Eso se está haciendo con la floreciente industria del turismo sin chimeneas, que tuvo el año pasado una bonanza nunca antes vista en nuestro país. Hoteles a reventar, escenarios turísticos repletos, restaurantes “tuquios” de gente, playas y montañas en las que no cabía ni un alma, turismo ecológico con muchedumbres y una gastronomía que se convirtió en una actividad bastante lucrativa.

No solo hay visitantes encopetados. También el mal llamado turismo chancletero —que gasta y harto en posadas y hostales— aportó sus buenos millones a esta actividad que merecería mayores estímulos gubernamentales, tal como sucede incluso en nuestros países vecinos.

Sin caer en las exageraciones del presidente Petro, quien llegó a afirmar que el turismo reemplazaría los ingresos provenientes del petróleo, este boom está adquiriendo un lugar destacado en nuestra economía y creciendo a un ritmo acelerado, pese a la recesión que se nos vino encima.

Hay, sin embargo, una sed tal de ambición y estupidez, que quienes viven de esta actividad están atentando en materia grave contra su desarrollo. La manida frase que reza: “Turista satisfecho trae más turistas” es una utopía, porque los abusos que se están cometiendo con nuestros visitantes sobrepasan los límites del descaro y las estafas.

Paseos en lancha de una hora los cobran a $8 millones por persona, una papaya playera la venden en $100.000 la porción, habitaciones hoteleras a $5 millones la noche y pasanoches a $1 millón por pareja, langostas a $1 millón, avistamiento de pájaros a $500.000 —aparezcan o no aparezcan— y ni hablar de los tiquetes aéreos, que están por la estratósfera. Esta es una incompleta muestra de la explotación descarada de abusadores que bien merecen multas, cierres y cárceles.

Aquí el Estado debe actuar con rapidez y eficiencia. Nuestros visitantes pendejos no son y, así caigan unos pocos, no volverán jamás a estas tierras. Lo peor es que darán las más malas referencias de acuerdo con lo que les sucedió. Qué espera el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo para actuar.

QOSHE - Matando la gallina de los huevos de oro - Mario Fernando Prado
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Matando la gallina de los huevos de oro

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05.01.2024

Eso se está haciendo con la floreciente industria del turismo sin chimeneas, que tuvo el año pasado una bonanza nunca antes vista en nuestro país. Hoteles a reventar, escenarios turísticos repletos, restaurantes “tuquios” de gente, playas y montañas en las que no cabía ni un alma, turismo ecológico con muchedumbres y una gastronomía que se convirtió en una actividad bastante lucrativa.

No solo hay visitantes encopetados. También el mal llamado turismo chancletero —que gasta y harto en posadas y hostales—........

© El Espectador


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