Para estas fechas me habría encantado escribir una columna que hiciera sonreír a mis lectores, pero no fui capaz. Y es que a veces la realidad social nos aplasta con su carga de dolores y la condición humana nos avergüenza. Esta semana, para no ir muy lejos, diez mil personas estuvieron cruzando Guatemala con el fin de llegar a Estados Unidos antes de Año Nuevo. Las llaman las caravanas del hambre. Kilómetros y kilómetros de hombres, mujeres y niños dispuestos a todo con tal de llegar a un país donde esperan encontrar, no la felicidad, que ni siquiera debe caber en su sueño, sino tranquilidad: un trabajo, estudio para sus hijos, tres comidas diarias y seguridad, algo que no encuentran en sus países. En la marcha de los migrantes desde Tapachula destaca un enorme letrero hecho a mano: “Éxodo de la pobreza”.

A veces, ni siquiera es una multitud la que da la dimensión de la tragedia. Hace poco se manifestó en la noticia de que dos niños africanos que hacían tránsito hacia El Salvador habían sido abandonados en el aeropuerto El Dorado. No podemos ni imaginar el desamparo que deben sentir esos niños, ni el sufrimiento de los que cruzan el Darién, ni el terror de los que naufragan en las aguas del Mediterráneo. Frente a esos ejércitos miserables, cada vez hay más muros y cárceles y deportaciones. Los Estados miembros de la UE, por ejemplo, acaban de llegar a un acuerdo que permitiría, según parece, que los países más ricos paguen a los más pobres o les haga préstamos con tal de que reciban sus migrantes. Algo similar pasa en Reino Unido, que los envía a Ruanda a cambio de prebendas. ¿No significa esto violar el derecho de asilo, tratar a las personas como mercancías, traficar con ellas?

Aflicción y vergüenza nos causan también las guerras. Hoy por hoy, la que empezó con una masacre inmisericorde por parte de Hamás –que debía saber a lo que exponía a su pueblo– y se ha profundizado con la violencia sin límites y la inhumanidad extrema de Israel, capaz de matar más de 21 mil palestinos, en su gran mayoría niños, mujeres, ancianos, a veces bajo las bombas, a veces por hambre. Y la que desató la invasión rusa en Ucrania. “Incluso las guerras tienen reglas –afirmó Michelle Bachelet, refiriéndose a ellas–. Está el derecho Internacional Humanitario, los derechos humanos… cosas básicas que se respetaban. En el pasado a nadie se le había ocurrido bombardear un hospital, y en estas dos guerras lo hemos visto. O las escuelas, lugares que claramente no son puntos de encuentro de guerrilleros, de gente con armas…”.

El filósofo y escritor ucraniano Volodymyr Yermolenko ha narrado cómo los rusos dejan insepultos los cadáveres de los ucranianos y ni siquiera reclaman los cuerpos de sus soldados. Sabemos que en Gaza los cadáveres de bebés conectados a sus respiradores han sido descubiertos semanas después de su muerte, ya en estado de putrefacción. Y en el Darién los migrantes pasan al lado de los muertos que no aguantaron el viaje. “La indiferencia y la falta del cuidado son elementos de la barbarie –escribe Yermolenko– Los humanos se convierten en bárbaros cuando no cuidan”. También en Colombia nos duelen las muertes diarias de los líderes sociales. Difícil, pues, escribir de cosas felices. Aunque las hay, por suerte.

QOSHE - Del dolor y la barbarie - Piedad Bonnett
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Del dolor y la barbarie

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31.12.2023

Para estas fechas me habría encantado escribir una columna que hiciera sonreír a mis lectores, pero no fui capaz. Y es que a veces la realidad social nos aplasta con su carga de dolores y la condición humana nos avergüenza. Esta semana, para no ir muy lejos, diez mil personas estuvieron cruzando Guatemala con el fin de llegar a Estados Unidos antes de Año Nuevo. Las llaman las caravanas del hambre. Kilómetros y kilómetros de hombres, mujeres y niños dispuestos a todo con tal de llegar a un país donde esperan encontrar, no la felicidad, que ni siquiera debe caber en su sueño, sino tranquilidad: un trabajo, estudio para sus hijos, tres comidas diarias y seguridad, algo que no encuentran en sus países. En la marcha de los migrantes desde Tapachula destaca un enorme letrero hecho a mano: “Éxodo de la........

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