Un presidente que se promueve como líder humano, ambientalista y generador de paz contrasta con el que, sin contar aun con la fiscal derivada de su terna, ya empieza a judicializar a sus contradictores por delitos de opinión; ningunea a la Procuraduría e intenta desconocer, a conveniencia, a las cortes, el Congreso y el Consejo Nacional Electoral, contrapesos naturales en los sistemas democráticos.

Para un presidente elegido popularmente, que se supone abanderado de la democracia, resulta extraño su prolongado silencio sobre los atentados de Hamás. Sobre las nuevas argucias de la dictadura venezolana al desconocer a María Corina Machado y a todo quien se le oponga. Luego de ¡¡26 años!!

Las distancias entre los dos Petros son notables.

Como tituló el editorial de El Espectador el pasado miércoles, existen principios democráticos que no se pueden escribir con medias tintas. En un periodo caracterizado por la contradicción abierta entre democracia y autoritarismo, menos. Toca, sin ambigüedades, tomar partido, presidente. Si tenemos motivos para celebrar, es la constitución y las instituciones que le permitieron llegar al gobierno y usted se comprometió a respetar y no la toma armada y la barbarie del palacio de justicia. La espada de Bolívar confrontó a una tiranía y no a una raza o credo, como piensan algunos.

Las democracias se encuentran en desventaja frente al autoritarismo. El abuso de las redes y del “Estado de opinión” desde estos gobiernos han hecho factible el surgimiento de “verdades alternativas”, basadas en falsas narrativas, sobre las que cabalgan hace 26 años la dictadura venezolana y hace 24 la de Putin, quien acaba de modificar las reglas para quedarse hasta 2036. Se trata de mantenerse en el poder a cualquier costo a punta de versiones edificadas sobre el desconocimiento e ignorancia de sus seguidores y falta de deliberación e irrespeto permanente del Estado de derecho. Así, sus verdades alternativas terminan arrollando la verdad objetiva; la verdad legal y la verdad institucional. La verdad alternativa, en manos de gobiernos sin contrapesos, se convierte en absoluta.

Confrontadas con los hechos las narrativas se esfuman. Entonces son cambiadas por variaciones o sustituidas por otras. Común denominador en los gobiernos autoritarios es la judicialización de la opinión divergente.

Un ejemplo concreto del uso de verdades alternativas y narrativas ha sido el envenenamiento del exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia en el Reino Unido en 2018. A pesar de la evidencia abrumadora presentada por las autoridades británicas y otros países occidentales que apuntaban a la participación de agentes rusos en el ataque con un agente nervioso, el gobierno ruso ha promovido múltiples teorías de conspiración y “verdades alternativas” para negar su responsabilidad y desacreditar la versión oficial de los hechos.

Aún más cerca, en nuestra propia entraña, en Venezuela, el dictador Maduro ha promovido activamente la narrativa de que las elecciones en Venezuela son libres y justas, a pesar de las pruebas que, cada vez, sugieren lo contrario, como ocurre ahora con María Corina. Esta “verdad alternativa” busca cambiar la percepción pública tanto a nivel nacional como internacional, desacreditando así la verdad objetiva sobre la integridad de los procesos electorales socavando la confianza en las instituciones democráticas. Se trata de 26 años de desastre y dolor. Antes fue Leopoldo López y el exilio de 7,5 millones de venezolanos. Ahora es María Corina. ¿Habrá mañana?

Petro guarda silencio.

¿Intentamos replicar en Colombia los malos ejemplos de Venezuela y Rusia, construyendo una narrativa que permita castrar a las instituciones diferentes al propio gobierno y las voces de la oposición? La descalificación, por anticipado, y el desacato de las funciones de la Procuraduría, componente fundamental de nuestro ordenamiento legal, para ser sustituidas por narrativas no invitan al optimismo. Tampoco las versiones de un supuesto golpe blando que pretende justificar desbordamientos del ejecutivo. No es un golpe investigar eventuales violaciones de los topes de la elección presidencial. El presidente debe definir su propia versión de un gobernante respetuoso de la ley que permitió su elección y no la que él imagina. Un presidente que construye con su ejemplo y no con narrativas que le sirvieron para llegar al gobierno, pero, claramente, no le alcanzan para gobernar, como demuestra la nueva crisis ministerial en ciernes.

Posdata: Las razones de la renuncia del director de planeación, Jorge Iván González, según las cuales el cumplimiento de “las metas del Plan Nacional de Desarrollo no es posible sin el concurso de todos los alcaldes y gobernadores, y sin el aporte de las organizaciones gremiales”, frecuentemente confrontadas y segregadas por el presidente, confirman las contradicciones al interior del propio gobierno e inevitablemente recuerdan a los exministros Gaviria, López y Ocampo. ¿Puede presentarse como liberal -y dar consejos a los liberales- quien no admite controversias ni siquiera al interior de su propio gobierno?

@herejesyluis

QOSHE - Los dos Petros - Luis Carvajal Basto
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Los dos Petros

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05.02.2024

Un presidente que se promueve como líder humano, ambientalista y generador de paz contrasta con el que, sin contar aun con la fiscal derivada de su terna, ya empieza a judicializar a sus contradictores por delitos de opinión; ningunea a la Procuraduría e intenta desconocer, a conveniencia, a las cortes, el Congreso y el Consejo Nacional Electoral, contrapesos naturales en los sistemas democráticos.

Para un presidente elegido popularmente, que se supone abanderado de la democracia, resulta extraño su prolongado silencio sobre los atentados de Hamás. Sobre las nuevas argucias de la dictadura venezolana al desconocer a María Corina Machado y a todo quien se le oponga. Luego de ¡¡26 años!!

Las distancias entre los dos Petros son notables.

Como tituló el editorial de El Espectador el pasado miércoles, existen principios democráticos que no se pueden escribir con medias tintas. En un periodo caracterizado por la contradicción abierta entre democracia y autoritarismo, menos. Toca, sin ambigüedades, tomar partido, presidente. Si tenemos motivos para celebrar, es la constitución y las instituciones que le permitieron llegar al gobierno y usted se comprometió a respetar y no la toma armada y la barbarie del palacio de justicia. La espada de Bolívar confrontó........

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