El pasado 5 de abril marcó un punto crítico en las relaciones diplomáticas entre Ecuador y México, cuando la policía ecuatoriana irrumpió en la sede diplomática mexicana bajo órdenes del presidente Daniel Noboa. Este acto no solo resultó en el maltrato al personal diplomático presente, sino que también culminó con la captura por la fuerza del exvicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas, quien se encontraba refugiado en la embajada mexicana.

La controversia desatada por estos acontecimientos por supuesto que no ha generado solo rechazo, sino acciones legales internacionales, ya que ahora Ecuador tendrá que enfrentar la demanda presentada ante el Tribunal Superior de Justicia de México debido la violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México.

Es crucial recordar que, según el artículo 31 de la Convención de Viena, las embajadas son consideradas territorio nacional y, por ende, inviolables. Entrar a la fuerza en una embajada equivale a irrumpir en el territorio de otro país sin su consentimiento, una clara violación de la soberanía nacional y del principio fundamental de inviolabilidad de las misiones diplomáticas.

El asilo político es un derecho reconocido internacionalmente, y su concesión es una prerrogativa exclusiva del país anfitrión. Ecuador, al conceder asilo a Jorge Glas, ejerció legítimamente su soberanía y su compromiso con los principios humanitarios. La negativa del gobierno de Daniel Noboa a entregar el salvoconducto necesario para que Glas abandone el país como asilado político, junto con la posterior captura por la fuerza, plantea serias preocupaciones sobre la protección de los derechos individuales y el respeto por las normas internacionales.

Es imperativo que se condene cualquier acción que vulnere la inviolabilidad de las misiones diplomáticas y el derecho de asilo político. La persecución política disfrazada como acción legal socava los cimientos mismos de la democracia y el estado de derecho. En un contexto global marcado por conflictos y tensiones, el respeto por las normas internacionales y los derechos humanos es más importante que nunca.

El caso entre Ecuador y México no solo representa una disputa bilateral, sino que también plantea cuestiones fundamentales sobre la vigencia del derecho internacional humanitario y la protección de los derechos individuales en un mundo cada vez más convulso. Si no se toman medidas firmes para rectificar esta situación, estaremos presenciando un peligroso precedente que amenaza la estabilidad y la seguridad de todos los países y ciudadanos del mundo. Es hora de que la comunidad internacional actúe con determinación y defienda los principios que nos definen como sociedad moderna.