“Patria” y “Pueblo” son nociones que han resistido el uso y el abuso en boca de los políticos. Esas dos palabras que, como todas, pueden gastarse, morir, resucitar, tienen una historia larga y cambiante, y es el sentido concreto que se les da en cada momento el que las salva de ser puras abstracciones o conceptos vacíos.

Patria es un concepto que, en su acepción más íntima –y la única que a mí me convence– nos remite al lugar donde nacimos, el que nos otorga sentido de pertenencia porque tiene que ver con nuestros antepasados, y con los sabores, las costumbres y el idioma en que nos criamos. En este sentido, es aquello que, como la libertad, se extraña cuando no se tiene o se ha perdido. Hay otra acepción de patria, más controversial –porque hay quienes creen que tiene vigencia y otros que creen que es un término que deberíamos erradicar–, que nos remite a himnos y banderas, y también a retórica y a pompa, a estereotipos patrioteros y a guerras a las que se lleva a morir a jóvenes inocentes. Porque, ¡cuántas ignominias no se han cometido a nombre de la patria! Y es que es increíble cómo pueden llegar a ser de cercanas la retórica populista de derecha y de izquierda. Patria es una palabra que oímos muchas veces en discursos de personajes nefastos como Álvaro Uribe y Rafael Videla, pero también de políticos de izquierda como Rafael Correa o Pablo Iglesias. Hay, finalmente, quienes creen que en este mundo global la noción de patria es irrelevante. “Cuanto más se habla de patria, menos existe esta”, escribió Sebald.

También hay quienes opinan que “pueblo” es una entelequia, una palabra para designar una ficción. Lo explica muy bien Manuel Arias Maldonado cuando escribe que, salvo cuando una sociedad entera se moviliza contra un régimen injusto, el término pueblo es apenas una metáfora, porque la unidad que supone resulta falsa en el mundo contemporáneo, fragmentado y diverso. No obstante, dice Arias, a través de su discurso el líder populista “inventa” el concepto de pueblo que le conviene, para desatar el antagonismo político con los ricos, las élites, o como llame a los que considera los enemigos de ese pueblo abstracto. El antagonismo es parte de la estrategia de los gobiernos populistas, pues “convierte a los señalados como culpables en chivos expiatorios que resuelven las tensiones acumuladas en la comunidad”, y carga la palabra “pueblo” de la emocionalidad y el moralismo que el auditorio necesita. Tal vez tiene razón Cecilia López cuando pide, en aras de eliminar la confrontación, “que el gobierno Petro reconozca que pueblo somos todos, los 52 millones de colombianos, los que votaron por él y los que votaron en su contra”. La fuerza constituyente que marcha y la que no. O tal vez sea hora de usar el término más amable y abarcador que usó el presidente no hace mucho en uno de sus trinos: la gente. Y que se gobierne para ella, para toda la gente, independientemente de sus simpatías políticas.

Nota: Muy sencillo y amable el proceso para sacar la cédula digital. ¡Pero escanee en la App de la Registraduría el código QR a ver si puede! El resultado es que la nueva cédula no logra ser digital. Siempre nos falta el centavo para el peso.

QOSHE - La patria, el pueblo, la gente - Piedad Bonnett
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La patria, el pueblo, la gente

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21.04.2024

“Patria” y “Pueblo” son nociones que han resistido el uso y el abuso en boca de los políticos. Esas dos palabras que, como todas, pueden gastarse, morir, resucitar, tienen una historia larga y cambiante, y es el sentido concreto que se les da en cada momento el que las salva de ser puras abstracciones o conceptos vacíos.

Patria es un concepto que, en su acepción más íntima –y la única que a mí me convence– nos remite al lugar donde nacimos, el que nos otorga sentido de pertenencia porque tiene que ver con nuestros antepasados, y con los sabores, las costumbres y el idioma en que nos criamos. En este sentido, es aquello que, como la libertad, se extraña cuando no se tiene o se ha perdido. Hay otra acepción de patria, más controversial –porque hay quienes creen que tiene vigencia y........

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