“… En resumidas cuentas, el liderazgo sigue siendo difícil de definir y es una de las acciones más difíciles de ejecutar sin cometer errores y sin poder escapar de las circunstancias y su final”.

Jorge Puigbó

No existen líderes sin carisma cualidad esta que el diccionario de la Real Academia define como la: “Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar. Magnetismo, encanto, atractivo, personalidad, carácter, ángel, duende, jale, pegue”. Es eso lo que la gente percibe en el líder, una “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora” (RAE). De eso se ha escrito hasta la saciedad y sobre todo de las características ideales que, se desea, tenga el líder, no de las que realmente posee. Al respecto se mencionan algunas como: seguridad en si mismo, responsabilidad, determinación, honestidad, empatía, capacidad para motivar y comunicarse, inteligencia y paremos de contar, una imagen idílica a la cual se le atribuyen todas estas cualidades, o se le inventan, o se le exige las demuestre. Como debemos comprender todo lo anterior es totalmente subjetivo y se reduce a apreciaciones individuales que al coincidir con otros pueden crear un gran colectivo agrupado en torno de una persona. Hace un tiempo escribimos: “…Compartimos con muchas naciones o países, una especie de cultura onírica, atávica, un instinto primitivo, que induce a creer que, por arte de magia un hombre, una especie de taumaturgo, liberará definitivamente a la sociedad de sus cadenas. Es difícil vencer estas creencias cuando están unidas a un profundo desencanto hacia las elites dirigentes y lo peor es que, si analizamos la historia, conseguimos que, la destrucción moral y constante del adversario, una falta de continuidad en el desarrollo de la sociedad, una falta de reconocimiento sin egoísmos de lo positivo que se ha realizado a través de los años, la destrucción de símbolos, deshizo la credibilidad y erosionó mucho el sentimiento de patria, impulsando la búsqueda de soluciones fuera de la norma…”, hoy volviéndolo a releer le haríamos algunas precisiones como la de agregar que no solo es una especie de cultura, sino una inclinación, una particularidad, un sentimiento que encontramos por igual en todos las eras y en todas las sociedades del mundo, lo que pudiera llevar a suponer que el ser humano ha desarrollado desde sus inicios, o es parte de su naturaleza, la necesidad de un liderazgo para sobrevivir.

En este artículo solo se pretende aportan algunos datos que sirvan para comprender mejor la figura del liderazgo. El líder, cuestión aceptada por la mayoría de los expertos en la materia, cumple varias labores imprescindibles como son: en primer lugar, y la más importante, es cohesionar y movilizar al grupo, o seguidores, en torno a una idea, misión u objetivo de cualquier índole, por lo tanto, su primera labor es organizativa para lograr obtener una respuesta, o conducta, ordenada, lo cual, a su vez, conducirá a formar y solidificar la identidad del grupo. Dice el experto americano Joseph S. Nye, autor del libro “Las cualidades del líder”, que no se ha definido con precisión cómo debería ser un líder perfecto y asegura que el liderazgo no es una ciencia sino un arte que le permite a una persona actuar y lidiar con las circunstancias, proponer soluciones que satisfagan a los diferentes seguidores y también a los que no lo son, siempre sin perder el objetivo final, según él son tres las variables que se tienen que tener en cuenta para cualquier análisis que se haga al respecto: líder, seguidores y contexto. El liderazgo puede entenderse como un proceso por el cual “personas con ciertos motivos y propósitos movilizan, en competición o conflicto con otras, recursos institucionales, políticos o psicológicos hasta el punto de estimular, captar la atención y satisfacer los motivos de los seguidores”, definición esta propuesta hace años por el historiador norteamericano James MacGregor Burns, uno de los más importantes investigadores en este campo y cuya distinción entre líder transformacional, el que conduce un proceso en el cual sus “…seguidores se ayudan mutuamente para alcanzar mayores niveles de moral y motivación” y el líder transaccional, quien basa su poder y legitimidad en recompensas, amenazas, reparto de recursos y sobre todo en el control de la información, establece un régimen de premios y castigos para lo cual utiliza el control social para identificar las debilidades de los ciudadanos y utilizarlas en su contra. Estos planteamientos influyen luego en el autor Nye, antes citado, para dar paso a una definición más completa cuando éste propone que los dos estilos de liderazgo utilizan en la conducción lo que él denomina el poder blando en el caso del líder transformacional, o inspirador, como él lo llama, y el poder duro en el transaccional, aún cuando él mismo sostiene la relatividad de esta afirmación debido a lo complejo de las circunstancias que se presentan en el mundo actual. Esto me recuerda un viejo refrán: “Si no puedes vestir la piel del león, viste la del zorro”. Las definiciones se agudizan, pero en el fondo todo sigue igual.

Para concluir, Kissinger en su libro “Liderazgos”, presenta dos clasificaciones para los líderes transformadores, basadas en su estilo de conducción y de su accionar frente al poder los divide en estadistas y profetas, para ello analiza a Konrad Adenauer, Charles De Gaulle, Margaret Thatcher, Richard Nixon, Lee Kuan Yew, el fundador del Singapur moderno y el egipcio Anwar el Sadat. Según él, los primeros buscan “preservar la sociedad, manipulando las circunstancias en lugar de dejarse abrumar por ella” y “atenúan la visión con la cautela, teniendo en cuenta una cierta noción de los límites”, trasforman el Estado. Los segundos, “invocan sus visiones trascendentes como prueba de su honradez”, “adoptan como tarea principal borrar el pasado, con sus tesoros y sus trampas” y “están dispuestos a derrocar el orden existente”, son los grandes manipuladores. Ahora bien, Kissinger asegura que los mejores líderes oscilan entre las dos categorías y logran un equilibrio.

Como vemos las apreciaciones acerca de la figura del líder siguen siendo poco esclarecedoras y pensamos que ello tiene su explicación por tratarse del juzgamiento de un ser humano. En resumidas cuentas, el liderazgo sigue siendo difícil de definir y es una de las acciones mas difíciles de ejecutar sin cometer errores y sin poder escapar de las circunstancias y su final.

Jorge Puigbó

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Liderazgo, mesianismo, populismo, carisma

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17.04.2024

“… En resumidas cuentas, el liderazgo sigue siendo difícil de definir y es una de las acciones más difíciles de ejecutar sin cometer errores y sin poder escapar de las circunstancias y su final”.

Jorge Puigbó

No existen líderes sin carisma cualidad esta que el diccionario de la Real Academia define como la: “Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar. Magnetismo, encanto, atractivo, personalidad, carácter, ángel, duende, jale, pegue”. Es eso lo que la gente percibe en el líder, una “Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora” (RAE). De eso se ha escrito hasta la saciedad y sobre todo de las características ideales que, se desea, tenga el líder, no de las que realmente posee. Al respecto se mencionan algunas como: seguridad en si mismo, responsabilidad, determinación, honestidad, empatía, capacidad para motivar y comunicarse, inteligencia y paremos de contar, una imagen idílica a la cual se le atribuyen todas estas cualidades, o se le inventan, o se le exige las demuestre. Como debemos comprender todo lo anterior es totalmente subjetivo y se reduce a apreciaciones individuales que al coincidir con otros pueden crear un gran colectivo agrupado en torno de una persona. Hace un tiempo escribimos: “…Compartimos con muchas naciones o países, una especie de cultura onírica, atávica, un instinto primitivo, que induce a creer que, por arte de magia un hombre, una especie de taumaturgo, liberará definitivamente a la sociedad de sus cadenas. Es difícil vencer estas creencias cuando están unidas a un profundo desencanto hacia las elites dirigentes y lo peor es que, si analizamos la historia, conseguimos que, la destrucción moral y constante del........

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