En la Bogotá de ayer, la Semana Santa era una época de introspección y de meditación. Prácticamente toda actividad que no fuera de alto significado más o menos religioso se suspendía y todo se dedicaba a subrayar la solemnidad de esas fechas. Los cines de la ciudad dejaban su programación habitual y la cambiaban por cintas de temas que tuvieran que ver con temas afines a la fecha aunque algunas veces creían que todo lo que tuviera tinte antiguo podía proyectarse. Por eso abundaban los reestrenos de películas como ¿Quo Vadis?, Ben Hur, Los diez mandamientos y una que otra biografía cinematográfica de algunos santos. La novicia rebelde figuraba entre estas programaciones con frecuencia, así este filme poco de religioso tenía. Había un promotor teatral llamado Pepe Montoya que todos los años montaba durante Semana Santa una pieza llamada El mártir del calvario que avivaba los sentimientos religiosos del público y que debía ser de gran éxito a juzgar por su repetición anual.

Las radiodifusoras también se ponían serias y en lugar de la programación habitual de porros y congas se dedicaban a transmitir música clásica, con resultados a veces pintorescos. Por ejemplo una vez una de esas emisoras programó el Brindis de La Traviata de Verdi (trozo bastante poco pio) que se presentaba como una selección de la ópera “La traviesa”, una traducción macarrónica del título, inesperadamente apropiada. Curiosamente nunca se les ocurría transmitir obras del repertorio religioso, quizá porque no las tenían en sus discotecas.

Las cosas comenzaron a cambiar cuando la inolvidable Fanny Mikey resolvió hacer el primero de sus festivales de teatro en Semana Santa. El éxito que tuvo mostró que el público estaba sediento de cosas para hacer en esa efemérides aunque en el primer festival elementos fanáticos que protestaban por el sacrilegio de presentar algo secular n esas fechas pusieron una bomba en uno de los teatros. Por mucho tiempo, cada dos años, los festivales de teatro fueron en esas fechas sin que el interés bajara hasta que el festival desapareció a los pocos años de la muerte de Fanny. Últimamente el Teatro Santo Domingo ha organizado en la temporada festivales de música cada dos años (la idea original era alternar con el festival de teatro, cuando este existía) con muy buen criterio de programación y gran acogida de las audiencias.

Ya la Semana Santa, entonces, ha perdido esa introspección que existió por mucho tiempo, las emisoras y los cines siguen con sus programaciones habituales y a nadie se le ha ocurrido reemplazar los espectáculos de Pepe Montoya. Eso quiere decir que en últimas, la ciudad ha perdido ese carácter parroquial que tenía y que los interesados pueden encontrar mucho para hacer en estas fechas.

QOSHE - Las semanas santas de ayer - Manuel Drezner
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Las semanas santas de ayer

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06.04.2024

En la Bogotá de ayer, la Semana Santa era una época de introspección y de meditación. Prácticamente toda actividad que no fuera de alto significado más o menos religioso se suspendía y todo se dedicaba a subrayar la solemnidad de esas fechas. Los cines de la ciudad dejaban su programación habitual y la cambiaban por cintas de temas que tuvieran que ver con temas afines a la fecha aunque algunas veces creían que todo lo que tuviera tinte antiguo podía proyectarse. Por eso abundaban los reestrenos de películas como ¿Quo Vadis?, Ben Hur, Los diez mandamientos y una que otra biografía cinematográfica de algunos santos. La novicia rebelde figuraba entre estas programaciones con........

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