Dice Paul Auster, en Diario de Invierno, que ignorar lo que dicen sobre lo que uno escribe puede ser beneficioso para la salud mental. Totalmente de acuerdo. Yo, sin embargo, leo de vez en cuando los comentarios a mi columna tratando de saber cómo es mi lector. Y, a veces, picada por la curiosidad, voy a ver lo que dicen sobre otros. Lo primero que constato es que los “comentaristas” son asiduos; por eso uno conoce sus posturas y a veces, incluso, ciertos detalles de sus vidas: que este es costeño, aquel ingeniero, este petrista o derechoso. Hasta les coge uno cariño. Pero años de leerlos me ha hecho percibir que en muchos de ellos impera la que llamaré lógica del insidioso. ¿En qué consiste? Si el columnista habla, por ejemplo, de los manjares que encontró en la Feria gastronómica de Popayán, el insidioso le espetará que cómo se atreve a hablar de gente que come delicias cuando el 50 % de la población colombiana no tiene qué comer; si el periodista ataca a Petro, el insidioso le dirá que está seguro de que a Uribe jamás lo ha atacado (aunque el periodista lo haya hecho mil veces. El insidioso no investiga). Si se ocupa de la guerra Israel-Gaza lo acusará de ignorar el conflicto armado colombiano. Y así, infinitamente.

Al insidioso habría que recordarle que el mundo es ancho y ajeno, y que por tanto los lectores merecen leer sobre todo lo que existe. Porque, como dijo en latín Publio Terencio Africano, “soy humano y nada de lo humano me es ajeno”. Siempre y cuando el enfoque sea iluminador. A veces basta con que sea interesante o divertido. El insidioso quizá nunca ha pensado que el columnista está todo el tiempo, todo, a la caza de un tema interesante. Y una vez escoge su tema –uno por semana– tiene que desarrollarlo en su mejor prosa, cuidando, además, de que su análisis se sostenga, y de no ir a incurrir en falsedades que le van a quitar credibilidad. Algunos prefieren la coyuntura, y para eso deben estar muy bien informados, conectados con el acontecer diario. Otros buscan en sus lecturas, o simplemente en su experiencia cotidiana, un tema que –y esto es fundamental– lo apasione, lo incite, lo lleno de curiosidad. Porque escribir una columna es, aunque no lo parezca, una pequeña vía de conocimiento, que le abre perspectivas a quien la escribe, y de paso pone a prueba su criterio. Y, a veces, su valentía. ¿O no son valientes esos periodistas que se enfrentan en sus columnas con corruptos, asesinos y abusadores del poder?

En columnistas hay de todo, por supuesto. Narcisos que sólo hablan de sí mismos, monotemáticos, ingeniosos, traqueaditos, apocalípticos, perezosos, muy especializados, eclécticos. De todo, como en la viña del señor. Frente a esa diversidad el insidioso encarna al lector que solo quiere oír lo que le gusta. ¿Por qué me interesa como fenómeno? Porque representa muy bien a ese ciudadano que las redes han puesto en evidencia –pues antes no lo veíamos a cabalidad– que no está dispuesto a abrirse a lo distinto, y que, en vez de disentir con una breve argumentación, lo que hace es usar la lógica del constreñimiento. Aunque, a decir verdad, no hay que sobrevalorar las columnas de opinión. Son tan duraderas, que a menudo nos encontramos con amigos que nos dicen: me encantó tu columna. ¿De qué es que era?

QOSHE - La lógica del insidioso - Piedad Bonnett
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La lógica del insidioso

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21.01.2024

Dice Paul Auster, en Diario de Invierno, que ignorar lo que dicen sobre lo que uno escribe puede ser beneficioso para la salud mental. Totalmente de acuerdo. Yo, sin embargo, leo de vez en cuando los comentarios a mi columna tratando de saber cómo es mi lector. Y, a veces, picada por la curiosidad, voy a ver lo que dicen sobre otros. Lo primero que constato es que los “comentaristas” son asiduos; por eso uno conoce sus posturas y a veces, incluso, ciertos detalles de sus vidas: que este es costeño, aquel ingeniero, este petrista o derechoso. Hasta les coge uno cariño. Pero años de leerlos me ha hecho percibir que en muchos de ellos impera la que llamaré lógica del insidioso. ¿En qué consiste? Si el columnista habla, por ejemplo, de los manjares que encontró en la Feria gastronómica de Popayán, el insidioso........

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