la guachafita insolente) funciona para un 9 de abril, lo que, algo más que un recuerdo histórico, es un espanto de algo que no se quiere repetir.

Mire que matar, de la manera más cobarde, a un líder como José Raquel Mercado o a un empresario como Nicolás Escobar Soto y pasar luego a ser amnistiado o, qué tal, ufanarse de haber dado muerte a un hombre como Álvaro Gómez y asentarse en una curul parlamentaria son cosas que nos ocurren, pero ajenas del todo a nuestra estirpe histórica, a nuestra crianza, a nuestra condición natural. Un criminal en Colombia no se da silvestre, generalmente las fuerzas del mal lo conducen a ello.

Después de meses de incertidumbre, que no cesa del todo pues el mal, como digo, está en el poder y usará la venganza, hay un respiro de alegría, a la que somos muy dados. Se ven cosas muy buenas en el país. Gente que nos sorprende a cada paso, una ruralidad pura, sí que refugiada o desplazada, pero aún húmeda y fresca, si retorna a su hábitat, como ha de hacerlo, en un país extensísimo. Quiero decir que hay paz en algunos lugares, la paz de Dios, antes de que la contaminara el principio del mal o el “diablo”, como dijera con naturalidad doña Margarita de Gómez, diablo que calienta curul en el Senado de la República.

No es muy claro, por supuesto, que todo esto pueda revertirse y que este Gobierno permita lo que otros de su clase no permiten, la alternabilidad en el poder, llegado el término de su gestión, pero el reversazo del 29 pasado dio a entender que aún es posible recuperar el país caído en manos del “diablo”.

Un Galán tranquilo, como un tímido niño, está a favor de días apacibles sin gritería estridente y un Federico Gutiérrez, Fico, muy en su natural paisa, recobrando un Medellín sin resentimientos ni injerencias capitalinas. Antioquia colabora y es institucional como eje principal de la república. Antioquia manda con sus presidentes, sus hombres de empresa, periodistas y religiosos. Soy de los que no ven inconveniente que un elegido alcalde, luego de magnífica gestión, vuelva a la aspiración presidencial. Y no se diga que eso no está en la mente de muchos.

Esta nación vuelve. Ella regresa y seguro que aportes nuevos le habrá hecho la ojalá corta incursión de un socialismo tan poco amistoso como nada conciliador.

QOSHE - Desglosando - Lorenzo Madrigal
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06.11.2023

Bueno, esto terminó. Lo que se fue al traste se fue al traste. La revolución quedó exasperada, pero no ofrece ningún peligro, toda vez que ella ya se tomó el poder. Esconde su cara de vergüenza al verse desairada, reconocida y, a todas luces, como torpe e inadecuada. Esto no era un juego, este país a cualquiera le queda grande.

Colombia, a diferencia de Cuba o de Venezuela, es país de tradición democrática. La nación volvió por sus fueros: aquí la violencia se da, pero no se asienta. Eso de primeras líneas (confundiéndose la del metro con la guachafita insolente) funciona para un 9 de abril, lo que, algo más que un recuerdo histórico, es un espanto de algo que no se quiere repetir.

Mire que........

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