Hay diferencias rotundas entre orgullo y soberbia. El orgullo es esa emoción de sentirse valioso, útil, capaz y digno; es reconocer todas las virtudes que se tienen y estar satisfecho de poderlas usar en la realización del proyecto de vida. La soberbia, en cambio, es esa emoción de superioridad frente a los demás que busca siempre ostentar lo que se tiene, se sabe y se puede; ve las capacidades de los otros como una amenaza al propio valor.

Creo firmemente en la importancia de estar orgullosos de nosotros mismos. Es vital aprender a conocernos, aceptarnos y amarnos tal como somos. Vivir desde la confianza que nos brindan nuestras capacidades, afirmarnos en nuestras destrezas y experticias estando abiertos a aprender más cada día.

No somos menos que nadie; cada uno de nosotros tiene algo único y genuino que ofrecer a la sociedad, y debemos hacerlo con seguridad y firmeza. Reconocer nuestras victorias pasadas y celebrarlas constantemente es una manera de alimentar el amor propio.

Establecer relaciones desde la equidad, no permitiendo que nadie intente manipularnos, abusar de nosotros o menospreciarnos. Debemos saber cuáles son nuestras habilidades y ofrecerlas sin temor a aquellos que las necesiten. No debemos avergonzarnos de lo que sabemos y de lo que podemos hacer.

Sospecho que la soberbia es hija de emociones de inferioridad. Creo que detrás de las actitudes soberbias, pretenciosas y discriminatorias se esconde la comprensión de que uno se siente inferior a los demás, y por eso recurre a la ostentación como un mecanismo de defensa.

El soberbio cree que agrandando la diferencia con los demás, a quienes quiere mostrar como inferiores, recibirá más aplausos y reconocimiento. Sin embargo, su batalla real es con el complejo de inferioridad que lo atormenta desde dentro.

En cambio, aquel que está orgulloso de sí mismo no siente la necesidad de competir con nadie ni envidia lo que otros tienen. Sabe aportar con libertad y humildad su conocimiento, reconoce sus debilidades y pide ayuda con serenidad. No busca despreciar ni hacer sentir mal a nadie; por el contrario, construye relaciones respetuosas, funcionales y enriquecedoras.

Una buena espiritualidad es aquella que permite a las personas reconocerse válidas, capaces y las impulsa a ser cada día mejores, siendo generosas en ayudar a aquellos que están cerca. Quien trasciende en una práctica espiritual aprende a amarse y a amar a los demás sin miedo; por lo que no necesita ostentar nada sino compartir desde el amor. Definitivamente hay que tener orgullo propio. Siente orgullo por ti.

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En defensa del orgullo | Columna de Alberto Linero

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25.02.2024

Hay diferencias rotundas entre orgullo y soberbia. El orgullo es esa emoción de sentirse valioso, útil, capaz y digno; es reconocer todas las virtudes que se tienen y estar satisfecho de poderlas usar en la realización del proyecto de vida. La soberbia, en cambio, es esa emoción de superioridad frente a los demás que busca siempre ostentar lo que se tiene, se sabe y se puede; ve las capacidades de los otros como una amenaza al propio valor.

Creo firmemente en la importancia de estar orgullosos de nosotros mismos. Es vital aprender a conocernos, aceptarnos y amarnos tal como somos. Vivir desde la confianza que nos brindan nuestras........

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