Creo que la compasión es una de las habilidades más pertinentes para quienes vivimos en comunidad. Necesitamos aprender a relacionarnos desde la capacidad de sentir el dolor ajeno como propio, desde la decisión de no causarle al otro el daño del que pedimos ser librados. Es comprender que los demás son tan débiles, vulnerables y contingentes como nosotros. Sin embargo, no creo que esto sea posible sin autocompasión. Es decir, aquellos que se tratan mal a sí mismos no pueden ser compasivos con nadie.

No me refiero a la autocomplacencia del mediocre que busca no esforzarse mucho, ni a la del conformista que evita cualquier intento de mejora en todas las áreas de su vida. Me concentro en la actitud ecuánime de quienes son capaces de autoevaluarse y criticarse, pero siempre desde el amor propio, sin exagerar la autocrítica hasta el punto de condenarse con frases lapidarias y sentencias que los limitan sin posibilidad de cambio. También pienso en aquellos que cuidan la calidad de su diálogo interior y no permiten que los pensamientos apocalípticos, pesimistas o negativos los dominen automáticamente. Aquellos que son capaces de perdonarse a sí mismos y darse nuevas oportunidades, reconociendo que se aprende mucho del error para el futuro.

Tratarse bien a uno mismo es la base de cualquier proyecto coherente de vida. No habrá éxito ni buenas relaciones sin reconocer lo valioso que somos. Tratarse bien es reconocer nuestra propia dignidad como un valor fundamental para la realización personal. En este sentido, la autocompasión implica:

1. Certeza del propio valor: No somos una casualidad ni simplemente el resultado de una probabilidad. Somos sujetos conscientes, capaces de dar sentido a la existencia y de cumplir un propósito trascendente. Somos valiosos.

2. Libertad y capacidad de decisión: No estamos atados al pasado ni a la genética. Siempre tenemos la posibilidad de responder adecuadamente a los desafíos cotidianos. Reconocemos nuestras habilidades y fortalezas, y contamos con ellas para ser mejores.

3. Derecho al placer y búsqueda responsable del mismo: No debemos negarnos el disfrute de la vida. Encontrar placer en lo que hacemos le da sentido a nuestra existencia.

A veces, ciertas corrientes espirituales que glorifican el dolor y exageran la importancia del sacrificio pueden llevar a las personas a dañarse a sí mismas con pensamientos, palabras y acciones. Olvidan que la felicidad es tanto un regalo como una tarea, y que para alcanzarla es necesario evitar el sufrimiento y el dolor. La espiritualidad debe ser una fuente de felicidad.

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No te maltrates | Columna de Alberto Linero

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21.04.2024

Creo que la compasión es una de las habilidades más pertinentes para quienes vivimos en comunidad. Necesitamos aprender a relacionarnos desde la capacidad de sentir el dolor ajeno como propio, desde la decisión de no causarle al otro el daño del que pedimos ser librados. Es comprender que los demás son tan débiles, vulnerables y contingentes como nosotros. Sin embargo, no creo que esto sea posible sin autocompasión. Es decir, aquellos que se tratan mal a sí mismos no pueden ser compasivos con nadie.

No me refiero a la autocomplacencia del mediocre que busca no esforzarse mucho, ni a la del conformista que evita cualquier intento de........

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