LA SERPIENTE MULTICOLOR
Sábado, 3 febrero 2024, 11:07
Publicado en El Norte de Castilla el 3 de febrero de 2024
Era un perfecto caballero, era cortés, educado, culto, refinado, didáctico y siempre dispuesto y generoso. Era una figura cultural única en Valladolid. Un ciudadano del mundo, un amigo de la palabra, un animador de utopías, un soñador. Poeta, gestor cultural, dramaturgo, periodista. Un histórico de El Norte de Castilla con todos los premios y distinciones del mundo. Nació casi respirando la tinta del viejo periódico de las inmensas letras góticas. Vivía en la tercera planta del edificio de El Norte de Castilla y, desde pequeño, revoloteaba por la redacción. Allí estaban Delibes y Julián Merino que firmaba sus crónicas de ciclismo como Lapize (en homenaje a Octave Lapize, ganador del Tour de Francia de 1910). Ojeando revistas francesas de ciclismo que tenía Lapize descubrió las gestas de los esforzados de la ruta. Cuando falleció Lapize le encargaron hacer la crónica del Trofeo Virgen del Carmen. Tenía 14 años. Desde entonces el ciclismo quedó cosido a su piel. Porque si Ángel María de Pablos forma parte de la memoria colectiva de millones de españoles, sobre todo los que amamos el ciclismo, es porque él fue la voz de la Vuelta en TVE en los años 80. Coincidió con el boom del deporte de los pedales. Los gloriosos 80, los del ciclismo sin pinganillos, sin casco, sin cambios automáticos, un ciclismo con rastrales y cables encima del manillar. La de 1983 fue la primera edición de la Vuelta cuyos finales de etapa fueron retransmitidos íntegramente en directo por televisión y constituyó un bombazo, el resurgimiento del ciclismo, el nacimiento de una pasión. La Vuelta del Alfa Lum de Lejarreta, del Kelme de Belda, del Renault de Hinault, del Reynolds de Arroyo, del Teka de Dietzen, del Zor de Alberto Fernández. La música de Azul y Negro, el descubrimiento de los Lagos de Covadonga y un Lejarreta con alas, la exhibición de Hinault camino a Serranillos y la aparición de nuevos ídolos como Gorospe. Y allí estaba Ángel María de Pablos, con su verbo florido, pariendo joyas y metáforas como la tan exitosa de la serpiente multicolor, llenando huecos con poesía, con cultura, con enseñanzas variadas, con descripciones paisajísticas y de patrimonio. En una época en la que no existía internet ni repartían libros de ruta con información de monumentos y paisajes a recorrer, él se fabricaba apuntes y daba clases magistrales tras el micrófono, llevando hasta todos los hogares el sonido de la gente (de la pasión de la gente) a pie de carretera y poniendo imaginación a la retransmisión, hablando de la caravana de fantasías y colores que acompañaba a la Vuelta y echando mano del lado poético y teatral de un deporte con un escenario único, el de la naturaleza, el del arte, porque una montaña con una iglesia románica a sus pies tiene un millón de veces más valor que cien maracanás juntos. Juntar poesía y ciclismo, puesto que no hay nada más lírico que el esfuerzo y el sufrimiento de un ciclista mientras sube una montaña. Los gerifaltes de TVE, que no sabían nada de ciclismo y mucho menos de poesía, le acabaron abroncando Demasiado tarde. A muchos ya nos había metido el veneno del ciclismo (y de la poesía) en la sangre. Ángel María ha dejado una profunda huella en mi corazón y en mi memoria. Fue, a mayores, un perfecto anfitrión en el Premio Ateneo de Novela de Valladolid y el mejor de los presentadores para mi novela “El Tour de Francia y las magnolias del doctor Jekyll”. Le vamos a echar mucho de menos ahora que se ha marchado a otra aurora, allá donde la sombra encenderá el arrebol. Nos quedamos mientras tanto aquí atados a su sueño, el de su voz narrando las épicas gestas de los ciclistas escalando las montañas más altas. La serpiente multicolor está triste. ¿Qué tendrá la serpiente multicolor?
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03.02.2024
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Sábado, 3 febrero 2024, 11:07 Publicado en El Norte de Castilla el 3 de febrero de 2024
Era un perfecto caballero, era cortés, educado, culto, refinado, didáctico y siempre dispuesto y generoso. Era una figura cultural única en Valladolid. Un ciudadano del mundo, un amigo de la palabra, un animador de utopías, un soñador. Poeta, gestor cultural, dramaturgo, periodista. Un histórico de El Norte de Castilla con todos los premios y distinciones del mundo. Nació casi respirando la tinta del viejo periódico de las inmensas letras góticas. Vivía en la tercera planta del edificio de El Norte de Castilla y, desde pequeño, revoloteaba por la redacción. Allí estaban Delibes y Julián Merino que firmaba sus crónicas de ciclismo como Lapize (en homenaje a Octave Lapize, ganador del Tour de Francia de 1910). Ojeando revistas francesas de ciclismo que tenía Lapize descubrió las........
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