Cuando ya está a punto de irse, o de fugarse, el que puede ser, por qué no, el peor fiscal de la nación en los últimos tiempos, por no decir desde que existe esa figura desde 1991 (el anterior pudo acercársele en perversión), hay que recordar que se va el sujeto que dijo, al ser nombrado en el “segundo cargo más importante” de este país de desventuras mil (entre ellas el que lo hubiesen nombrado), que no había en Colombia, a su edad, nadie mejor preparado que él.

Las pildoritas para la memoria nos hacen acordar que llegó a ese cargo (o encargo) por ser amigote del hombre que descubrió el número exacto de los enanitos de Blanca Nieves y que hoy es expresidente del país. Pasó por alto, sin inmutarse, la Ñeñepolítica (tal vez hoy olvidada) y se hizo el Barbosa con las investigaciones de los “falsos positivos”. Extraño país este en el que los fiscales ayudan a tapar y no a aclarar crímenes.

El tipo, mejor preparado que un coctel James Bond, ha protagonizado pataletas diversas desde sus primeros adelantos como fiscal cuando mezclaba viajes oficiales con personales, como sucedió en uno a San Andrés. Desde sus días de antesala mostró sus ínfulas, agrandadas de modo absurdo por ser un amigote del anterior presidente de la República, quien lo montó en ese bus para favorecimiento de la impunidad, en particular de los promotores de los infames “falsos positivos” y de otros “apóstoles” del paramilitarismo.

Llorón y bocón. Y, en todo caso, politiquero, en un país donde esa característica deleznable, la politiquería, es condición sine qua non para el arribismo social, para el escalamiento en puestos del Estado y para la vanidad, construida sobre las ruinas de los presupuestos teóricos de la democracia, y como resultado de manipulaciones y engañifas. El fiscal es una consecuencia de un sistema que desde hace años se pudre y que habrá que ayudar a morir cuanto antes. Al amparo de las corruptelas sin fin, sujetos como el fiscal ascienden a esas “cumbres”, como ganancia para su ego superinflado y su banalidad.

Es una consecuencia nefasta del amiguismo, de los nombramientos que se hacen para tapar, como parte de una táctica de oscurantismo y, sobre todo, en el caso del funcionario en mención, para el favorecimiento de intereses personalistas, y de banderías. Ah, y lo dicho: para que la impunidad cabalgue a su antojo. No es de extrañar entonces los cambios de fiscales para el proceso de falsos testigos que se le sigue al expresidente Uribe y la búsqueda de la preclusión del caso del exmesías.

Sobre el fiscal de “alta preparación” han llovido, con justeza, diversos apelativos, críticas, cuestionamientos, como, claro, también las alabanzas y lambonerías de sus conmilitones y de quienes están interesados en la duración indefinida de la impunidad. Una de las objeciones más sonadas a los comportamientos del fiscal ha sido la del senador Iván Cepeda. “Afortunadamente, para el país termina el período de Francisco Barbosa al frente de la Fiscalía General, un período que ha estado signado por numerosos escándalos en los que ha sido evidente que se ha permitido y tolerado una infiltración del narcotráfico en altas esferas de la Fiscalía”, dijo.

El mismo senador, que es contraparte de Uribe en el proceso que a este se le sigue, ha calificado al funcionario como un “burócrata incompetente y demagógico”. En su ejercicio, a Barbosa se le ha notado más la utilización de su cargo para las maniobras politiqueras que para lo judicial, que es la esencia del puesto. No ha parecido un fiscal sino una suerte de candidato en campaña. Su preparación tan exquisita y de tanto rango académico de la que ha presumido, le ha servido, con certeza, para hacer nombramientos a dedo, para llevar funcionarias de la Fiscalía a que le hagan el aseo doméstico y para que algunos escoltas paseen a sus perros.

Le siguen preguntando desde distintos balcones qué pasó con la Ñeñepolítica (se hizo el bobo), con el escándalo de Fernando Sanclemente, con los muertos del paro, con los que están detrás de las masacres, con Odebrecht y otros cianuros endemoniados. El 6 de diciembre de 2022, la Flip, en un cuestionamiento contra el fiscal, advirtió que este “pretende incidir indirectamente en la línea editorial de los medios e influenciar sobre qué temas deben o no publicar”.

La Fiscalía, como otros cargos de “importancia”, incluido el de presidente de la República, se ha vuelto hace rato una feria de las vanidades, una vitrina de autocomplacencias masturbatorias y de ventas de la imagen al servicio de unos cuantos vividores. El narcisismo también está en lo público, en una muestra de degeneración de la política. Y aquí, en este punto, habrá que volver a recordar a Mark Twain: “Es imprescindible que los políticos y los pañales se cambien a menudo, y por el mismo motivo.”. Cambio y fuera.

QOSHE - El fiscal yogurt - Reinaldo Spitaletta
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El fiscal yogurt

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23.01.2024

Cuando ya está a punto de irse, o de fugarse, el que puede ser, por qué no, el peor fiscal de la nación en los últimos tiempos, por no decir desde que existe esa figura desde 1991 (el anterior pudo acercársele en perversión), hay que recordar que se va el sujeto que dijo, al ser nombrado en el “segundo cargo más importante” de este país de desventuras mil (entre ellas el que lo hubiesen nombrado), que no había en Colombia, a su edad, nadie mejor preparado que él.

Las pildoritas para la memoria nos hacen acordar que llegó a ese cargo (o encargo) por ser amigote del hombre que descubrió el número exacto de los enanitos de Blanca Nieves y que hoy es expresidente del país. Pasó por alto, sin inmutarse, la Ñeñepolítica (tal vez hoy olvidada) y se hizo el Barbosa con las investigaciones de los “falsos positivos”. Extraño país este en el que los fiscales ayudan a tapar y no a aclarar crímenes.

El tipo, mejor preparado que un coctel James Bond, ha protagonizado pataletas diversas desde sus primeros adelantos como fiscal cuando mezclaba viajes oficiales con personales, como sucedió en uno a San Andrés. Desde sus días de antesala mostró sus ínfulas, agrandadas de modo absurdo por ser un........

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