En el referendo del pasado domingo, en donde los venezolanos aprobaron la anexión de 160.000 km² que componen el territorio denominado el Esequibo, la probabilidad de un conflicto armado entre Venezuela y Guyana para algunos pareciera ser más inminente. Guyana solo tiene 800.000 habitantes contra los 30 millones de Venezuela. La pregunta de fondo es ¿qué hace Venezuela, que supuestamente tiene las mayores reservas de crudo del mundo, buscando invadir un país mucho más pequeño, cuyas reservas son considerablemente inferiores a las suyas? Guyana, dada la incapacidad y corrupción de la petrolera estatal PVDSA, muy seguramente va a producir en los próximos años más petróleo que Venezuela. Según el periodista Douglas Farah, “el Gobierno venezolano está desesperado por explotar nuevas reservas de petróleo distintas al crudo pesado que suele procesar, de menor valor y más caro de producir”.

En opinión de este columnista, la intención de Maduro y de los chavistas no es invadir Guyana para explotar sus yacimientos petrolíferos. En primer lugar, porque las Fuerzas Armadas de Venezuela, por más apoyo que tengan de sus compinches del ELN y de las disidencias de las FARC, no tienen la capacidad de invadir y tomar control sobre 160.000 km². En segundo lugar, PVDSA tampoco tiene la capacidad de explotar los yacimientos de Guyana. Y en tercer lugar, porque en el muy remoto evento de que invadieran a Guyana y explotaran ese petróleo, la venta en los mercados mundiales de su crudo sería casi imposible ante el rechazo mundial de una agresión venezolana. Lo que ocurre es que Maduro y los chavistas están arrinconados. Con un 15 % de aprobación, y un rechazo mundial a la burda descalificación de opositores como María Corina Machado, en unas elecciones limpias Maduro sale de Miraflores. A Maduro solo le quedaba la alternativa de un golpe de opinión, que, combinado con la trampa que piensan hacer en las próximas elecciones, le dé una mínima posibilidad de mantenerse en el poder. Acudir al más craso patriotismo ha sido y siempre será el principal recurso de los sinvergüenzas.

Colombia no puede permanecer indiferente a lo que está pasando con Guyana. Aunque poco probable por ahora, Maduro y Diosdado también pueden impulsar un referendo para declarar a La Guajira y parte del mar colombiano como venezolanos, incorporándolos en el mapa de su territorio como Estado, y dándoles cédula de identidad venezolana a los habitantes de esta zona. Reza el refrán que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Sería importante que, en caso de tener Cancillería en Colombia, empezáramos a mirar este escenario. Mal que bien, ya hay dos ejércitos colombo-venezolanos operando en ambos países: el ELN y las disidencias de las FARC.

Apostilla 1: Razón tenía el ministro Velasco en haber exigido que las cabezas de los hospitales públicos fueran nombradas no por sus méritos, sino a dedo por los alcaldes y gobernadores. De una vez, ¡que a los cirujanos y otros médicos también los nombren a dedo!

Apostilla 2: Desacierto el de una columnista de descalificar a un colega simplemente porque escribe en un medio cuya ideología no comparte. ¡Solidaridad con Alberto Donadío!