En el ámbito de la salud, a excepción de eventos esporádicos, la agenda noticiosa durante este gobierno ha estado saturada de opiniones a favor y en contra del proyecto de ley que busca reformar el sistema. Uno de los argumentos fundamentales esgrimidos por los dos ministros que han liderado este sector en la actual administración, para respaldar la mencionada y polémica reforma, es la apremiante necesidad de priorizar la promoción de la salud y la prevención de enfermedades en el marco de la atención primaria en salud (APS), un enfoque que se desea implementar explícitamente con la mencionada reforma. En reiteradas ocasiones, ambos funcionarios han afirmado que solo mediante un enfoque centrado en la APS se puede garantizar la sostenibilidad financiera del sistema y alcanzar los objetivos de salud universal y seguridad sanitaria tan anhelados.

La APS es una estrategia que aborda integralmente los problemas de salud-enfermedad tanto a nivel individual como comunitario. Implica, por ende, una organización que permite integrar la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, el diagnóstico, el tratamiento, la rehabilitación, la enseñanza y la investigación. Las intervenciones bajo esta estrategia deben centrarse en las necesidades de la población con el objetivo de alcanzar el máximo nivel posible de salud y bienestar. Los sellos distintivos que deben caracterizar la APS son: equidad, oportunidad y accesibilidad.

Dentro del marco de la APS, la vacunación se presenta como una intervención preventiva fundamental, ya que contribuye a evitar enfermedades inmunoprevenibles y favorece el control, e incluso la erradicación, de patologías infecciosas. En el caso específico de la covid-19, el desarrollo progresivo de las tres "generaciones" de vacunas y los programas nacionales de vacunación en permanente actualización han tenido un impacto positivo y sostenido en la evolución de la pandemia, permitiendo que muchos pacientes, especialmente aquellos en grupos de mayor riesgo, mantengan sus defensas actualizadas contra las variantes del virus que han surgido. Lamentablemente, para esas poblaciones con mayor riesgo, en el país aún no hay disponibilidad de vacunas monovalentes (eficaces contra la variante actualmente en circulación) y las vacunas de la generación inmediatamente anterior (bivalentes) son escasas.

Por todo lo anterior, es imperativo actuar sin demora y pasar de las declaraciones de apoyo a la APS por parte del ente rector del sector a la implementación de acciones concretas, como la gestión acertada para la adquisición y aplicación de vacunas actualizadas. Han transcurrido casi 18 meses sin que las nobles intenciones del gobierno del cambio de mejorar el sistema de salud se traduzcan en logros tangibles, al menos específicamente en temas de vacunación contra la covid-19. No podremos reconocernos como una potencia mundial de la vida si permitimos que colombianos mueran por enfermedades que podrían prevenirse con éxito, como es el caso actual de la covid-19.

Chile ya usa vacunas actualizadas. ¿Por qué Colombia no?

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