Otra vez Petro arremete con su ya vieja idea del partido único, con la cual pretende que todos los movimientos políticos de izquierda que tengan reconocida personería jurídica se unan para crear un partido único.

La propuesta inquieta hondamente porque, además, se lanza dentro del publicitado empeño de que es necesario que el próximo gobierno sea presidido por otro “progresista” y esa falacia no deja tranquilo a nadie, ni siquiera a los mismos petristas.

Un partido único de cualquier tendencia ideológica sería peligroso e inconveniente para las colectividades que decidan asociarse para desaparecer. En efecto, de conformarse un partido único de izquierda, su jefe natural e indiscutible sería solamente Petro. Eso significaría que, bien como presidente o como expresidente, Petro tendría un poder más grande del que hoy detenta y del que con frecuencia abusa, como cuando regaña a sus pacientes ministros por lo que hacen o dejan de hacer. Qué pereza ir a un consejo de ministros a que les digan inútiles. Si el presidente hoy trapea con sus subalternos —y eso que no todos son mansitos—, no quiero imaginarme lo que pasaría si mañana logra que toda la izquierda se una en torno a él.

De concretarse este esperpento del partido único, gane o pierda las próximas elecciones, Petro sería amo y señor de todas las fuerzas de izquierda, que no son pocas. La omnipotente facultad de conceder avales para aspirar a Senado, Cámara de Representantes, asambleas y concejos quedaría en sus poderosas manos que no siempre han demostrado serenidad ni orden. El peor negocio que podría hacer un grupo con personería jurídica sería renunciar al libre ejercicio de los derechos de los que hoy goza con autonomía, para sujetarse a los vaivenes de lo que les imponga un solo hombre. Me resisto a creer que no lo hayan pensado.

Pero, además, si el invento lo coronan mientras Petro sea presidente, tampoco le serviría para manejar el Congreso, ni para elegir nuevo procurador, defensor del Pueblo, contralor o magistrados, porque aun sumando a todos los izquierdistas que ya están elegidos como parlamentarios no alcanzarían a ser mayoría en ninguna de las corporaciones. Mucho menos las cortes tendrían que sacudirse porque de la noche a la mañana sus relaciones con el Gobierno, por cierto bastante erosionadas, tengan que manejarse con ese gran señor.

Tal vez la única ventaja que tiene esta oferta de Petro es la de su incorregible defecto o manía de no continuar ni terminar lo que inicia y dejar sus ideas al garete. Así lo hizo con esta propuesta que ya había promovido en 2022, pero la abandonó para recogerla ahora que siente pasos de animal grande en las encuestas. Recuérdese que Petro inició su gobierno con el amenazante talante de implantar una democracia plebiscitaria con la que dio lora en el balcón de la Casa de Nariño y en muchas otras jornadas de protesta. Petro ya no es el héroe de las calles, seguramente porque teme que la hirsuta e ignorante ultraderecha, como la que se congrega en los estadios, le juegue la mala pasada de gritarle en su cara ¡fuera!, que, con razón, tanto le molesta. Lo mismo ha ocurrido con su “paz total”; a pesar de no haberla desechado, es inevitable concluir que tanto el presidente como sus segundos, lenta, pero perceptiblemente, la están marchitando, porque deben de estar sintiendo que las conversaciones con el ELN no tienen futuro y que no terminarán en nada.

Del disparo del partido único a la aventura de la propia reelección no hay sino un paso. Cuando ese virus contagia a los mandatarios no hay vacuna para curarlos. Aquí ya lo vivimos cuando otro reyezuelo reformó la Constitución para hacerse reelegir a pesar de que estaba prohibida, como cualquier Bukele.

Partido único o reelección, ninguna de las dos opciones es buena para la democracia, ni siquiera porque estemos corriendo el riesgo de que desde las toldas recalcitrantes de la ultraderecha se inventen a alguien que despierte entusiasmos pasajeros, como con el experimento nefasto del impresentable Rodolfo Hernández, que muchos insensatos apoyaron y hoy andan desesperados buscando acomodo en el Gobierno nacional y en los regionales.

Adenda. Si alguien debería salir del gabinete es Guillermo Alfonso Jaramillo, más conocido como “bocazas”. Su disparatada reforma tributaria es solo superable por su grosera intolerancia con la Corte Constitucional.

notasdebuhardilla@hotmail.com

QOSHE - Del partido único a la reelección - Ramiro Bejarano Guzmán
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Del partido único a la reelección

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28.01.2024

Otra vez Petro arremete con su ya vieja idea del partido único, con la cual pretende que todos los movimientos políticos de izquierda que tengan reconocida personería jurídica se unan para crear un partido único.

La propuesta inquieta hondamente porque, además, se lanza dentro del publicitado empeño de que es necesario que el próximo gobierno sea presidido por otro “progresista” y esa falacia no deja tranquilo a nadie, ni siquiera a los mismos petristas.

Un partido único de cualquier tendencia ideológica sería peligroso e inconveniente para las colectividades que decidan asociarse para desaparecer. En efecto, de conformarse un partido único de izquierda, su jefe natural e indiscutible sería solamente Petro. Eso significaría que, bien como presidente o como expresidente, Petro tendría un poder más grande del que hoy detenta y del que con frecuencia abusa, como cuando regaña a sus pacientes ministros por lo que hacen o dejan de hacer. Qué pereza ir a un consejo de ministros a que les digan inútiles. Si el presidente hoy trapea con sus subalternos —y eso que no todos son mansitos—,........

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