AÑO KAFKA

Domingo, 7 enero 2024, 22:44

Publicado en El Norte de Castilla el 6 de enero de 2024

El 3 de junio de 1924 moría Franz Kafka. Lo hacía a los 40 años víctima de la tuberculosis. Su temprana muerte le libró de sufrir en sus propias carnes el momento más absurdo y kafkiano (por terrible, por sanguinario, por incomprensible a ojos humanos) de todo el siglo XX: el horror que los nazis impusieron a los judíos. De él no se libraron sus tres hermanas que fueron exterminadas, al igual que otros seis millones de personas. Como insectos. Como ratas. Ni siquiera la fértil imaginación de Kafka habría podido alumbrar semejante horror. Otras pesadillas sí que salieron de la cabecita del escritor de la Ciudad de las Cien Torres hasta el punto de regalarnos la obra literaria posiblemente más importante y trascendental de todo el siglo, posibilitando la profunda renovación que experimentaría la novela en las primeras décadas del siglo XX e influyendo decisivamente en movimientos como el expresionismo, el existencialismo o el surrealismo. Durante su corta vida, publicó apenas un puñado de relatos. Todo en él fueron obstáculos. Desde la oposición de su padre a que se dedicara a escribir hasta su obsesivo perfeccionismo, pasando por su frágil salud, su gris trabajo de oficinista y su complicada relación con las mujeres, con hasta cinco intentos frustrados de matrimonio. Todo ello no impidió que escribiera las novelas “El proceso”, “El castillo” y “El desaparecido· (que muchos leímos en su día con el nombre de “América”), la novela corta “La metamorfosis” y un gran número de prodigiosos relatos cortos, además de sus imprescindibles Diarios y Cartas. Antes de su muerte, le dijo a su amigo y albacea Max Brod que destruyera todos sus manuscritos. Felizmente, no le obedeció. Otro material quedó en manos de su última compañera, Dora Diamant, que guardó en secreto la mayoría de sus últimos escritos, entre ellos 35 cartas y 20 cuadernos, hasta que desaparecieron cuando la Gestapo los confiscó en 1933 (la búsqueda de esos papeles aún continúa). Roberto Bolaño lo consideraba el mejor escritor del siglo porque escribía en el abismo (lo hacía mientras iba cayendo por el abismo como Alicia en el País de las Maravillas), que es como escribir desde la muerte de uno mismo. Con Kafka aprendimos que a partir de cierto punto no hay retorno (y ese es el punto que hay que alcanzar). Con él aprendimos a defender a capa y espada la capacidad de soñar y de imaginar (la desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza). Aprendimos que los besos por escrito no llegan a su destino (se los beben por el camino los fantasmas). Aprendimos que en los sueños da inicio la escritura, que los sueños son la piel que nos arropa en la sombra, que somos el fruto extraño que la noche incuba y que las grandes odiseas también pueden ocurrir al cabo de un sueño intranquilo (de hecho asignó uno de ellos a Gregorio Samsa para que despertara convertido en insecto). Y con Kafka, en fin, nos entró un súbito deseo de ser piel roja (“Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz a través del viento…”). Han pasado cien años de la muerte de Kafka, así que bienvenidos al año Kafka. Estamos ante uno de los mayores genios de la literatura y el autor más inquietante y revelador del siglo pasado. Estamos, además, en una época cada vez más kafkiana. Una época que resulta absurda por incomprensible y por estúpida. Una época en la que nos gusta repetir errores del pasado. Una época en la que estamos resucitando monstruos. Quizá porque cada vez hay más gente que, al despertarse después de un sueño intranquilo, se encuentra sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.

QOSHE - AÑO KAFKA - Vicente Álvarez
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AÑO KAFKA

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08.01.2024

AÑO KAFKA

Domingo, 7 enero 2024, 22:44

Publicado en El Norte de Castilla el 6 de enero de 2024

El 3 de junio de 1924 moría Franz Kafka. Lo hacía a los 40 años víctima de la tuberculosis. Su temprana muerte le libró de sufrir en sus propias carnes el momento más absurdo y kafkiano (por terrible, por sanguinario, por incomprensible a ojos humanos) de todo el siglo XX: el horror que los nazis impusieron a los judíos. De él no se libraron sus tres hermanas que fueron exterminadas, al igual que otros seis millones de personas. Como insectos. Como ratas. Ni siquiera la fértil imaginación de Kafka habría podido alumbrar semejante horror. Otras pesadillas sí que salieron de la cabecita del escritor de la Ciudad de las Cien Torres hasta el punto de regalarnos la obra literaria posiblemente más importante y trascendental de todo el siglo, posibilitando la profunda........

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