Con el apoyo del Banco Davivienda, el Grupo Argos (conglomerado de cementeros, expertos en concesiones viales y aeroportuarias) y la Constructora Marval, se publicó hace poco el libro Qué pasó en Barranquilla.

“Nos enorgullece”, dice el prólogo, “presentar una obra que trasciende el tiempo y espacio (...) de cómo Barranquilla se ha reinventado en los últimos 16 años”. Entre otras cosas, el texto promete una síntesis de los mandamientos que siguió la coalición encabezada por la casa Char del Partido Cambio Radical, “para echar a andar la transformación” de la ciudad. Sin embargo, más que mandamientos, se presentan una serie de fantasías. De ficciones, con pocas raíces en la realidad, pero efectivas para contar una historia de éxito.

La primera es que la coalición barranquillera hizo el milagro en soledad. Es decir, sin ayuda de Bogotá, aislada del país del altiplano. “Nuestra visión”, afirman algunos de los autores, “les puede servir a otros alcaldes y gobernadores, que hacen parte de regiones relegadas históricamente por los gobiernos nacionales, para reconocer que sí es posible cambiar la calidad de vida de los ciudadanos sin esperar a que lo haga la Nación”. Esta, más que una falsedad local, es una nacional y sobre todo rola. Hay que ver el exotismo con el que se habla del “clan Char” como algo lejano y no como parte central del entramado nacional que permitió, entre otras, la reelección del Nobel Juan Manuel Santos. Más que un resultado del aislamiento, lo que “pasó en Barranquilla” es simplemente producto de la realidad colombiana: cómo sentirse “relegados” cuando el jefe de su partido (Vargas Lleras) fue superministro de la infraestructura durante ¡siete años!

La segunda ficción es que la ciudad ha recibido, brazos abiertos y manos llenas, a la población desplazada por el conflicto interno y de venezolanos y retornados a partir de 2015. Es falso que la ciudad haya acogido comunidades victimizadas. Hace algunos años estudié cómo el gobernador conservador Espinosa Meola propuso, a comienzos de la década del 2000, crear un “nuevo municipio” en el Atlántico “para solucionar el problema de cerca de 2.500 desplazados” que habían llegado ese año a Barranquilla. La propuesta se enmarcaba en una alianza en que grandes empresarios incursionaban en la política y ponían su conocimiento al servicio de una ciudad bien “gerenciada”. Este fue el comienzo del liderazgo encabezado por Fuad Char. La supuesta recepción de venezolanos es quizás un autoengaño nacional. Pues, aunque es cierto que el gobierno Duque les abrió las puertas, también lo es que lo hizo sin implementar medidas laborales que los protegieran. De esta forma se abrió la puerta también a la explotación más descarnada.

La tercera es la que, en cierta medida, representa Aída Merlano. “El mandamiento consiste en mejorar la institucionalidad por medio de la profesionalización y la estandarización de procesos exitosos”, fantasea el libro. Se pone como ejemplo la construcción del hermoso Gran Malecón. Pero la realidad es de minado de la institucionalidad. En un caso parecidísimo al de la excongresista barrameja Yidis Medina, Aída Merlano fue capturada y condenada sola por el delito de compra de votos. Al respecto del mentado malecón, cabe recordar las fotos en que Alejandro Char y Merlano celebraban esta historia de éxito. Y, según el trabajo juicioso de Laura Ardila, “desde que comenzó la era Char” se ha profesionalizado y estandarizado la entrega de megacontratos a hombres y familias con los que tienen estrechas relaciones: Faisal Cure, Roberto y Julio Gerlein, Samuel Tcherassi y José y Christian Daes.

La cuarta fantasía es que se trabajó “de la mano de la gente, recorriendo las comunidades y teniendo ejercicios de escucha activa”. Acá solo hace falta ver lo que pasó con las familias habitantes de la zona influencia del megaproyecto Ecopark Mallorquín, en el barrio Las Flores y el corregimiento La Playa. Recordar cómo fueron expulsadas por el ESMAD durante los primeros meses de la pandemia. Tras el desalojo, la Alcaldía les garantizó el pago de tres meses de arriendo.

QOSHE - Cuatro fantasías - Tatiana Acevedo Guerrero
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Cuatro fantasías

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21.01.2024

Con el apoyo del Banco Davivienda, el Grupo Argos (conglomerado de cementeros, expertos en concesiones viales y aeroportuarias) y la Constructora Marval, se publicó hace poco el libro Qué pasó en Barranquilla.

“Nos enorgullece”, dice el prólogo, “presentar una obra que trasciende el tiempo y espacio (...) de cómo Barranquilla se ha reinventado en los últimos 16 años”. Entre otras cosas, el texto promete una síntesis de los mandamientos que siguió la coalición encabezada por la casa Char del Partido Cambio Radical, “para echar a andar la transformación” de la ciudad. Sin embargo, más que mandamientos, se presentan una serie de fantasías. De ficciones, con pocas raíces en la realidad, pero efectivas para contar una historia de éxito.

La primera es que la coalición barranquillera hizo el milagro en soledad. Es decir, sin ayuda de Bogotá, aislada del país del altiplano. “Nuestra visión”, afirman algunos de los autores, “les puede servir a otros alcaldes y gobernadores, que hacen parte de........

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