El viaje inmóvil

Jueves, 1 febrero 2024, 10:18

Una serie de lecturas, películas y músicas azarosas, o tal vez, un destino marcado de antemano, llevó a Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan a prestar una atención continuada a los Estados Unidos. Al blues y a la generación ‘beat’ que le atraían irresistiblemente, pero también a sus gentes, ciudades, paisajes: “De adolescente me recuerdo delante de un mapa enorme de los Estados Unidos. El inmenso mapa que va de un océano a otro: la costa este, las suaves lomas y las infinitas llanuras del centro del país, esas que recorrí años más tarde”. Santiago anota tres hitos de su adolescencia que van a servir como referencia de sus libros: la lectura de ‘En la carretera’ de Jack Kerouac. La música y la vida de Billie Holiday en la película ‘Lady Sings the Blues’. Y el final de su adolescencia reflejado en los protagonistas de ‘American Graffiti’.

No es casualidad, por tanto, que muchos años después ejerza como profesor de literatura norteamericana en la universidad de Valladolid. Y que haya realizado estancias en centros estadounidenses. Pero el principal efecto de aquella seducción son los viajes que ha realizado por esa geografía que tantas veces recorrió en los mapas desplegados en su mesa. Viajes a bordo de los Greyhound, autobuses plateados en los que se desplazaban los granjeros famélicos de John Steinbeck o los vagabundos de Jack Kerouac. Y como eje la Ruta 66, casi cuatro mil kilómetros que trazan la diagonal desde Chicago a Santa Mónica,

De ese bagaje cultural y esos recorridos han surgido dos libros, que se miran y dialogan como el haz y el envés de una obra única: ‘En busca del fantasma de América’ (Eolas ediciones, 2021) y ‘Donde los pájaros vienen a morir’ (editorial Difácil, 2023). Dos libros a los que el autor lleva su sensibilidad hacia lo diferente y lo minúsculo, su olfato de oyente de blues y jazz, su memoria cinéfila y de literatura viajera. El primero se nutre de una nota de Steinbeck, “Hay algo en los estadounidenses que los impulsa a viajar”, y arranca en el kilómetro cero de la Ruta 66 con un desayuno de “huevos revueltos, beicon, tortitas y mucho café”. Luego vendrán estaciones de autobuses, moteles, ciudades vacías y descampados, con la música de Neil Young y J. J. Cale en la cabeza. El segundo libro recoge fotografías en blanco y negro, escuetas y ajustadas al espíritu del viaje. Edificios cochambrosos, avenidas desiertas, pero siempre con el recubrimiento de la mirada que acaricia y la música que envuelve. Y una prosa poética que amplía y puntea las imágenes: “un solo acorde contiene toda la historia”.

El autor sabía de las tentaciones que podían ensombrecer su proyecto: “Hay que tener cuidado con la cantidad de recuerdos desaparecidos o aniquilados que uno acumula a lo largo del viaje. Sé que en gran medida este es un viaje crepuscular. No busco una América contemporánea sino la idea de un país que durante largos años a base de literatura, música y cine fui forjando en mi imaginación”. El resumen puede ser la fotografía que está en la portada de uno de los libros, una silueta vaporosa de Elvis sobre un edificio abandonado. Un viaje de miles de kilómetros con un botín presentido o, con las palabras que cierran su periplo, un viaje inmóvil.

(publicado en La sombra del ciprés, suplemento de El Norte de Castilla el 27 de enero de 2024)