Es poco probable que la presión del “proceso constituyente” anunciado por el presidente incidiera en la increíble volteada de senadores liberales que, por ahora, han dado el visto bueno a la reforma pensional. ¿Se extenderá esa nueva actitud hacia las demás propuestas de reforma? ¿Se reconstruirá la coalición que el año pasado el mismo presidente enterró?

¿Es el “poder constituyente” invocado por el presidente un poder alternativo, y de ser necesario, opuesto a las instituciones del Estado? Luego de su deliberadamente ambiguo anuncio, importantes dirigentes lo han calificado como un golpe de Estado haciendo necesarias explicaciones públicas del ministro Velasco, según las cuales si convoca a una constituyente el gobierno respetará las normas constitucionales, cómo si se tratara de alguna concesión o una decisión opcional.

Después de lo visto pocos le creen.

La aclaración era indispensable, pero no es suficiente pues el mismo presidente propuso luego un nuevo sofisma acerca de formas y contenidos sobre el que tampoco se ha expresado, como acostumbra, con claridad, poniendo en evidencia una metódica opacidad en el discurso. Cada uno de sus seguidores seguirá pensando lo que su imaginación le indique mientras el resto del país podrá interpretar que la propuesta significa una ruptura institucional al utilizar, según su particular interpretación, mecanismos como las asambleas populares y los cabildos abiertos en lugar del Congreso.

Siguiendo los mecanismos constitucionales la propuesta de constituyente no tiene pies ni cabeza. Se ha tratado de un cuento comenzando porque el Gobierno no tenía, como no tiene desde su posesión, mayorías en el Congreso. Tampoco en la opinión para respaldarla y los tiempos, dentro de su periodo de gobierno, no son suficientes. Se necesitan, entre otros procedimientos, dos vueltas en Cámara; dos en Senado y un referendo en que, como están las cosas, perdería.

Pero si la propuesta de una asamblea constituyente, por falta de tiempo y de popularidad, era y sigue siendo poco realista, esgrimir el “proceso constituyente” como amenaza, ha sido un gana-gana. Si las circunstancias, nuestras instituciones y los colombianos lo permiten podríamos repetir el proceso venezolano, con régimen incluido ad infinitum. Si no, habrá sido una espada de Damocles sobre el Congreso y las instituciones acerca de lo que puede ocurrir si no se aprueban sus propuestas de reforma. Finalmente, si no funciona como realidad ni como amenaza, el “proceso constituyente” hará las veces de unas primarias hacia 2026 impulsando al candidato petrista con el argumento de, “ahora sí”, realizarla. Desde su elección el presidente ha utilizado su cargo como tribuna para seguir en campaña. En cualquiera de los escenarios descritos la propuesta es un rentable gana-gana.

A casi dos años de elegido hemos podido observar, al menos, dos presidentes. Uno que se declara y reclama como demócrata asumiendo banderas de una nueva izquierda ambientalista que combina, simultánea y contradictoriamente, con evocaciones a desactualizadas propuestas de Gaitán hace casi 100 años y al fracasado socialismo del siglo pasado. Otro, autoritario y repetidamente incomodo con los controles del sistema, que, como en el caso de la presión y enclaustramiento a la Corte Suprema de Justicia, promueve y esgrime la movilización popular, ya no para reclamar “libertades” sino como amenaza. Cada vez que puede ofende y degrada a los medios, las cortes y a los demás contrapesos del sistema político. ¿Cuál de los dos Petros agilizó la reforma pensional? Ninguno. “Logro” del ministro Velasco quien, con los argumentos de la vieja política, movió los votos de los liberales. ¿Magia o, simplemente, mermelada?

La negociación al detal con congresistas liberales, de la U y del partido Conservador le han dado a Velasco y a Petro, luego de una reforma tributaria que le debemos exclusivamente a Ocampo, una pírrica “victoria”, pero no significa una resurrección de la coalición ni la aprobación, a pupitrazos, de las demás reformas. Nuestros políticos no tienen vocación suicida. El costo por pagar sería muy alto. Las elecciones de 2026 están cada día más cerca y no quieren situarse en la foto al lado de quienes ya son sindicados por las consecuencias desastrosas de sus acciones en la salud pública, la inseguridad rampante y el desgobierno, anticipándose como clarísimos perdedores.

@herejesyluis

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La amenaza de Constituyente y las reformas

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22.04.2024

Es poco probable que la presión del “proceso constituyente” anunciado por el presidente incidiera en la increíble volteada de senadores liberales que, por ahora, han dado el visto bueno a la reforma pensional. ¿Se extenderá esa nueva actitud hacia las demás propuestas de reforma? ¿Se reconstruirá la coalición que el año pasado el mismo presidente enterró?

¿Es el “poder constituyente” invocado por el presidente un poder alternativo, y de ser necesario, opuesto a las instituciones del Estado? Luego de su deliberadamente ambiguo anuncio, importantes dirigentes lo han calificado como un golpe de Estado haciendo necesarias explicaciones públicas del ministro Velasco, según las cuales si convoca a una constituyente el gobierno respetará las normas constitucionales, cómo si se tratara de alguna concesión o una decisión opcional.

Después de lo visto pocos le creen.

La aclaración era indispensable, pero no es suficiente pues el mismo presidente propuso luego un nuevo sofisma acerca de formas y contenidos sobre el que tampoco se ha expresado, como acostumbra, con claridad, poniendo en........

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