Hay que pasar página y no servirse de la gente, para hacer carrera terrenal. Los países más desfavorecidos o inmersos en esta absurda contienda general, tienen la responsabilidad sus líderes políticos, de ser más poéticos que políticos, para gobernar bien, comenzando por borrar el cúmulo de tensiones y pobrezas que nos ahogan en este momento, mediante una activa colaboración internacional. Quizás necesitemos un cambio de ritmo, una dirección que nos ayude a encontrar el camino de la verdad, con la clemencia necesaria para reembarcarnos, como familia entroncada corazón a corazón, porque de ella emana nuestra continuidad en el linaje. Al fin y al cabo, la vida es un continuo compartir, un darse y donarse, que es lo que injerta gozo en el alma y alegría en el cuerpo.

Por otra parte, debemos saber por nuestra propia leyenda biográfica, que para llegar a buen puerto, se requiere unión y unidad a la hora de remar, conciliando olas y oleajes con los aires frescos de la moralidad. Hoy más que nunca, necesitamos volver a la vida con un pulso limpio y una mirada sin fronteras. Esto requiere que los dirigentes ejerzan un obrar ejemplarizante de acompañamiento y defensa, recurriendo sólo a medios legítimos y reconociendo plenamente su responsabilidad en la tarea de servicio, como agentes de coherencia entre lo que dicen y hacen. Desde luego, resulta funesto observar y padecer en multitud de ocasiones, que aún no hemos logrado injertar en el mundo realidades de esquemas justos y proyectos armónicos. Ciertamente, por la concordia lo pequeño se hace grande, mientras que por la discordia todo se destruye; pero también es verdad que uno no debe estar en un cargo público para servirse de sus privilegios, sino para asistir y atender, a todos los que dice servir por igual.

En consecuencia, aquel que no camina para reconciliarse hasta consigo mismo, creo que tampoco sirve para coexistir. Es hermoso servir con hechos reales, situaciones concretas, favoreciendo la forja de la ciudadanía vinculante y fortaleciendo la identidad de un hogar común, que es el reto central al que estamos todos convocados. A poco que nos adentremos en nuestro interior, nos daremos cuenta de esta llamada, de que somos servidores, de que nuestra vocación radica en servir, no en aprovecharse del análogo. Tomemos el afán por esta inspiración mística, la de perseverar en el espíritu donante; y, en cultivar tras las caídas o los resbalones de aprovechamiento, el propósito de corregirse. Aprender a reprenderse, pues, ha de ser el primer servicio que nos demos mutuamente. Luego, a renglón seguido, si te planteas algún día mandar con decencia, debes servir con prontitud y a cambio de nada. Si acaso, una sonrisa para secar lágrimas. No vaya que se nos pase el arroz sin mostrar compasión, ni tener voluntad de servicio.

QOSHE - Servir al pueblo; no servirse del pueblo - Víctor Corcoba Herrero
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Servir al pueblo; no servirse del pueblo

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21.03.2024

Hay que pasar página y no servirse de la gente, para hacer carrera terrenal. Los países más desfavorecidos o inmersos en esta absurda contienda general, tienen la responsabilidad sus líderes políticos, de ser más poéticos que políticos, para gobernar bien, comenzando por borrar el cúmulo de tensiones y pobrezas que nos ahogan en este momento, mediante una activa colaboración internacional. Quizás necesitemos un cambio de ritmo, una dirección que nos ayude a encontrar el camino de la verdad, con la clemencia necesaria para reembarcarnos, como familia entroncada corazón a corazón, porque de ella emana nuestra continuidad en el linaje. Al fin y al cabo, la vida es un continuo compartir, un darse........

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