Quién lo dice, cuándo lo dice, por qué lo dice, tal es el quid de la cuestión. Quisiera establecer por qué razón se valoran tanto los relatos que en materia criminal expresan quienes han ejercido la criminalidad.

Lo que a mí me ha parecido siempre es que la opinión de alguien vale por sus antecedentes personales, no, como está ocurriendo, que mientras más truculenta sea su historia más aceptable es su versión de los hechos. Saltan los exconvictos a la palestra con sus libros: ¿qué mejor oportunidad de lucrar que dar a la publicidad una escandalosa historia, cuánto mejor si lleva nombres propios y excelsos?

Algo así es lo que al parecer ocurre con el caso Lehder, quien en explayado ejercicio literario (400 páginas que lo más posible es que no vaya a leer) menciona a los expresidentes Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur como beneficiarios del apoyo narco en sus respectivas campañas electorales a la Presidencia. Vaya. En tantos ires y venires y acusaciones de unos y de otros no quedará en este país títere con cabeza. Hay que saber muy bien quién lo dice y cuándo se dice. Pareciera que mientras más tarde se cuentan las cosas y más largo ha sido el cautiverio tras el cual se dicen, más asombrosa sería la revelación.

Alguien chistoso me comentó cuál sería el asombro de la desaparecida “monja de Palacio”; recordaba aquel dibujo periodístico, que por cierto fascinaba al presidente Betancur. Bueno, no vamos a hacer caricaturas en estas notas, puesto que una cosa y muy seria son y otra muy distinta aquellos ya empolvados dibujos.

Refiriéndonos a él muy de pasada, Belisario fue, por cierto, hombre muy bueno, noble, intelectual y afectuoso. Perseguido, sí, por las mafias, a quienes enfrentó con la extradición hasta entonces negada. Habrá que abandonar esa costumbre de destruir imágenes que el país consagró, con base en el testimonio inicuo de algún participante en los actos delictuosos.

Parecemos empeñados en infligirnos autodescrédito, con novelas narcotizadas o con estos golpes literarios de los excapos, convertidos en figuras icónicas, que dañan la reputación de nuestros líderes.

Toda expresión libre, la de prensa y de todo aquello en cuanto podamos ser libres, es nuestro credo, pero reflexionemos, los que podamos, en medio de esta desesperada descalificación de todos y de todo, no se diga ahora cuando se trata de cambiar lo establecido por el solo hecho de cambiar. Porque todo parece venirse abajo, dicen que vamos hacia una recesión económica, valores democráticos empiezan a ponerse en juego, ya hay prensa oficialista y distintos factores de poder van siendo cooptados por el Ejecutivo central. Ya se va Barbosa, el fiscal altivo, vuelto nada por el nuevo régimen, y le quedan pocos meses a la procuradora Cabello. Triste panorama hacia la dictadura.

QOSHE - El valor de una opinión - Lorenzo Madrigal
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El valor de una opinión

3 0
22.01.2024

Quién lo dice, cuándo lo dice, por qué lo dice, tal es el quid de la cuestión. Quisiera establecer por qué razón se valoran tanto los relatos que en materia criminal expresan quienes han ejercido la criminalidad.

Lo que a mí me ha parecido siempre es que la opinión de alguien vale por sus antecedentes personales, no, como está ocurriendo, que mientras más truculenta sea su historia más aceptable es su versión de los hechos. Saltan los exconvictos a la palestra con sus libros: ¿qué mejor oportunidad de lucrar que dar a la publicidad una escandalosa historia, cuánto mejor si lleva nombres propios y excelsos?

Algo así es lo que al parecer ocurre con el caso Lehder, quien en explayado........

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