De pronto, sin darnos cuenta cómo, el slogan que alguien inventó para una campaña presidencial se nos aparece con visos de alguna realidad. Y no se trata sólo de una sensación luego del horror de ver a delincuentes venezolanos asesinando a tiros a un oficial de Carabineros; o a dos sicarios de la misma nacionalidad que al decir del Fiscal que investiga el secuestro y asesinato del exteniente venezolano Waldo Ojeda, entraron a Chile, cumplieron su misión y salieron de nuestro país de vuelta al suyo sin que nuestras autoridades movieran un dedo antes de las revelaciones del fiscal.
No, no es sólo esa sensación. Se trata además de una serie de acciones, principalmente del Partido Comunista chileno, que han ido configurando un cuadro que nos deja en algún lugar del camino entre una democracia liberal representativa, como la que teníamos antes de este gobierno, y dictaduras bolivarianas como Venezuela. Veamos:
Para terminar un bonus track. Sorprende que la maniobra para entregar al Partido Comunista una cuota más de poder, que sabemos no utiliza para fortalecer la democracia representativa sino para debilitarla, haya recibido el apoyo unánime y entusiasta del llamado Socialismo Democrático. Si es cierto que hay dos almas en la coalición gobernante, después de las actuaciones de ministros como Elizalde o Marcel debiéramos conceder que una de ellas es un alma en pena.