La inteligencia humana ha alcanzado logros inimaginables. Gracias al conocimiento científico vivimos en promedio casi el doble de tiempo que hace cien años; menos mujeres mueren en el parto; la mayoría de los niños y jóvenes van a la escuela y muchos a la educación superior; el servicio médico es casi universal, se han encontrado medicamentos que reducen el dolor, y muchos viajan a varios lugares del mundo. Podríamos decir que miles de millones de personas viven hoy con más comodidades y oportunidades que los reyes medievales.

El avance de la ciencia tiene un ritmo impresionante. A comienzos del siglo XX los ejércitos luchaban a caballo, y ya en 1945 Estados Unidos lanzó bombas atómicas en dos ciudades japonesas. En 1903 Orville Wright piloteó un biplano a treinta y seis metros de altura, sosteniendo el aparato en el aire doce segundos; solo cincuenta y ocho años después la Unión Soviética lanzó a Yuri Gagarin al espacio, y ocho años más tardes Neil Armstrong caminó en la Luna.

Seguro que a un niño de hoy le costaría entender cómo fue la vida sin un teléfono celular. La primera llamada de esta clase de teléfonos se realizó en 1973, y el aparato pesaba un kilo y medio. Aún recuerdo que la Universidad del Norte fue de las primeras en el país en instalar la sistematización con un computador que le donó Bavaria en 1974 y fue situado en 700 metros cuadrados. Ese inmenso aparato no hacía ni el 1% de lo que hoy hace un celular.

Aunque el desarrollo económico-científico nos ha dado una mejor calidad de vida, especialmente en nuestras condiciones materiales de existencia, hoy nos está avisando que la fiesta se nos puede acabar de manera trágica. El libro de Ian Bremmer “El poder de la crisis” nos describe con rigor los riesgos que ya están aquí. El autor señala que el cambio climático se intensificará hagamos lo que hagamos, y sus efectos se sentirán en todas partes trayendo más calamidades, más pobreza y mayor agitación social. Nos advierte que a medida que aumente el calentamiento, las catástrofes climáticas empujarán a cientos de millones de personas a emigrar sin un destino claro, provocando trastornos económicos y políticos en todas partes.

El conocimiento científico que ha transformado positivamente la vida de miles de millones de personas, hoy nos señala que estamos en riesgo y que se deben tomar medidas que permitan reducir los efectos de la emergencia climática, recomendando hacer la transición energética del negro petróleo y carbón al verde de las energías alternativas, aunque esta transición será dolorosa tanto en lo económico como en lo político.

En estos días el gobernador Eduardo Verano hablaba con entusiasmo sobre el nuevo municipio de Piojó que se está reubicando por riesgos climáticos. ¿Cómo será cuando sean miles de asentamientos humanos que estén en riesgo, como Piojó?

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Del cielo global al infierno climático | Columna de José Amar Amar

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22.01.2024

La inteligencia humana ha alcanzado logros inimaginables. Gracias al conocimiento científico vivimos en promedio casi el doble de tiempo que hace cien años; menos mujeres mueren en el parto; la mayoría de los niños y jóvenes van a la escuela y muchos a la educación superior; el servicio médico es casi universal, se han encontrado medicamentos que reducen el dolor, y muchos viajan a varios lugares del mundo. Podríamos decir que miles de millones de personas viven hoy con más comodidades y oportunidades que los reyes medievales.

El avance de la ciencia tiene un ritmo impresionante. A comienzos del siglo XX los ejércitos luchaban a caballo, y ya en 1945 Estados Unidos lanzó bombas atómicas en dos ciudades........

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