Aplicando el modelo polarizador gobiernos como el de Trump, Putin y los separatistas catalanes, han logrado “avanzar” en sus agendas, con consecuencias conocidas contra la democracia. Las coincidencias con lo que ocurre en Colombia son asombrosas y los resultados igualmente desestabilizadores, aunque pírricos, como se observa en la última encuesta de Invamer.

Desde el punto de vista teórico el modelo es, más bien, sencillo, pero no por ello menos dañino para las instituciones. No es un invento colombiano y desde hace rato se encuentra patentado, aunque lo desconozca un minoritario número de incautos convertidos en candorosas marionetas. Luego de identificar las divisiones sociales y políticas en una sociedad, se crean narrativas de dos variables mediante falsas y simples dicotomías del tipo “nosotros contra los demás”; “mis cifras contra las de los otros”; “mi verdad contra las demás”, promoviendo miedo y desconfianza hacia “los otros”. Así, se manipulan emociones, sentimientos y prejuicios negativos creando conflictos y crisis artificiales. La estrategia busca, entre otros objetivos, deslegitimar a la “oposición”, uno de los ejes del modelo, al punto que sus autores –desde Maquiavelo- recomiendan que si la oposición no existe debe crearse en forma de enemigos internos o externos. Movilizaciones, confrontación y un permanente desafío a las instituciones y a quien se pueda -como lo hemos vivido en Colombia- también son un componente fundamental.

Luego de la derrota en las elecciones regionales la aprobación del presidente descendió hasta unos mínimos históricos en diciembre para llegar a un piso de 26 %. El gobierno, aplicando su estrategia, reaccionó dando apertura a las próximas presidenciales, una atmosfera en la que se siente cómodo. En esa perspectiva está nombrando “cuadros” puramente políticos, en una perspectiva claramente electoral, en altos cargos con abundante presupuesto. Ahora su aprobación señala un 35 %, lo que significa una recuperación dentro de su propio electorado, pero está lejos del 50,4 % con que ganó las presidenciales o del 56 % logrado en agosto de 2022. Mientras tanto, un 62 % considera que la paz total va por “mal camino” y un 63 % que en Colombia las cosas están “empeorando”.

Claramente el presidente recuperó parte de su electorado, pero no de los sectores de centro e incluso de derecha que le acompañaron en las presidenciales. La encuesta de Invamer se realizó entre el 16 y el 25 de febrero, en pleno periodo de efervescencia y agitación -antes, durante y después- de las movilizaciones convocadas por diferentes entidades del gobierno y trabajadores oficiales para presionar la elección de la nueva fiscal. Un escenario propicio en el que se aplicaron todas las recetas del modelo polarizador enunciadas arriba. En el mano a mano “nosotros contra ellos” la imagen presidencial mejoró, obviamente, entre sus seguidores. A su interior prospera la polarización. Están equivocados quienes consideran que el presidente improvisa en sus trinos los que, en realidad, son siempre consecuentes con su estrategia.

De manera espontánea sectores de una oposición desarticulada e incipiente pretendieron responder convocando plantones y movilizaciones alternativas de manera ingenua, lo que confirma su inexistencia o grado de desorientación. Desconocer la capacidad de articulación, consistencia y solidez del modelo polarizador no puede ser menos que una actitud reactiva y cándida, que ayuda a la ruptura del orden institucional al caer en las redes de la confrontación callejera. ¿Solucionaremos alguno de nuestros problemas gritándonos en las calles y confrontando unos contra otros?

La Constitución es un acuerdo que nos regula y une a todos. Una oposición constructiva debería ampararse en ella y en el respeto y funcionamiento de las instituciones, mientras aún existan, en cambio de confrontarlas con el expediente de la movilización callejera utilizado para desconocerlas. En Colombia, con inconvenientes, afortunadamente subsisten todavía, como recordó la semana pasada el inescrutable presidente del Congreso.

@herejesyluis

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Las pírricas rentas de la polarización

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04.03.2024

Aplicando el modelo polarizador gobiernos como el de Trump, Putin y los separatistas catalanes, han logrado “avanzar” en sus agendas, con consecuencias conocidas contra la democracia. Las coincidencias con lo que ocurre en Colombia son asombrosas y los resultados igualmente desestabilizadores, aunque pírricos, como se observa en la última encuesta de Invamer.

Desde el punto de vista teórico el modelo es, más bien, sencillo, pero no por ello menos dañino para las instituciones. No es un invento colombiano y desde hace rato se encuentra patentado, aunque lo desconozca un minoritario número de incautos convertidos en candorosas marionetas. Luego de identificar las divisiones sociales y políticas en una sociedad, se crean narrativas de dos variables mediante falsas y simples dicotomías del tipo “nosotros contra los demás”; “mis cifras contra las de los otros”; “mi verdad contra las demás”, promoviendo miedo y desconfianza hacia “los otros”. Así, se manipulan emociones, sentimientos y prejuicios negativos........

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