En la anterior columna, hablamos sobre la resiliencia del internet que se deriva de las múltiples capas de software que habilitan que los computadores y routers del mundo se conecten entre sí permitiendo redundancias que eviten una falla generalizada. También tocamos la manera en que se almacena la información en data centers, con distintos materiales y mecanismos de distribución. Finalmente mencionamos la importancia de la energía, y como las infraestructuras que guardan y distribuyen nuestros datos consumen cada vez más. Ahora veremos como los cables, los satélites y la ciberseguridad son las últimas piezas de este rompecabezas.

El sistema de cables submarinos transporta el 99% del tráfico intercontinental de internet a partir de más de 500 cables activos que recorren 1.4 millones de kilómetros. Lo que tal vez el lector no sepa es que en promedio cada 3 días uno de estos cables se corta por culpa de anclas o pesca en el suelo marino. En ese momento, uno de los 60 barcos que hay en los océanos del mundo dedicados a arreglar estos cables, sale al rescate. Para el usuario final, en la gran mayoría de los casos, no se percibe ningún efecto, pero ante algún suceso más generalizado el riesgo existe de una falla mayor.

Ahí es donde el internet satelital tiene un rol complementario. Servirá como backup cuando haya fallas en los cables o como conexión principal en lugares remotos.

Hoy en día, solo la empresa Starlink de Elon Musk, tiene más de 5.000 satélites en órbita, con varios miles más en camino en los próximos años. Todavía es un servicio costoso, por lo cual, en países en desarrollo como Colombia, los usuarios pobres en sitios aislados requerirán subsidios. En un mundo con dos guerras simultáneas ese factor de redundancia adicional se vuelve un activo importante. Esa misma incertidumbre y riesgo asociada a los conflictos geopolíticos nos lleva a la problemática de la seguridad de los datos.

Hoy en día algunos de los edificios más seguros del mundo son los data centers. Estas fortalezas digitales salvaguardan la información que pone al mundo a funcionar. Eso incluye datos financieros de bancos y mercados de capitales, de pacientes y hospitales de los sistemas de salud y de las elecciones y servicios públicos utilizados por gobiernos en todo el globo. Sin mencionar la data personal de nosotros los usuarios. Por eso el gasto en ciberseguridad en 2024 se estima por encima de US$ 200 billones. Tal como cierra el reporte de The Economist que sintetizamos en estas columnas: “la centralidad del internet para la vida moderna hace que asegurarlo sea una necesidad urgente”.

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El mundo físico detrás del internet (II) |Columna de Ricardo Plata Sarabia

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23.03.2024

En la anterior columna, hablamos sobre la resiliencia del internet que se deriva de las múltiples capas de software que habilitan que los computadores y routers del mundo se conecten entre sí permitiendo redundancias que eviten una falla generalizada. También tocamos la manera en que se almacena la información en data centers, con distintos materiales y mecanismos de distribución. Finalmente mencionamos la importancia de la energía, y como las infraestructuras que guardan y distribuyen nuestros datos consumen cada vez más. Ahora veremos como los cables, los satélites y la ciberseguridad son las últimas piezas de este rompecabezas.

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