Hace un poco más de 40 años Rodrigo Escobar Navia —ya fallecido— llegó a la Alcaldía de Cali. Después se convertiría en ministro de Gobierno, de Educación y en una de las personalidades más importantes de esta región del país.

Fue él quien se inventó eso del civismo caleño, luego de que en una reunión alguien —cuyo nombre quiero omitir— le dijera que Cali no tenía con qué y Escobar Navia respondió: “Pero sí tiene con quién”. De inmediato la frase tomó vuelo y dio nacimiento en ese instante a un eslogan y, con él, a una gran cruzada que retomó la herencia dejada por los Juegos Panamericanos que le cambiaron la cara a la capital vallecaucana.

Lecciones como hacer cola para subirse a los vetustos buses y consignas para motivar a los caleños a barrer hacia dentro —como las inolvidables “Cali limpia, Cali linda” y “No sea mugre con Cali”— crearon un movimiento cívico ejemplar y ejemplarizante.

Fueron esos los años maravillosos de la Sultana del Valle, que desafortunadamente se perdieron y de los que no quedó sino un recuerdo añorado que inútilmente se dejó morir.

El resultado: los caleños y los venidos aquí son ajenos al entorno, a su esencia y sus tradiciones, sin ningún sentimiento de pertenencia, totalmente importaculistas, permeados por el baile de máscaras de la salsa, el demonio y la carne, el dinero fácil y el narcotráfico que puso patasarriba los valores y las conciencias.

Pero, como “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, de las cenizas está renaciendo de nuevo ese civismo que aún sigue latente en miles de caleños de nacimiento y de adopción. Eso lo acabamos de ver y disfrutar a comienzos de esta semana, cuando casi que improvisadamente el alcalde Éder exhortó a sus conciudadanos a una jornada de limpieza de calles y andenes.

El resultado fue memorable y emocionante. Olvidando diferencias políticas, sociales, económicas y étnicas, hombres y mujeres de todas las edades, escoba y brocha en mano, limpiaron sus cuadras y enlucieron fachadas y muros, en colaboración con la Gobernación, Propacífico, los medios de comunicación, las redes sociales y otras entidades de carácter cívico.

Fue tal el resultado que ya se están programando otras jornadas en los demás barrios de Cali. Como también el buen ejemplo cunde, se espera que esta semillita germine y mi Cali bella vuelva a ser la capital cívica de Colombia.