Amistad rememorada

Martes, 27 febrero 2024, 11:00

El cine y la novela han sido los medios que con mayor frecuencia y acierto han explorado esas edades que se dan entre las consideradas puntos de inflexión, la niñez, la adolescencia, la adultez, la vejez; pero de todos modos la de la preadoslescencia ha tenido un tratamiento menos frecuente que la adultescencia o la vejez crepuscular, lo que extraña, pues es ahí donde comienza a forjarse el ser que al cabo de unos pocos años terminará siendo uno ( en un sentido genérico: el ser humano no deja de forjarse nunca). Es este periodo fundacional —como en Los 400 golpes, de Truffaut—, los once o doce años, en el que, durante el fin de semana del Día del Trabajo del año 1959, ubican el relato de Cuenta conmigo Rob Reiner y los guionistas Raynold Gideon y Bruce A. Evans.

Basado en una novela corta de Stephen King, la situación de arranque es sencilla: una chico ha desaparecido y los cuatro amigos se han enterado del lugar en que se halla, así que deciden ir a buscarlo y convertirse de este modo en los héroes del pueblo (y ver por primera vez en su vida a un muerto). El cuerpo (El cuerpo es el título de la novela original) queda a unas cuantas millas, y ellos seguirán las vías del tren, cual Dorothy el camino de baldosas amarillas, para dar con él. Ello implicará, entre otras cosas, dormir al raso. Pero no se trata de una película de aventuras, aun los momentos que podrían encajar con la etiqueta —así la escena de la locomotora sibilante, la de las sanguijuelas o el clímax final—; o, si se trata, no de una de . Con infinita delicadeza y sabiduría, Reiner mantiene un tono elegiaco pero sobrio a lo largo de todo el metraje, sin subrayados, sin regodeos, sin verbalizaciones sobre cuál es la enseñanza de la historia; Reiner se “limita” a mostrar cómo se comportan los cuatro amigos ( significa también ver cómo y de qué hablan, no solo las acciones puramente físicas), las dinámicas que se generan entre ellos y de ellos con el entorno.

Son cuatro almas rotas; Chris (River Phoenix), el líder del grupo —pero nadie dice que lo sea; Reiner, insistimos, respeta al espectador y sabemos que es el líder por su manera de proceder—, tiene una familia de reputación cuando menos dudosa; Teddy (Corey Feldman) tiene un padre excombatiente que sufre de estrés postraumático y que, entre otras lindezas, le abrasó la oreja con la plancha de freír; Vern (Jerry O’Connell) es el gordito que llega tarde y olvida la clave para entrar en la cabaña del árbol (aunque sus tres amigos lo tratan como a un igual); y finalmente Gordie (Will Wheaton), que es quien acarrea la herida más honda, aun supurante: su idolatrado hermano mayor murió en un accidente y su padre a él lo ningunea por no estar a la altura, deportiva y social, del muerto, del que de alguna manera Gordie se siente responsable. Es Gordie el aglutinante de la aventura y el hilo narrador, pues la historia está contada por él, adulto, desde el año 1985, ya el escritor que su amigo Chris, dadas las historias que les contaba cuando chicos, estaba convencido iba a ser.

Tenemos así aislados los dos temas, imbricados, esenciales del film: la amistad y la memoria. La amistad, y más a los doce años, es, como revelan los dardos verbales que se lanzan los chicos —y los puños—, ambivalente, un pimpón de toma y daca, de atracción/repulsión, pero al final del proceso la atracción se impone y los lazos se han vuelto más sólidos. No obstante, como se constata en el epílogo, por muy sólida que se estime en el momento, no puede dejar de alimentarse, siquiera de a poco, pues si no el tiempo implacable terminará por disolverla. Por su parte, ¿podemos creer en la memoria de Gordie? ¿Es un narrador fiable? Los neurólogos insisten en que incluso los recuerdos que nos parecen más seguros suelen ser construcciones mentales contaminadas por hechos posteriores o por suposiciones: en suma, fantasías. A lo mejor pues el tren no estaba tan cerca como cuando saltaron de la vía, a lo mejor las sanguijuelas no eran tan grandes. La nostalgia que permea todo el film puede inducir a fundamentar esta teoría de la memoria falible, pues la nostalgia tiñe, por lo común para endulzarla, la prosaica, embarrada realidad. Y sin embargo, esto sería engañar al espectador, cosa que Reiner se prohíbe al colocarnos en la misma posición que Gordie; no importa si aconteció todo exactamente como Gordie lo recuerda, lo que importa es que Gordie lo cuenta como lo recuerda, que el recuerdo de Gordie y del espectador es el mismo relato, y esto le concede una autonomía, una verdad fuera de duda, tan válida como si derivase de un recuerdo exacto.

Mencionar por último que cuando se estrenó el film, pese a tratar las vidas de chicos de 12 años, fue marcado con la calificación R (para mayores de 17 si van solos), por los tacos y los cigarrillos —y por una única escena, cuento inventado por Gordie, que rompe el tono elegiaco y sobrio del film—; lo cual lleva a la pregunta de si, por estas mismas razones, la moralina y la hipocresía de hoy permitirían no ya el estreno con calificación, sino siquiera la producción. Uno sospecha —ay— que no es muy probable, al menos no dentro del sistema de estudios.

(La sombra del ciprés, 24/2/2024)

@enfaserem

Ficha del film

Tít.: Stand by Me (Cuenta conmigo)

Dir.: Rob Reiner

Ints.: Richard Dreyfuss, Will Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman, Jerry O’Connell, Kiefer Sutherland

Drama, color, EEUU, 1986

QOSHE - Amistad rememorada - Eduardo Roldán
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Amistad rememorada

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27.02.2024

Amistad rememorada

Martes, 27 febrero 2024, 11:00

El cine y la novela han sido los medios que con mayor frecuencia y acierto han explorado esas edades que se dan entre las consideradas puntos de inflexión, la niñez, la adolescencia, la adultez, la vejez; pero de todos modos la de la preadoslescencia ha tenido un tratamiento menos frecuente que la adultescencia o la vejez crepuscular, lo que extraña, pues es ahí donde comienza a forjarse el ser que al cabo de unos pocos años terminará siendo uno ( en un sentido genérico: el ser humano no deja de forjarse nunca). Es este periodo fundacional —como en Los 400 golpes, de Truffaut—, los once o doce años, en el que, durante el fin de semana del Día del Trabajo del año 1959, ubican el relato de Cuenta conmigo Rob Reiner y los guionistas Raynold Gideon y Bruce A. Evans.

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