La marcha de protesta -por decir lo menos- del pasado domingo contra el desgobierno de Gustavo Petro fue todo un éxito para las notorias mayorías que hoy se oponen a las ideas del presidente, pero sobre todo, a su desfachatez e indebida forma de comportarse al momento de ocuparse del destino de este país.

Centenares de miles de colombianos, quizá millones, salieron efectivamente a protestar a las calles a lo largo del día, y obviamente, también a representar a millones de colombianos disgustados y decepcionados por el gobierno Petro que por distintas razones se quedaron en sus casas o lugares de trabajo haciendo fuerza para que la protesta fuera un éxito. Claramente fue un gesto sobresaliente y multitudinario que a cualquier gobernante con sentido de la responsabilidad con el ejercicio del poder debería invitarlo a reflexionar sobre muchas cosas alrededor de su mandato y lo que de él pudiese quedar.

Sin embargo, Petro muestra, una vez más, que sufre de varias, quizá de muchas patologías que desde antaño desnudan su perversa y dañina personalidad tanto en lo privado como en lo público. Solo basta revisar su cuenta de X (antes Twitter) -y ni qué hablar de las cuentas de otros funcionarios del gobierno- a partir del momento en que la gente empezó a marchar el domingo, mensajes que solo repugnancia y malquerencias han suscitado, pues Petro no se comporta como un jefe de Estado, sino como un rufián con machete que raspa el pavimento y saca chispas del piso porque cree que ahí es donde está su superioridad, frente a lo cual, incluso, Petro puede hasta tener razón. Es difícil descender al nivel de Petro para confrontar con él.

Petro minimizó a los marchantes reduciéndolos a 250 mil personas, y en ese micro contexto solo consideró mencionables las marchas en Bogotá, Medellín y Bucaramanga; dijo que el principal objetivo de las marchas era gritar “fuera Petro” y derrocar al gobierno; expresó que todo se trata de un golpe blando para anular la elección popular del cambio de 2022; tildó de corruptos a los marchantes para imputarles querer deshacer las reformas a favor del pueblo para mantener la captura (robo) de los dineros públicos; indicó que el odio y la mentira fueron el eje central de las marchas; añoró que el odio no volviera y amenazó con que ello podría generar la matanza de mucha gente; y se atrevió a decir que quienes marcharon añoran “la represión abierta, las masacres paramilitares y los asesinatos de los jóvenes” y a los “mafiosos en el poder”; entre otras tantas frases hirientes y llenas de despropósitos, insultos y generalizaciones hacia sus gobernados.

Petro finalizó su andanada minimizando el hecho de que la sociedad esté fragmentada y dividida, y claro está, apostándole a que él es capaz de sacar más gente a la calle el 1 de mayo -como si de eso se tratara todo-, pues frente a la masiva protesta, su solución es otra protesta. Su respuesta no es un cambio o un pacto, lo cual desdice mucho de un movimiento político que se hace llamar “Pacto Histórico” y de un gobierno que se autodenomina “El Gobierno del Cambio”.

Por esta razón, el día de la marcha y ante tanto insulto presidencial escribí un trino en el que, como colombiano al que le duele este país, quise resumir lo acontecido: “La reacción de @petrogustavo a las marchas de protesta de hoy de millones de colombianos en todo el territorio nacional son prueba inequívoca de que nunca mereció ser presidente y que su indignidad para seguir como presidente es notoria”.

Como puede observarse, lo que hoy pienso de Petro va más allá de las discrepancias ideológicas, pues ya ni siquiera se trata solo de eso, sino de la desconexión que el Petro presidente tiene con la más mínima realidad. Sin duda, Petro está enfermo y todos los días se comporta como un rufián con machete que raspa el pavimento ante la mirada atónita de millones de colombianos arrepentidos de haberlo elegido presidente o de haber permitido que ello ocurriera, pues al fin y al cabo, desde esta orilla antipetrista, no fuimos capaces de producir un candidato para derrotarlo.

QOSHE - El rufián con machete que raspa el pavimento - Pablo Felipe Robledo
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El rufián con machete que raspa el pavimento

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24.04.2024

La marcha de protesta -por decir lo menos- del pasado domingo contra el desgobierno de Gustavo Petro fue todo un éxito para las notorias mayorías que hoy se oponen a las ideas del presidente, pero sobre todo, a su desfachatez e indebida forma de comportarse al momento de ocuparse del destino de este país.

Centenares de miles de colombianos, quizá millones, salieron efectivamente a protestar a las calles a lo largo del día, y obviamente, también a representar a millones de colombianos disgustados y decepcionados por el gobierno Petro que por distintas razones se quedaron en sus casas o lugares de trabajo haciendo fuerza para que la protesta fuera un éxito. Claramente fue un gesto sobresaliente y multitudinario que a cualquier gobernante con sentido de la responsabilidad con el ejercicio del poder debería invitarlo a reflexionar sobre muchas cosas alrededor de su mandato y lo que de él pudiese quedar.

Sin embargo, Petro muestra, una vez más, que sufre de varias, quizá de muchas patologías que desde antaño........

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