La motivación, la felicidad y el orgullo que nos invadían por la escogencia de Barranquilla como sede de los XX Juegos Panamericanos y Parapanamericanos, previstos para 2027, se diluyeron intempestivamente con la noticia de la anulación de esta decisión debido al incumplimiento de Colombia de los compromisos pactados con Panam Sports. Otro golpe recibido a nuestras pretensiones de recuperar los juegos es el anuncio de Asunción (Paraguay), de postularse como candidata a ser sede de dicho evento.

Esta oportunidad de oro, un precioso aguinaldo para la ciudad y para el país, impactaría sustancialmente en el plano deportivo por la promoción de las disciplinas deportivas, el apoyo a nuestros deportistas, así como la construcción y actualización de escenarios deportivos y el repunte de la imagen internacional, como también serían sumamente trascendentales las repercusiones económicas por nuevas plazas de empleos, el incremento del turismo, el consumo en establecimientos hoteleros, gastronómicos, de comercio, etc., que, lógicamente, beneficiarían la economía local y nacional.

La iniciativa de los Juegos Panamericanos fue vislumbrada en el marco de los Juegos Olímpicos de 1932 y se convirtió en realidad en 1951, con la primera versión en Buenos Aires (Argentina), donde confluyeron 19 países y 2513 atletas. Para ello, el país construyó y adecuó escenarios deportivos.

Colombia ya había tenido oportunidad de albergar esta competencia en 1971, en Cali. Una delegación con representantes de la ‘Sultana del Valle’ y del país disputaron la sede con la justificación de que el certamen deportivo apalancaría las obras que requería la ciudad para su desarrollo y para sacudirse de la recesión económica que soportaba entonces, como lo detallan las memorias de los Juegos. En efecto, fue posible la ampliación del estadio Pascual Guerrero, del gimnasio Evangelista Mora y las piscinas olímpicas, así como la adecuación de otros sitios.

Más recientemente, en 2019, Perú realizó la versión 18 del certamen, con una participación de 6487 atletas y cuyo impacto económico superó los 5200 millones de soles.

El año pasado, Chile fue sede, con la participación de 6909 atletas. En cuanto a la repercusión en la economía estimaron un aporte de USD $907 millones al PIB, USD $440 millones en remuneraciones, 6448 puestos de trabajo, entre otros.

Esperamos, de corazón, que las gestiones del gobernador Verano, el alcalde Char y el señor presidente Petro, logren una luz de esperanza a la cual Colombia pueda aferrarse para rescatar los juegos.