Existe una diferencia entre Milei y Kast. El fanatismo religioso de los republicanos está lejos del comportamiento contradictorio de un Milei que un día aparece en la sinagoga y, al otro, habla como un perfecto agnóstico.

Algunos medios argentinos ya hablan de “Mi ley” o “Mi rey” para describir al presidente argentino. En menos de dos semanas, el mandatario ha provocado un verdadero terremoto en ese país, a través de la promulgación de decretos –más de trescientos– que vulneran las leyes vigentes y que impactan en todos los ámbitos de la economía y la sociedad argentina, especialmente a los ciudadanos promedio que están soportando el alza de precios, el fin de los subsidios y los beneficios que tenían hasta ahora. Para los que conocen al mundo de Harry Potter, Milei me ha hecho recordar los decretos de Dolores Umbridge, la brutal interventora del Ministerio de la Magia en Hogwarts.

Partamos por el hecho de que Milei –o “Mi rey”está ejecutando exactamente lo que prometió durante su campaña. No ha engañado a nadie que votó por él. Sin embargo, optó por hacerlo todo de una vez. El delirio mesiánico de Javier Gerardo, que pareciera ser sacado de una serie surrealista de Netflix, ha consistido en aplicar una receta teórica de macroeconomía elaborada en un laboratorio. Claro que a Milei le faltó un pequeño detalle: no consideró la variable política ni social. De ahí que tiene a millones de argentinos protestando en las calles a solo dos semanas de iniciado su gobierno

Los historiadores y la psicología social podrán alguna vez explicar lo que le pasó al pueblo argentino para sentenciar su propio suicidio, eligiendo a una persona con evidentes signos de desequilibrio mental –que habla con su perro muerto, siente voces mientras lo entrevistan o se descompensa insultando a quien se le cruza por delante–. Políticamente, yo lo entiendo a partir de la analogía que me comentó un amigo y columnista argentino: “Si vos vas cayendo en un avión a 900 km por hora y diez mil metros de altura, mejor saltás, en una de esas ocurre el milagro y te salvás”. Tal vez la explicación es más simple. Es cosa de ver la historia del mundo. Cientos de desequilibrados han llevado al precipicio a pueblos capturando su vulnerabilidad, su angustia y sus esperanzas.

Milei llegó al poder con la promesa de refundar Argentina. Dijo en la campaña que ese país tenía “100 años de fracasos”. Es decir, no existía nada antes de él. Ni Perón, ni Evita, ni Menem –el propio Milei alababa su primer período–, ni Julio A. Roca, ni Sarmiento, ni Torcuato de Alvear. Ni nadie. El “libertario” amenazó con patear el tablero y devolver el poder a los poderosos, barrer con el Estado. Advirtió que cada argentino se las tenía que arreglar como pudiera para vivir y que golpearía a la “casta”. Esa, sin duda, es la única promesa no cumplida: nombró ministros a Patricia Bullrich –la trató de montonera, tonta y asesina en la campaña–, a Luis Caputo –lo acusó de manejar mal la mesa del BC, “se fumó 15.000 millones de dólares de reserva irresponsable e ineficientemente”–. Además, entre las medidas anunciadas y sus delirantes decretos, no ha tocado ni un pelo de la “casta” económica ni menos a la política. De hecho, entre los decretos de la corte están el acortar el prenatal, eliminar la indemnización por años de servicio, restringir la huelga, suprimir todos los subsidios e, incluso, autorizar a los empleadores a pagar “con leche y carne” a sus trabajadores. Como en las pulperías de las salitreras en el siglo pasado en Chile.

Bueno, esta introducción es porque Milei es una especie de Dios para la derecha extrema chilena, especialmente para José Antonio Kast y los republicanos. Recordemos que hace unos meses, cuando era candidato, Milei visitó Chile y el teatro de la Municipalidad de Las Condes se llenó de unos enfervorizados que gritaron y deliraron al son de las barbaridades de Javier Gerardo. Fue como una especie de secta poseída por el gurú trasandino. De hecho, Rojo Edwards y los escindidos de Kast ya trabajan en crear una réplica de ese partido en Chile.

Los republicanos, al igual que su espejo, La Lista del Pueblo, intentaron refundar el país a partir de la discusión constitucional –típico de los extremos–, promovieron un texto que buscaba que los más ricos no pagaran contribuciones, que todos nos identificáramos con el rodeo, que se eliminara el aborto en tres causales –con el cambio del que por el quien–, entre otros retrocesos. Se autodescriben como “no políticos”, miran al resto en menos –“los verdaderos chilenos”– y desprecian a las personas que no son como ellos. Milei, por su parte, dice que los suyos son “superiores moral y estéticamente”; habla de la casta, aunque él era un diputado; desprecia a todos los que lo antecedieron; está contra el aborto, pese a que el “libertario” cree en la venta de órganos humanos. Un verdadero espejo entre ambos.

José Antonio Kast, en su campaña de 2021, se pareció a Milei. Planteó terminar con la delincuencia por obra de magia y barrer con los migrantes, el Frente Amplio y con quien se le atravesara. Propuso construir zanjas, bajar el número de parlamentarios y, al igual que su par argentino, disminuir el Estado al mínimo. Que cada uno se las arregle como pueda. Además, los republicanos versión 2023 trataron de convencer a los chilenos de que existe “libertad” de elegir el sistema de salud o el colegio de los hijos, cuando todos sabemos que eso es una utopía, porque los que eligen son –somos– los que tenemos el privilegio de hacerlo.

Pero también existen diferencias entre Milei y Kast. Bueno, la obvia es que Milei es fiel representante de un look and feel de la derecha extrema: los “peluca”. Algo raro tienen con el pelo Milei, Boris Johnson, Donald Trump o el líder de Países Bajos. Kast es un hombre tranquilo, educado, ponderado, que se aleja de este grupo de energúmenos liderados por Javier Gerardo. Claro, los chilenos somos mucho más flemáticos de lo que pensamos. Es cosa de ver la molestia que causó el error comunicacional de la franja del “A favor” al usar el “que se jodan”. En Argentina esa frase es casi de caballeros, después de escuchar los insultos que se propinan unos a otros en los debates televisivos. Los chilenos, parece que a lo más llegamos hasta las extravagancias del caído en desgracia Franco Parisi o de MEO. Un Milei acá sería considerado en payaso de poca monta si se presentara como candidato

También existe una diferencia entre Milei y Kast. El fanatismo religioso de los republicanos está lejos del comportamiento contradictorio de un Milei que un día aparece en la sinagoga y, al otro, habla como un perfecto agnóstico. Javier Gerardo no tiene problemas con los homosexuales, con la venta de órganos, la eutanasia o cualquier cosa que según él signifique “libertad” –salvo el aborto–. Y, claro, si Kast y Cía. quieren sintonizar con los chilenos, tendrán que repensar que ya no somos un país del siglo XIX como lo creyeron sus consejeros constitucionales.

José Antonio Kast anunció que será candidato presidencial en 2025. Una manera de “salir jugándola”, pese a la evidente derrota del 17D, porque lo cierto es que los republicanos en menos de seis meses se farrearon la votación de mayo y tuvieron un fracaso donde más duele: en lo ideológico. Esta vez, anticiparse tanto –más de dos años– puede ser un error fatal. Primero, porque Chile Vamos comenzará un bombardeo masivo para quitarle piso y electorado, lo mismo que los Rojo Edwards y Cía. Pero, además, porque el experimento refundacional de su par y gurú, Javier Milei, parece condenado a un estrepitoso fracaso, por lo que la aventura republicana podría quedar en eso: una aventura, pero en solitario.

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Milei y Kast: encuentre las semejanzas y diferencias

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27.12.2023

Existe una diferencia entre Milei y Kast. El fanatismo religioso de los republicanos está lejos del comportamiento contradictorio de un Milei que un día aparece en la sinagoga y, al otro, habla como un perfecto agnóstico.

Algunos medios argentinos ya hablan de “Mi ley” o “Mi rey” para describir al presidente argentino. En menos de dos semanas, el mandatario ha provocado un verdadero terremoto en ese país, a través de la promulgación de decretos –más de trescientos– que vulneran las leyes vigentes y que impactan en todos los ámbitos de la economía y la sociedad argentina, especialmente a los ciudadanos promedio que están soportando el alza de precios, el fin de los subsidios y los beneficios que tenían hasta ahora. Para los que conocen al mundo de Harry Potter, Milei me ha hecho recordar los decretos de Dolores Umbridge, la brutal interventora del Ministerio de la Magia en Hogwarts.

Partamos por el hecho de que Milei –o “Mi rey”está ejecutando exactamente lo que prometió durante su campaña. No ha engañado a nadie que votó por él. Sin embargo, optó por hacerlo todo de una vez. El delirio mesiánico de Javier Gerardo, que pareciera ser sacado de una serie surrealista de Netflix, ha consistido en aplicar una receta teórica de macroeconomía elaborada en un laboratorio. Claro que a Milei le faltó un pequeño detalle: no consideró la variable política ni social. De ahí que tiene a millones de argentinos protestando en las calles a solo dos semanas de iniciado su gobierno

Los historiadores y la psicología social podrán alguna vez explicar lo que le pasó al pueblo argentino para sentenciar su propio suicidio, eligiendo a una persona con evidentes signos de desequilibrio mental –que habla con su perro muerto, siente voces mientras lo entrevistan o se descompensa insultando a quien se le cruza por delante–. Políticamente, yo lo entiendo a partir de la analogía que me comentó un amigo y columnista........

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