Esta pequeña ciudad en el estado de Utar Pradesh, al norte de India, ha sido por décadas el foco más álgido del enfrentamiento entre musulmanes e hindúes, un lugar donde chocan narrativas religiosas e identitarias y hechos históricos. Esta semana en Ayodhya, la que visitamos en 2011, el primer ministro de la India, Narendra Modi, del etno-nacionalista partido hinduista BJP, inauguró en fastuosa ceremonia el templo al Dios Rama, cumpliendo así con una de las promesas más explosivas de su campaña electoral.

El lugar donde se erigió el nuevo santuario hinduista fue escenario en 1992 de la destrucción total de la mezquita Babri Masjid por una horda de decenas de miles de radicales hinduistas que a pica y martillo la hicieron polvo. Esta, a su vez, había sido construida en el siglo XVI por el emperador Babur, fundador del imperio Mogol, en el lugar donde se erigía un templo en honor al dios Rama una de las más importantes deidades del panteón hinduista, tras la llegada de musulmanes de Asia Central al subcontinente. La destrucción del Babri desató disturbios a lo largo y ancho de India que dejaron un saldo de unos dos mil muertos, la mayoría musulmanes.

Desde el arribo de los primeros conquistadores árabes al subcontinente indio en el siglo VII, continuando con las invasiones musulmanas desde Asia Central y por el océano Indico a Bengala, la historia del subcontinente indio ha estado signada por la presencia de estas dos identidades religiosas, hinduistas y musulmanes, en ocasiones enfrentadas, en otras conviviendo pacíficamente.

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Los británicos, que en 1957 destruyeron los últimos vestigios del imperio Mogol e impusieron el dominio directo desde Londres, hoy usaríamos el término anexión, fomentaron activamente el enfrentamiento entre ambas comunidades, aplicando el “divide e impera”. La presencia británica concluyo en 1947 en medio de la anarquía y enfrentamientos violentos entre ambas comunidades, con un decreto del parlamento británico que estableció la partición de la India en dos Estados, India y Pakistán, uno de los más aciagos legados de los que fuese el gran imperio.

En 2019, el Tribunal Supremo de Justicia de la India condenó severamente la destrucción del Babri Masjid, sin embargo, permitió la construcción en ese mismo terreno del nuevo templo a Rama, asignándole a los musulmanes un lugar cercano para su Masjid, lo cual en la práctica significó que el más alto tribunal avaló la narrativa hinduista.

La ceremonia contó con la presencia del quién es quien de la nueva India, un Estado constitucionalmente secular, rindiéndole honor al Dios Rama, cuya efigie de la deidad a sus cinco años adorna prominentemente el Santo Sanctorum del nuevo templo.

Modi enfrenta este año al electorado buscando su seguro tercer mandato consecutivo, agitando, como ha sido su tradición, las banderas del nacionalismo religioso hinduista y una poco disimulada hostilidad a la minoría musulmana, unos 180 millones. Hace unos meses, Modi había derogado el estatus especial de Cachemira, convirtiendo la conflictiva región en simplemente dos territorios federales, otra gran victoria de los nacionalistas del BJP.

Los dioses le han sonreído a Modi en los últimos años. Además del nuevo templo en Ayodhya, convirtió a la India en potencia espacial, la economía va viento en popa y graduó al país de potencia geopolítica. Podría decirse que Narendra Modi ha restaurado el destino manifiesto de la nación.

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Ayodhya

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24.01.2024

Esta pequeña ciudad en el estado de Utar Pradesh, al norte de India, ha sido por décadas el foco más álgido del enfrentamiento entre musulmanes e hindúes, un lugar donde chocan narrativas religiosas e identitarias y hechos históricos. Esta semana en Ayodhya, la que visitamos en 2011, el primer ministro de la India, Narendra Modi, del etno-nacionalista partido hinduista BJP, inauguró en fastuosa ceremonia el templo al Dios Rama, cumpliendo así con una de las promesas más explosivas de su campaña electoral.

El lugar donde se erigió el nuevo santuario hinduista fue escenario en 1992 de la destrucción total de la mezquita Babri Masjid por una horda de decenas de miles de radicales hinduistas que a pica y martillo la hicieron polvo. Esta, a su vez, había sido construida en el siglo XVI por el emperador Babur, fundador del imperio Mogol, en el lugar donde se erigía un templo en honor al dios Rama una de las más importantes deidades del panteón hinduista, tras la llegada de musulmanes de Asia Central al........

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