En su libro Desobedecer, Frédéric Gros, profesor de Filosofía de la Universidad de París, nos recuerda que en una sociedad injusta el problema no es la desobediencia sino la obediencia. Y recoge una frase de Wilhelm Reich: “La verdadera cuestión no es saber por qué se rebela la gente, sino por qué no se rebela”. Pensé en sus postulados cuando leí en El Espectador el caso de Andrés Parales, un joven que presta su servicio militar en la policía y que se resiste a rezar, por obligación, en el Comando de Bucaramanga, a un dios cristiano en el que no cree y a llevar el pelo corto como lo exige el reglamento. Andrés sigue las doctrinas de Antón LaVey, fundador del satanismo, una corriente atea agnóstica que propone que las personas “deberían tomar sus propias decisiones sobre su apariencia y estilo de vida, de acuerdo con sus principios, deseos y valores”, en vez de rendirse ciegamente a lo que la sociedad quiera. Andrés cuenta que, en represalia, sus superiores lo tratan mal, lo obligan a hacer “acondicionamiento físico” y hasta uno de los intendentes se atrevió a decirle que si seguía con esa actitud le iba a hacer lo mismo que a Lucas Villa, el joven asesinado con toda deliberación durante el estallido social del 2021.

Mis respetos para la valentía de Andrés Parales, que se enfrenta a semejante poder defendiendo sus creencias, nos gusten o no, pues la libertad de culto está protegida por la Constitución. Y no lo hace ni enfrentándose con violencia al superior que lo maltrata, ni quemando el Comando, sino a través de la ley: poniendo una tutela contra la Policía de Bucaramanga. Escribe Carson McCullers en Reflejos en un ojo dorado que “si un hombre entra en el ejército solo se espera de él que siga los talones que le preceden”. Es decir, obediencia ciega. Colijo que el joven Perales está prestando el servicio militar no porque quiere, sino porque es obligatorio. Y aunque lo que pide pareciera una excentricidad, lo que su rebeldía hace es cuestionar el servicio militar mismo, su obligatoriedad –algo que se ha debatido ya y debería volver a debatirse– y una idea de disciplina que violenta el desarrollo de la libre personalidad. Porque, ¿quién dice que para ser buen policía hay que rezar o cortarse el pelo? (Conocí un jefe de Policía de Erie, Pennsylvania, que llevaba una muy digna cola de caballo).

“¿Por qué obedece el sometido? –pregunta Gros– Porque no puede desobedecer. El motivo de la obediencia del sumiso está en la sinrazón de la violencia ciega y las relaciones de fuerza”. Se deben obedecer, por supuesto, las normas y leyes que implican respeto por la convivencia humana, pero hay cientos de personas obedeciendo a diario, sumisamente, lo que tiranos abusivos les exigen. Cuando los ciudadanos se deciden a desobedecer viene la rebelión o la resistencia, que ha salvado pueblos enteros de la ignominia. A Thoreau, al que le debemos el concepto de “desobediencia civil”, lo llevaron a la cárcel por no pagar los impuestos que sostenían la guerra. Se afirma que lo suyo fue en realidad “objeción de conciencia”, lo que está haciendo Perales y lo que hizo el joven cabo hijo de Raúl Carvajal, quien protagoniza la novela de Ricardo Silva, cuando se negó a matar a un joven inocente en los “falsos positivos”. Desobedecer le costó la vida.

QOSHE - Elogio de la desobediencia - Piedad Bonnett
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Elogio de la desobediencia

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05.11.2023

En su libro Desobedecer, Frédéric Gros, profesor de Filosofía de la Universidad de París, nos recuerda que en una sociedad injusta el problema no es la desobediencia sino la obediencia. Y recoge una frase de Wilhelm Reich: “La verdadera cuestión no es saber por qué se rebela la gente, sino por qué no se rebela”. Pensé en sus postulados cuando leí en El Espectador el caso de Andrés Parales, un joven que presta su servicio militar en la policía y que se resiste a rezar, por obligación, en el Comando de Bucaramanga, a un dios cristiano en el que no cree y a llevar el pelo corto como lo exige el reglamento. Andrés sigue las doctrinas de Antón LaVey, fundador del satanismo, una corriente atea agnóstica que propone que las personas “deberían tomar sus propias decisiones sobre su apariencia y estilo de vida,........

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