Si algo tienen en común los personajes que han sucumbido a la tentación de convertirse en ministros de este gobierno, es que no hay uno solo que haya terminado su encargo en paz porque todos, en mayor o menor grado, se han ido, si no furiosos, al menos resentidos. Allí quedaron los testimonios de Cecilia López, Alejandro Gaviria y José Antonio Ocampo, quienes lenta, pero perceptiblemente, hoy representan una oposición ilustrada, aunque al exministro de Hacienda, un reconocido momio caleño, ya algunos expertos de mucho prestigio le estén pasando cuentas de cobro con críticas sensatas y autorizadas que lo están bajando de su pedestal de excelente funcionario con el que se despidió de Petro.

Ahora esta semana ha sido la de un aquelarre ministerial en el que Petro, en un discurso feroz, les jaló los orejas a todos, sin que se tenga noticia de felicitaciones para alguien. A juzgar por las informaciones filtradas, todo hace suponer que a Petro no le gusta uno solo de sus ministros, o si con alguno se siente a gusto, lo sabe disimular muy bien.

Esa permanente situación de tensión e insatisfacción la dejó ver el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, cuando salió con el cuento de que los contratos de los ministros deben renovarse cada 24 horas; es decir, que en este cuatrienio es muy fácil acostarse como ministro y despertarse como exministro, según como vaya el Twitter del mandatario de los colombianos. Lo curioso de este estado de cosas absolutamente inédito es que el propio Velasco es víctima de su admonición fatalista porque, desde que tomó posesión, unos amigos del gobierno que tienen suficiente eco mediático lo han puesto a tambalear. Debe ser por eso que Velasco vive preparando su retiro para que cuando llegue el mortal trino pueda decir “se los dije”.

El único exministro que se siente todavía a gusto con el Gobierno, por lo menos hasta que otra vez lo saquen a sombrerazos, es el lagartazo de Guillermo Reyes, conocido en sus tiempos universitarios como “Copias Emilita”. Pasó sin pena ni gloria por uno de los ministerios más importantes como el de Transporte, pero lo vimos disfrazado con sacoleva presentando cartas credenciales como embajador en Suecia. ¡Pobres los suecos¡ Ya le llegará el momento.

Petro reúne a sus más encumbrados subalternos en la antesala de la navidad para regañarlos y cuestionarlos no propiamente en privado, porque todo lo que les dice en esas cumbres fatigantes y por lo general inútiles, el mismo Gobierno lo filtra con pelos y señales, pero nadie da cuenta de que alguno de los asistentes sea capaz de jalarle las orejas a su jefe, por sus incumplimientos, escándalos y bandazos. Bien le haría a ese gabinete una voz independiente y contestaria que delante de todos dejara constancia de que muchas de las cosas que pasan con Petro no le agradan a la mayoría de los colombianos. No hay quien se atreva, salvo varios de los botados ministros liberales quienes por no haber guardado silencio hoy están en el pavimento.

Tiene que medir Petro el paso que vaya a dar, porque no debe estar nada fácil a estas alturas de su accidentado período encontrar a alguien desocupado que quiera ser ministro y correr el riesgo de subirse a un bus que, a pesar de estar más nuevo que viejo, ya está derramando aceite. Claro que, como me lo aseguraba un divertido lenguaraz, no hay en el corral de políticos al acecho alguno que le ofrezcan un ministerio y no acepte, no importa quién sea presidente, salvo uno que otro(a) arribista.

De ese retiro ministerial con el que concluye esta semana solo quedó en claro la amenaza de que todos los funcionarios están en interinidad y, por eso los mentideros políticos ya dan por cierto que entrarán al gabinete Roy Barreras, Armando Benedetti, el charlatán embajador Murillo o una señora trepadora. Palabras mayores que Petro tiene que interpretar bien, porque ni Roy ni Benedetti son mansitos, pues fuman debajo del agua. Si llegan al gabinete, lo más probable es que en el inmediato futuro la única voz que se oiga en ese consejo de ministros ya no sea solamente la de Petro. Y aunque no le guste, tendría que acostumbrarse. Son los primeros síntomas de que probablemente caiga en el vacío su iracunda advertencia de que “no vendrá un gobierno de ultraderecha a borrar todo lo que he hecho ¡mamola!”.

Adenda: Infames las manifestaciones racistas y clasistas contra la vicepresidenta Francia Márquez de Ingrid Betancourt y del sepulcro blanqueado del corruptazo de Wilson Ruiz.

notasdebuhardilla@hotmail.com

QOSHE - Quién quiere ser ministro - Ramiro Bejarano Guzmán
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Quién quiere ser ministro

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24.12.2023

Si algo tienen en común los personajes que han sucumbido a la tentación de convertirse en ministros de este gobierno, es que no hay uno solo que haya terminado su encargo en paz porque todos, en mayor o menor grado, se han ido, si no furiosos, al menos resentidos. Allí quedaron los testimonios de Cecilia López, Alejandro Gaviria y José Antonio Ocampo, quienes lenta, pero perceptiblemente, hoy representan una oposición ilustrada, aunque al exministro de Hacienda, un reconocido momio caleño, ya algunos expertos de mucho prestigio le estén pasando cuentas de cobro con críticas sensatas y autorizadas que lo están bajando de su pedestal de excelente funcionario con el que se despidió de Petro.

Ahora esta semana ha sido la de un aquelarre ministerial en el que Petro, en un discurso feroz, les jaló los orejas a todos, sin que se tenga noticia de felicitaciones para alguien. A juzgar por las informaciones filtradas, todo hace suponer que a Petro no le gusta uno solo de sus ministros, o si con alguno se siente a gusto, lo sabe disimular muy bien.

Esa permanente situación de tensión e insatisfacción la dejó ver el ministro........

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